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España y su gran reto, subir en la cadena de valor
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Kike Vázquez

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España y su gran reto, subir en la cadena de valor

Una única variable: competitividad. Que elijan este producto y no el de la competencia. Eso es competitividad. Y España no es competitiva, porque España no es

Una única variable: competitividad. Que elijan este producto y no el de la competencia. Eso es competitividad. Y España no es competitiva, porque España no es elegida. Como así se ve en nuestra balanza comercial, como así se ve cuando los inversores internacionales evitan dejarnos más dinero, o cuando nadie piensa en nosotros para crear negocios. Recuperar la competitividad internacional es la clave para salir de la situación actual, pero para ello es necesario saber dónde estamos, y también dónde está nuestra competencia. Allí donde las capacidades propias se juntan con las necesidades ajenas está la oportunidad, pero para ello hay que conocerse y hay que conocer el entorno. Vamos a ello.

 

En primer lugar debemos situarnos en el mapa. ¿Dónde estamos? ¿Cómo nos posicionamos ante los demás? Existen muchas formas de plantearlo, pero en el comercio internacional a nivel soberano una primera variable que está cada vez más presente es el “nivel de la cadena de valor” o “value chain”, es decir, si ordenamos todos los productos que se venden del más básico y barato al más complejo y caro, existirá un lugar en donde se sitúen nuestros productos que será nuestro “escalón” o “nivel” en la cadena de valor. Goldman Sachs hace dicho trabajo por nosotros en el informe “Global economics weekly No 12/21” analizando y valorando el tipo y el lugar de destino de los productos exportados, sacando la siguiente conclusión.

 

 

¿Los mejores en su nivel de la cadena de valor? Países como Japón, Alemania o Corea. ¿Los peores? Aquellos intensivos en materias primas. ¿Y España? ¡Pues por debajo de China! Tengo mis discrepancias con la metodología, si bien no estamos ante algo sencillo de medir y vale como primera aproximación. El propio informe indica por ejemplo que las medidas incluyen bienes pero no servicios (algo que perjudica a EEUU y a la Unión Europea frente a Japón o Corea), o algo más importante, no elimina el efecto “re-export”, es decir, que China no exporta realmente iPhones aunque lo parezca (lo que obviamente los favorece en la gráfica).

 

Podemos analizar esta cuestión desde otro enfoque: márgenes empresariales. A priori aquellas compañías con un mayor margen ofrecen al cliente un producto que éstos perciben a su vez con mayor valor, por su innovación, diseño u otras características. Si bien la siguiente gráfica de Citi no trata la exportación, resulta sintomático que en los últimos años las empresas occidentales hayan optado por estrategias para potenciar sus márgenes y las orientales por potenciar su volumen. Eso no es ni bueno ni malo para la rentabilidad, puesto que ambos factores influyen (de hecho en este caso las asiáticas consiguen mayor RoA con el cambio), pero sí parece dejar entrever que en occidente se han hecho esfuerzos para subir en la cadena de valor a pesar de ver situados tan arriba a países como China en la gráfica de GS (efecto “re-export” mediante eso sí).

 

 

Dicha información, por ser una media, podría resultar engañosa y que una sola empresa o sector pudiese llegar a distorsionar los resultados. No es así, en realidad revisando los datos por sectores observamos como dicho fenómeno se produce a lo largo de las industrias, tanto en el “bando” occidental como en el oriental. Las gráficas son del informe “Margins Migrate West, Sales Migrate East”.

 

 

Es cierto que hay factores que hacen subir los márgenes que no son la innovación, por ejemplo la concentración. Y es cierto que a través de la innovación puede llegarse a un liderazgo en costes y de ahí optar por una estrategia de precios bajos y alta rotación. Sacar conclusiones es precipitado aunque a priori lo más lógico sería suponer que las empresas occidentales, al menos las cotizadas, han subido en la cadena de valor, lo cual parece positivo para el futuro aunque son las orientales quienes han conseguido una mayor rentabilidad en el presente. A señalar también a modo de anécdota que según el informe de Citi aquellas empresas que tienen los mayores márgenes o una mayor rotación de su categoría son las que consiguen mayor rentabilidad, las que se quedan en medio son las perdedoras, algo que no favorece ni a occidente ni a oriente, pero sí consolida de forma empírica la idea estratégica de Porter al respecto.

