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Alejandro en Gordio
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Miguel de Juan Fernández

A Bordo del Argos

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Alejandro en Gordio

“Robert, me dijo Buffett, nosotros sólo nos ocupamos de unas pocas sobresalientes compañías. Somos inversores concentrados (focus investors),… La esencia del focus investing puede establecerse sencillamente:

“Robert, me dijo Buffett, nosotros sólo nos ocupamos de unas pocas sobresalientes compañías. Somos inversores concentrados (focus investors),… La esencia del focus investing puede establecerse sencillamente: Elige unas pocas empresas que sea probable que produzcan rentabilidades por encima de la media en el largo plazo, concentra el grueso de tus inversiones en esas acciones y ten la fortaleza de aguantar durante cualquier giro de los mercados a corto plazo. …Buffett cree que los únicos inversores que necesitan amplia diversificación son aquellos que no entienden lo que están haciendo.”

Alejandro Magno tenía un interés especial en conquistar la ciudad de Gordio, en Asia Menor, por probar su intelecto ante la leyenda del carro. Tal leyenda rezaba aproximadamente así: “Aquél que separe el yugo del carro, dominará toda Asia”. El nudo que unía el yugo al carro era enorme y tremendamente enrevesado, y muchos valientes habían intentado sin éxito deshacerlo desde hacía siglos. Pero Alejandro era especial, un elegido de los dioses que no podía fracasar, pues toda su gloria se desvanecería y no superaría ni igualaría la del mismísimo Aquiles, el de los pies alados. Tras varios intentos infructuosos sin dar con la hebra que deshiciera el nudo, pidió que nuevamente le leyeran la profecía y, resueltamente, ante los ojos atónitos de los generales y sacerdotes, partió con su espada el nudo gordiano. Pensamiento lateral se llama eso.

El 13 de agosto de 1979, la revista Business Week publicó un famosísimo artículo: The Death of Equities (La Muerte de las Acciones), en el que se comentaba cómo tras la enorme crisis de los años 70 ni los inversores particulares- con una notable excepción que veremos luego-, ni los inversores institucionales, tenían el menor interés en invertir en acciones. Durante dicha década los bonos habían superado, con mucho, la rentabilidad obtenida por el mercado bursátil. El gran cambio de dicha década, en realidad, se produjo al comienzo de la misma cuando Nixon cerró la ventanilla del oro, y en 1973, el dólar se despegó definitivamente del metal: comenzaba la era de las divisas fiduciarias. Estos años hemos tenido una situación parecida dado que desde 1999 hasta aquí, la rentabilidad de los bonos en general ha sido mayor que la bolsa, aunque no por tanta diferencia como en los 70, gracias a la trampa que están montando los bancos centrales a los inversores más conservadores. Hoy, inmersos en la mayor crisis desde los años 30, tampoco quieren oír hablar de la bolsa, y de hecho, huyen en busca de activos más “seguros”. Sin embargo, aunque la inversión indexada no haya servido de mucho durante este tiempo, hay que hacer como Alejandro Magno, y pensar en qué otro sistema de inversión ha seguido siendo útil durante todos estos años de la misma forma que lo hizo desde que nació en 1934. Un sistema que busca errores como titulábamos el artículo anterior.

“El problema no es simplemente que haya 7 millones menos de accionistas de los que había en 1970. Los inversores más jóvenes, en particular, están evitando las acciones. Entre 1970 y 1975, el número de inversores decayó en todos los grupos de edad excepto uno: los individuos de 65 años o mayores (…). Sólo los mayores que no han entendido los cambios en los mercados financieros de la nación, o son incapaces de ajustarse a ellos, siguen confiando en las acciones. Este párrafo del artículo de Business Week refleja que los mayores se habían quedado obsoletos, y seguían con sus inversiones de siempre… Ojalá en España nuestros inversores también se hubieran quedado “obsoletos” con los conocimientos básicos de la inversión, a saber: que las acciones son participaciones en el capital de una empresa real, y al comprarlas nos convertimos en socios. Os aseguro que cambia mucho la situación.

Casualmente, aquellos mayores de 65 años (en 1979) se mantenían en acciones porque habían sufrido la Gran Depresión y el Crash de 1929, y sabían cómo era una inversión que merecía la pena para el largo plazo. Uno que no “vivió” la Depresión –era muy niño, nació en 1930-, pero supo que los precios de las acciones en general estaban baratos en 1979, fue Warren Buffett que, unos días antes del articulo de Business Week escribió otro para Forbes indicando precisamente lo contrario. Acertó Buffett, claro. El pensamiento lateral que utilizaba no era otro que el value investing, que le había enseñado su mentor Benjamin Graham y que, en la cita inicial, siempre había utilizado en su forma más concentrada. Y éste (y perdón por la autocita) es el que vengo utilizando en el Argos Capital. El problema es que es algo que, normalmente, no se explicará en la banca, es más, generalmente se denigrará. Y sin embargo, los números lo avalan y sus resultados han sido consistentes desde hace décadas, (en el fondo no es más que calcular lo que valen las cosas y comprarlas con margen de seguridad, por si las moscas, que todos somos humanos).

Uno de los comentarios al primer post preguntaban por “algunos de los piñazos” de algunos gestores value. Esto en sí no es ningún problema, dado que la volatilidad en sí no es algo perseguido por el enfoque Buffett-Graham, pero tampoco evitada per se. De hecho, fue el propio Buffett quien en multitud de ocasiones, ha dicho que prefiere un 15% de rentabilidad media anual muy movido a un 10% más tranquilito. La diferencia se nota, y mucho, con el paso del tiempo haciendo que, por ejemplo 100.000 euros  invertidos al 10% anual durante diez años, alcancen la cifra de 259.374 euros; mientras que al 15% el patrimonio alcanzaría los 404.555 euros. ¡Una diferencia del 56% más! Y, 672.750 o 1.636.653 euros en 20 años, ¡un 143% más!

La volatilidad no es más que una medida de incertidumbre, nunca de riesgo real. Pero es la medida o el concepto dominante en el sector financiero, de él deriva la teoría moderna de carteras, el VaR y demás zarandajas, que fuerzan a que todos los inversores intenten “desatar” el nudo cuando sólo se exige “separar”. Harían mejor los inversores siguiendo el consejo de Buffett de saltar alturas de 10 centímetros, en vez de batir el récord de Ysinbayeba en altura. No se le exige a nadie, y deberíamos recordarlo, al poner nuestro dinero en productos de bajas comisiones, y no en aquellos que interesan a la entidad.

Concentrar las carteras en pocos valores puede suponer en determinadas circunstancias que nuestros resultados a corto plazo sean muy saltimbanquis, pero si las empresas que tenemos en cartera han sido compradas con amplio margen de seguridad, su rentabilidad media será superior en el medio o largo plazo, y nuestro patrimonio crecerá en consonancia. Pero hablaremos de la volatilidad en otro artículo.

Nos vemos en quince días.

“Robert, me dijo Buffett, nosotros sólo nos ocupamos de unas pocas sobresalientes compañías. Somos inversores concentrados (focus investors),… La esencia del focus investing puede establecerse sencillamente: Elige unas pocas empresas que sea probable que produzcan rentabilidades por encima de la media en el largo plazo, concentra el grueso de tus inversiones en esas acciones y ten la fortaleza de aguantar durante cualquier giro de los mercados a corto plazo. …Buffett cree que los únicos inversores que necesitan amplia diversificación son aquellos que no entienden lo que están haciendo.”