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De preferentes y otros escándalos
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Miguel de Juan Fernández

A Bordo del Argos

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De preferentes y otros escándalos

“Buffett habla del imperativo institucional que es el que lleva a muchos muy inteligentes a cometer errores o tomar decisiones equivocadas por el único motivo de

Buffett habla del imperativo institucional que es el que lleva a muchos muy inteligentes a cometer errores o tomar decisiones equivocadas por el único motivo de que los demás lo están haciendo (también dice que, invariablemente, al cabo surgen datos, documentos y justificaciones varias para escenificar que la decisión no fue por seguir a la masa).

Dado que el sistema financiero -Wall Street si lo preferís- es una auténtica máquina comercial, uno de sus ingredientes fundamentales es el marketing. Y ése es excepcional. Por un lado tenemos que la palabra independencia suena bien, muy bien, demasiado como para no utilizarla, y por otro lado, es muy difícil de mantener. Pero la máquina bien engrasada “envuelve” a los inversores en los más hermosos, optimistas y sólidos argumentos.

El lemming que salió raro (Ed. Eje Prod. Culturales 2012). Carta a los Inversores- El Álamo Septiembre 2009 

(Disculpad la autocita). Algunos amigos y argonautas me han pedido que os haga alguna reflexión sobre el tema de las preferentes y demás escándalos que hemos vivido y, desgraciadamente, seguimos viviendo. No sé si podré ayudar a clarificar el tema, pero como os prometí en mi primer artículo, intentaré buscar a Afrodita.

Cuando los ahorradores se encuentran con los diferentes escándalos que han saltado, unos con mayor relevancia otros con menos, se encuentran generalmente indefensos porque les sobrepasa la situación. Se encuentran con que habían puesto su dinero en unos productos que han resultado ser algo muy distinto a lo que ellos pensaban. Esa sensación, cuando a lo mejor estamos hablando de gran parte o todo su patrimonio, es terrible porque el daño económico lo es. Y hemos estado bien servidos en los últimos tiempos: Lehman Brothers, Meinl European Land, Maddoff¸ los bonos de bancos islandeses, las preferentes, la deuda subordinada, Banif Inmobiliario, estructurados mal calificados en su riesgo, CMS vendidos como el chollo total…y no hablemos de los fondos más exclusivos de REIT privados en Francia o private equity en lo más álgido del mercado. ¿Se me olvida alguno? Seguramente.

En todos ellos, el comportamiento de las entidades ha dejado bastante que desear (aunque en algunos de los escándalos el BBVA se ha comportado con sus clientes mucho mejor que el resto, por ejemplo con su fondo inmobiliario, con Maddoff o los canjes por acciones) y por ello la sensación de los clientes ha sido la del cornudo apaleado. No sólo han perdido un gran volumen de su capital, sino que cuando han ido a quejarse se han encontrado en muchos casos con que su asesor le echa la culpa a él, de mejores o peores modos, pero al final la culpa es del inversor. Estoy convencido también de que muchos inversores intentan ahora aprovecharse de las aguas revueltas…pero dudo que sea así en la mayoría de los casos.

Perdonadme de antemano, pero vuelvo a insistir en que el problema principal por el que ha surgido tal cúmulo de escándalos se encuentra en el sistema retributivo a los asesores de banca, comercial o privada. Bien es cierto que la derogación del Acta Steagall-Glass en 1999 ayudó a fomentar los excesos y la debacle, pero en España dicha ley no tenía reflejo. Mientras dicho sistema siga vivo, los escándalos seguirán estando ahí. Para los inversores quedan pocos consuelos; deberán aprender de su propia experiencia -¿recordáis el dicho de Buffett del hombre con dinero y el de experiencia?-, pero más les vale aprender también de la experiencia ajena y todo lo que puedan de los productos y la forma de actuar del sector, porque de otra forma volverán a caer en otros problemas o se quedarán quietos, con el miedo en el cuerpo de moverse no sabiendo a dónde ni de qué fiarse. Si no aprenden perderán dinero por nuevos engaños o por no invertir dónde deben y cómo deben.