 

De hecho las economías maduras no parecen haber perdido competitividad frente a los emergentes en los últimos años, ahora según el informe de McKinsey “Trading myths: Addressing misconceptions about trade, jobs, and competitiveness”. Desde el año 2001 al año 2010 el déficit comercial agregado de dichas economías ha pasado del -1.6% del PIB al -1.5%, es decir, no son los emergentes los que están ganando la partida, en realidad se mantiene el “status quo” y ningún bloque lo hace, son solo algunos países desarrollados y algunos países emergentes los vencedores. ¿Quiénes? A todos se nos ocurren nombres como Alemania, Suecia o China, pero analicémoslo con más detalle.

 

McKinsey divide la manufactura y los servicios en tres grupos, los intensivos en trabajo (en manufactura el textil o en servicios el turismo por ejemplo), los intensivos en capital (alimentación o utilities) y los intensivos en conocimiento (farmacéutica o finanzas). Los países desarrollados siguen manteniendo una posición competitiva líder en la “economía del conocimiento” sean manufacturas o servicios, obteniendo superávits en dichas partidas. Se mantienen en una posición equilibrada en los demás factores excepto en manufactura intensiva en trabajo y especialmente en la importación de materias primas, factor clave para explicar los déficits.

 

 

Existen gráficas donde se muestra la evolución, pero en esta foto fija de 2009 se ve perfectamente el resultado final. Las economías continentales y Japón son muy competitivas en la industria del conocimiento, mientras economías como EEUU o Reino Unido lo son en los servicios del conocimiento. Por la contra las economías del sur de Europa no tenemos ventaja alguna en el conocimiento y solo sobrevivimos gracias a los servicios intensivos en mano de obra (por ejemplo turismo). Así que en realidad el problema de países como España no son los emergentes, sino el no haber conseguido subir en la cadena de valor cuando otros países desarrollados sí lo hicieron. Si bien es lógico que pensemos en los emergentes como “rivales”, pues han conseguido para sí mismos industrias intensivas en mano de obra que antes desarrollábamos nosotros, el problema no es que los de abajo evolucionen, es que no lo hagamos nosotros.

 

 

 

De hecho tanto es así, tanto necesitamos eso, que cuando observamos qué partidas nos perjudican más, encontramos claramente que son las materias primas, como es lógico, pero también la industria del conocimiento, de alto valor. Si bien casi todos los países desarrollados presentan déficits de recursos naturales, la mayor losa que poseemos es el déficit en la manufactura intensiva en conocimiento. Tenemos una gran carencia justo en el lugar en donde otros se posicionaron para vencer la competencia de los países emergentes. Analizando en qué subsectores existe una mayor problemática encontramos que es en la farmacia, químicos, tecnología o maquinaria. En transporte es en lo único que salimos bien parados del informe de McKinsey.

 

En resumidas cuentas, a menudo se percibe cierta “guerra” dialéctica entre emergentes y países desarrollados, pero en realidad dicha batalla no existe y solo algunos países son los beneficiados del trascurso de los últimos años. Por la contra en países como España vivimos el efecto contrario y sufrimos las consecuencias de no saber seguir el ritmo de la innovación, especialmente en la “economía del conocimiento” que es nuestra gran losa. Pueden proponerse decenas de medidas para salir de la crisis, pero existe una única forma de alcanzar la salida y un futuro próspero. Una única variable: competitividad.

 

Feliz verano a todos.

Una única variable: competitividad. Que elijan este producto y no el de la competencia. Eso es competitividad. Y España no es competitiva, porque España no es elegida. Como así se ve en nuestra balanza comercial, como así se ve cuando los inversores internacionales evitan dejarnos más dinero, o cuando nadie piensa en nosotros para crear negocios. Recuperar la competitividad internacional es la clave para salir de la situación actual, pero para ello es necesario saber dónde estamos, y también dónde está nuestra competencia. Allí donde las capacidades propias se juntan con las necesidades ajenas está la oportunidad, pero para ello hay que conocerse y hay que conocer el entorno. Vamos a ello.