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Los misioneros, testigos del amor
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Los misioneros, testigos del amor

Muchos conciudadanos nuestros están viviendo la experiencia de las misiones porque han salido de nuestra tierra para ir al encuentro de los más pobres

Foto: Una monja sostiene un corazón decorativo en una celebración religiosa. (EFE)
Una monja sostiene un corazón decorativo en una celebración religiosa. (EFE)

Obras Misionales Pontificias nos ha sorprendido este año con el lema del Domund. 'Sal de tu tierra'. Es una clara invitación a dejar la propia tierra e ir a otro lugar. Con esta propuesta, los responsables de la campaña advierten de que esta invitación a salir no se refiere a una salida lúdica, recreativa o turística, ni siquiera profesional. Tampoco a quienes por razones bélicas o de catástrofes naturales se ven obligados a salir de su tierra. Es una evocación de la invitación que hace Dios a Abraham para salir del espacio donde vivía con su gente para ir a la tierra prometida. La salida del patriarca fue el inicio de lo que más tarde sería el argumento fundamental del Evangelio: cada persona y grupo social o comunidad están permanentemente en peregrinación. Esta es la mística de la vida evangélica.

El viandante —creyente o no creyente—, al tropezarse con esta interpelación en el cartel del Domund 2016, descubre las huellas de unas pisadas que deja el que se ha puesto en camino. Este combinado lema y cartel anuncia que el domingo 23 de octubre es el Día del Domund, palabra evocadora de vidas heroicas que entregan su vida a los demás. Personas que suscitan en el pueblo la admiración y en muchos casos la complicidad. Los misioneros siguen siendo iconos de solidaridad con los más desguarnecidos. Ante esta hermosa realidad, habría que superar el riesgo de quedarnos en la simple contemplación, porque ya lo decía Pío XII: “Los misioneros no necesitan ser admirados sino ayudados”.

La Jornada Mundial de las Misiones es una nueva oportunidad para descubrir que, más allá de nuestras fronteras, hay otra realidad humana que nos afecta

El cartel Domund 2016, visualizando el lema, no es ajeno a la sociedad española, que vive una preocupante convulsión política y social, familiar y educativa. La Jornada Mundial de las Misiones nunca fue ajena a la situación social y eclesial de nuestro país. Basta mirar el libro 'Los carteles del Domund', recientemente editado por las OMP, para comprobar cómo de manera sencilla cada año se lograba reflejar en el lema-cartel del Domund alguno de los aspectos sociales y eclesiales de la sociedad española. En esta ocasión, no podía ser de otra manera, por lo que su contemplación puede servir de aldabonazo para derribar los muros en los que el egoísmo está ahogando a la sociedad. Es una nueva invitación a salir de uno mismo para encontrarse con el otro. Se habla de la necesidad de diálogo, pero este es imposible mientras no se acepte de buen grado la sincera disponibilidad para entender que el otro nos puede enriquecer con su cultura, su vida o su palabra. Los misioneros coinciden unánimemente en que tan pronto llegaron a la otra orilla descubrieron que era más lo que recibían que lo que aportaban. Solo es posible el diálogo cuando se tiene el coraje de salir al encuentro del otro.

Muchos conciudadanos nuestros están viviendo esta experiencia porque han salido de nuestra tierra para ir al encuentro de los más pobres. Cerca de 13.000 españoles un día dejaron su tierra, su casa, sus costumbres… y partieron a otro lugar. Son los misioneros que actualmente están repartidos por los cinco continentes, sembrando paz y felicidad. Al tomar esta iniciativa, sintieron el desgarro de la separación, pero la alegría del encuentro con otra realidad. De esta manera se transforman en verdaderos embajadores de humanidad, que comparten con quienes carecen de lo necesario para vivir con dignidad su condición social, humana y religiosa. Su salida de esta tierra es desbordantemente compensada con la realidad de otra cultura donde descubren las huellas de Dios.

La Jornada Mundial de las Misiones, conocida en la cultura hispanoparlante con el acrónimo Domund, es una nueva oportunidad para descubrir que, más allá de las fronteras jurídico-geográficas en las que nos movemos, hay otra realidad humana que nos afecta. ¿Por qué estas personas, que partieron de nuestra tierra de forma sencilla y oculta, se convierten en referentes para tanta gente, especialmente para muchos jóvenes? Su testimonio es un indicador del camino a recorrer. Tal vez solo alguno pueda dar el paso real de cruzar al otro lado. Son los llamados, para ser enviados. Pero todos están urgidos a seguir su rastro rompiendo los aherrojamientos interiores y exteriores que impiden salir del propio egoísmo. Su ejemplo suscita admiración, pero su trabajo exhorta a la complicidad.

Esta es la razón por la que la Jornada del Domund es una ocasión para desarrollar la solidaridad con aquellos que están necesitados de nuestra ayuda, cercanía y colaboración. En algunos casos es el afecto, que no es poco. En otros, la ayuda material, que es necesaria. En todos, la cercanía, el reconocimiento y la gratitud.

*Anastasio Gil García es director nacional de las OMP en España.

Obras Misionales Pontificias nos ha sorprendido este año con el lema del Domund. 'Sal de tu tierra'. Es una clara invitación a dejar la propia tierra e ir a otro lugar. Con esta propuesta, los responsables de la campaña advierten de que esta invitación a salir no se refiere a una salida lúdica, recreativa o turística, ni siquiera profesional. Tampoco a quienes por razones bélicas o de catástrofes naturales se ven obligados a salir de su tierra. Es una evocación de la invitación que hace Dios a Abraham para salir del espacio donde vivía con su gente para ir a la tierra prometida. La salida del patriarca fue el inicio de lo que más tarde sería el argumento fundamental del Evangelio: cada persona y grupo social o comunidad están permanentemente en peregrinación. Esta es la mística de la vida evangélica.

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