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El desmantelamiento cultural de España en el extranjero
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El desmantelamiento cultural de España en el extranjero

La pobre mentalidad mercantilista que ha guiado los pocos destellos de acción exterior española los últimos cuatro años ha despojado al país de joyas fuera de las fronteras

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La pobre mentalidad mercantilista que ha guiado los pocos destellos de acción exterior española los últimos cuatro años ha dejado totalmente de lado, como cabía esperarse de este Gobierno, el aspecto cultural. He escrito “acción exterior” porque hubiera sido desmedido hablar de política exterior: esta supone una planificación, un seguimiento, una proyección a largo plazo, una profesionalidad que, evidentemente, este Gobierno y su ministro de Asuntos Exteriores no han tenido en ningún momento. Salir en la foto porque se está ahí es salir en la foto porque se está ahí, y nada más, no significa que se sea un protagonista en la política exterior.

La cultura no es sólo un medio de dar a conocer una sociedad y su riqueza espiritual, también es —y esto sorprenderá sin duda a nuestro Gobierno— hacer una inversión económica muy rentable, aunque ciertamente a largo plazo. 

Este Ejecutivo tan español, que tanto se ha vanagloriado de los éxitos de la Marca España, ha desdeñado totalmente la presencia cultural española en el exterior, causando un perjuicio innegable al prestigio de España que tanto dicen promocionar. Como muestra voy a referirme a dos casos evidentes: el Instituto Cervantes y la presencia española en congresos de Historia, aunque naturalmente se podría extender a la ausencia de becas, de ayudas a la Arqueología y un tristemente largo rosario de olvidos.

El Instituto Cervantes, que llegó con un retraso intolerable con respecto al British, l’Alliance o el Goethe, al fin llegó. Y lo hizo de aquella manera; como todo lo que es cultura en España, siempre fue el pariente pobre de cualquier presupuesto, pero con ciertos ímpetus momentáneos logró hacerse una reputación y llegar a ser rentable.

placeholder La sede del Instituto Cervantes en Bruselas
La sede del Instituto Cervantes en Bruselas

Sin embargo, en los últimos cuatro años se ha seguido una política deliberada de desmantelamiento del Instituto: desde vender sedes valiosísimas (como la de Bruselas) a precios escandalosamente bajos (y que desde luego nadie habría propuesto de ser un bien privativo suyo), hasta cerrar centros o alquilar parte de ellos a otras instituciones, como en Nueva Delhi, ejemplo de centro que si se hubiese tenido siquiera un poco de cordura, se tendría que haber ampliado, dada la enorme demanda que hay para aprender español en la zona. Como triste resutado, la política llevada a cabo por Asuntos Exteriores ha supuesto una caída de hasta el 70% de las matrículas en el Cervantes.

La política cultural seguida en el Cervantes ha sido vergonzosa, por destructiva: el Gobierno desveló sus intenciones cuando envió a la institución un equipo de dinamiteros para reducirlo a su mínima expresión: el llamado Cervantes Global ha sido el nombre que se ha dado a la política del si hay centros privados que lo hacen ¿para qué me voy a molestar yo en hacerlo? Añádase a esto que con tal de conseguir unos eurillos más, se ha autorizado la utilización del logo dle Cervantes a cualquier academia de idiomas, indiferentemente de la calidad de su enseñanza, por la irrisoria suma de 1.500 euros. Se ha vendido la reputación del Instituto, bien barata, y, con él, la de la enseñanza oficial del idioma. 

Reducciones de personal

Más graves aún son las reducciones brutales de personal y su situación laboral, que demuestran el escaso interés que el ministerio de Exteriores tiene por mantener vivos siquiera los rescoldos de una institución que en sus pocos años de vida se había ganado una gran consideración fuera de nuestras fronteras.  Al final el ministro consiguió lo que quería: dejar al Cervantes con una presencia residual, preludio a una desaparición que sólo un nuevo Gobierno logrará evitar.

En 2013, el ministerio de AAEE francés trasladaba los conocidos archivos del Quai d’Orsay a un nuevo emplazamiento en instalaciones realmente mejoradas. Los miembros de la Commission of History of International Relations fuimos invitados a la inauguración y salimos sorprendidos. La unicidad de localización de los archivos, las facilidades ofrecidas para la búsqueda de documentos y el confort del emplazamiento evidenciaban el buen trato que el ministerio francés ha dado siempre a los investigadores y el cuidado en la conservación y acceso a los documentos. Se percibe un deseo de promover y proteger la historia y, en consecuencia, la cultura francesa.

Al mismo tiempo, el señor García-Margallo y el Subsecretario de Exteriores Mendívil, procedían al desmantelamiento de los archivos del ministerio español y los desperdigaban: una parte al Archivo Histórico Nacional, otra al Archivo General de la Administración y unos restos en el propio ministerio. El traslado comenzó en diciembre de 2012 y concluyó en agosto de 2013: justo al mismo tiempo que en Francia se hacía justo lo contrario.

Al tiempo que Francia unifica sus archivos y ayuda a los investigadores, España los blinda y los dispersa

Colmo de las pautas que rigen en la política cultural de Exteriores, donde no es posible decidir si son más prueba de absurdez que de ignorancia o viceversa, en lugar de fijar una fecha a partir de la cual los archivos son de acceso libre (como en todos los países de nuestro entorno), los investigadores se ven en la situación delirante de deber pedir la autorización a la Dirección política del Ministerio, según los temas, para consultarlos, de manera que una investigación puede quedar paralizada porque el investigador en un momento dado puede necesitar un documento y al director general de turno, simplemente no le dé la gana autorizar su consulta. El resultado de todo ello, más el recorte en las ayudas a los investigadores, es la ausencia de España de los congresos internacionales de Historia

¿Con qué derecho García-Margallo se ha autoproclamado censor de lo que puede o no pueden consultar los historiadores? ¿Con que derecho García-Margallo prohíbe a los españoles el conocimiento de su propia historia?

Esta es la otra parte de la inacción exterior que el Gobierno no cuenta. Porque todo lo que se quiere hacer creer al interior de nuestras fronteras de la Marca España es propaganda. La triste realidad es la otra Marca España: la de la incultura.

*Miguel Ángel Vecino es historiador y miembro de la Comisión de Historia de Relaciones Internacionales.

La pobre mentalidad mercantilista que ha guiado los pocos destellos de acción exterior española los últimos cuatro años ha dejado totalmente de lado, como cabía esperarse de este Gobierno, el aspecto cultural. He escrito “acción exterior” porque hubiera sido desmedido hablar de política exterior: esta supone una planificación, un seguimiento, una proyección a largo plazo, una profesionalidad que, evidentemente, este Gobierno y su ministro de Asuntos Exteriores no han tenido en ningún momento. Salir en la foto porque se está ahí es salir en la foto porque se está ahí, y nada más, no significa que se sea un protagonista en la política exterior.

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