El sector financiero es una tremenda máquina de venta y lo hace muy bien. El problema real es que se mezcla bajo apariencia de “ayudar al inversor a gestionar su patrimonio” con los objetivos del banco o del banquero. ¿Alguien se ha preguntado alguna vez cómo es posible que, casualmente, que casi continuamente tengamos a nuestra disposición los “productos idóneos” a nuestro perfil y necesidades? A ver, de acuerdo que son unos fieras, ¿pero tanto? ¿Alguien se ha preguntado alguna vez cómo conociéndose que una cartera está bien diversificada con unos 20-30 valores nos recomiendan muchos más? ¿Cómo, casualmente, siempre nos aconsejan las estrategias y productos que mayor margen dejan para la entidad? No conozco a muchos inversores cuyo banquero le haya aconsejado formar una sólida cartera de acciones y mantenerlas en el largo plazo cobrando los dividendos…pero conozco muchos a los que sí les aconsejaron rotar frecuentemente la cartera, saltar de un fondo a otro, de un estructurado a otro, entrar en private equity en el momento más alto (cuando mejor histórico podían mostrar para que los inversores pensaran que la tendencia era indicativa de algo).

Lamentablemente, para los ahorradores enfangados con las preferentes y demás productos la mejor opción -si la entidad no se lo soluciona mediante un arbitraje- será acudir a la justicia (en León ya ha pasado con algunos escándalos y están preparando una demanda por el asunto de las preferentes). Y aún así, la solución no resultará perfecta; deberíamos todos recordar que las preferentes per se son un buen producto para la financiación de la entidad emisora, pero un mal producto desde el punto de vista del inversor, al menos a su precio de emisión y por ello Benjamin Graham recomendaba (¡pobre, en su época no existía MiFid, lo que se perdió!) no comprarlas nunca en emisión, sino en el mercado secundario. Las entidades no tienen el dinero…lo han perdido y por eso se ven forzadas a ofrecer canjes de deuda perpetua o subordinadas por acciones. La avalancha de papelitos en forma de acciones no augura nada bueno para los actuales accionistas.

Sin embargo, creo que es la mejor solución… para lo que se podría pedir. Tristemente, las ayudas -contables y financieras- que han recibido las entidades debería forzar, por aquello de un mínimo de justicia poética ante aquellos de sus clientes que sufrieron su mal hacer, les fueran quitadas. Pero ello forzaría a las entidades a quebrar. Recuerdo que el que una entidad quiebre no significa que desaparezca, sino que sus accionistas perderían -como es de ley- su patrimonio y la empresa pasaría a manos de los acreedores, con quitas algunos y otros sin ella. Goirigolzarri lo dejó claro hace poco. Los accionistas perderán dinero y parte de los preferentistas y bonistas también (pero pasarán a tener mayoría en el capital de la nueva entidad). La solución no es fácil ni agradable, pero mientras sigan siendo atendidos por personal (con mejores o peores gemelos en sus camisas) cuyo objetivo sea generar comisiones para la entidad o cumplir las campañas, mal vamos.

Será su “trabajo”… pero vaya trabajo. La excusa de que se deben al banco que les paga es pobre cuando resulta que el banco les paga con las comisiones que los clientes pagan para que se les cuide su patrimonio bien. No abandonen nunca sus derechos, acudan a la justicia los que sientan que les han dañado injustamente en su patrimonio y… aprendan y estudien, por su bien.

Nos vemos en el próximo artículo. Un abrazo a todos.

Buffett habla del imperativo institucional que es el que lleva a muchos muy inteligentes a cometer errores o tomar decisiones equivocadas por el único motivo de que los demás lo están haciendo (también dice que, invariablemente, al cabo surgen datos, documentos y justificaciones varias para escenificar que la decisión no fue por seguir a la masa).