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La crisis ha matado al hombre totalmente racional
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Kike Vázquez

Perlas de Kike

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La crisis ha matado al hombre totalmente racional

¿Qué te hace feliz? Piénsalo. Probablemente, si hiciésemos una mesa redonda saldrían rápidamente a debate conceptos como la familia, el amor o la amistad, pero paradójicamente, si

¿Qué te hace feliz? Piénsalo. Probablemente, si hiciésemos una mesa redonda saldrían rápidamente a debate conceptos como la familia, el amor o la amistad, pero paradójicamente, si en lugar de las palabras pudiésemos ver a dónde conducen los actos de esas mismas personas, probablemente nos llevarían a parajes muy distintos. ¿Por qué las personas decimos unas cosas y hacemos otras? Y no, no me refiero a la mentira o al engaño, me refiero por ejemplo a esa persona que se siente desdichada pero no hace nada para solucionarlo, o a ese estudiante que quiere aprobar un examen pero lo prepara en el último momento, o a quien quiere un cuerpo diez pero ni lleva una dieta saludable ni practica ejercicio, o a ese que…

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Lo sé, me estoy ganando unos cuantos enemigos, y es que todos somos personas y, por tanto, todos tenemos alguno de estos 'defectillos' o uno similar. O dicho con otras palabras, todos en mayor o menor medida aparcamos a veces nuestro lado racional, voluntaria o involuntariamente, y nos dejamos llevar por nuestro lado 'no racional'. ¿Parece lógico, verdad? Parece lógico pensar que no siempre somos objetivos al cien por cien, que tenemos emociones, sentimientos, y que nuestros actos se condicionan no solo por lo que dice la razón, sino también el corazón. Lo sorprendente es que, hasta el día de hoy, el pensamiento mayoritario en el mundo económico fuese el racionalismo, ese que dice que lo valoramos y cuantificamos todo, actuando en consecuencia. Como si fuésemos robots.

 

La culpa, sorprendentemente, la tiene algo tan poco racional como el orgullo. Y es que, ¿qué economista no se pica un poco cuando alguien afirma que la economía no es una ciencia? Así, tras la Segunda Guerra Mundial, se desencadena una vorágine matemática en el mundo académico para tratar de legitimar y alzar la economía a la categoría de ciencia. A partir de ahí, solo las teorías plasmables en una fórmula matemática obtienen crédito, quien se mueva no sale en la foto. El resultado es el esperable, las fórmulas concluyen que el hombre es un ser racional económicamente hablando, pero ¿qué iban a concluir si no, si solo se parametrizaban en fórmulas comportamientos racionales por ser estos los más fácilmente extrapolables al mundo matemático?

 

A la vez que la “ciencia económica” trata de convertirse en un arte noble, otra disciplina sigue exactamente el camino contrario: el marketing descubre que nuestras emociones y sentimientos son más útiles para vender que atacar a la lógica de la persona. Tal es su éxito que, si tras el fin de la Primera Guerra Mundial existe el temor a que la producción en cadena produzca todo lo que la gente pueda necesitar, en los años 20 germina lo que años más tarde se denominaría la cultura del 'consumismo' o el American life, ¡ya no consumimos por necesidad, sino que tenemos la necesidad de consumir!

 

Vender se convierte en algo tan sencillo como hacer creer al consumidor que eso lo hará feliz, o más exitoso, o que se parecerá más a ese famoso asociado al producto; vender se convierte en algo tan sencillo como convencer a nuestro “yo” no racional. Así, mientras la economía se alza con el título de 'ciencia' recurriendo a las matemáticas y a la racionalidad, mientras se convierte en un arte noble con poca utilidad en el día a día, el marketing transforma la industria de Occidente y hace ganar millones a las empresas que lo aplican correctamente. No sé si este hecho fue un paso adelante para la humanidad en su conjunto o no, pero lo que sí parece es que entender nuestra psicología es clave para entender al ser humano.

 

La racionalidad económica alcanza uno de sus momentos álgidos con la “hipótesis de los mercados eficientes” (EMH por sus siglas en inglés), teoría imperante en el último cuarto del siglo XX, según la cual el mercado de forma agregada es capaz de recoger toda la información relevante que existe y plasmarla en el precio de los diversos activos financieros. O dicho de otra forma, ya que el mercado está en equilibrio y recoge toda la información relevante, no existiría sobrevaloración o infravaloración posible, y por tanto no se podría batir al mercado de forma recurrente; algo que según esta teoría se debería a la probabilidad (existiendo millones de inversores a alguno le 'tocará' batir al mercado recurrentemente) o mediante información privilegiada. Vamos, que estamos ante la antítesis del “solo el necio confunde valor y precio”.

 

¿Puede ser que en los competitivos mercados financieros exista cierta selección natural que prime el racionalismo y lo convierta en omnipresente? En el día a día se han realizado numerosos experimentos que demuestran que a veces perdemos la racionalidad: lo 'gratis' nos afecta, si un bien es de nuestra propiedad le otorgamos un mayor precio que si no lo es, las recompensas inmediatas en el 'ahora' hacen que se tambaleen nuestros planes a largo plazo, estimamos el precio de muchas cosas por comparaciones relativas generalmente infundadas en lugar de por su valoración intrínseca… En el día a día está prácticamente demostrado que no siempre somos racionales, pero ¿y en los mercados? (*)

 

Claro, existe un pequeño contratiempo para demostrar que los mercados no siempre son racionales, y es que si alguien pudiese demostrar que en un momento dado el precio de los activos financieros está afectado por la euforia o la depresión y alejado de su valor objetivo, entonces lo tendría muy fácil para ser rico, ¡y probablemente no compartiría su descubrimiento con el resto de la humanidad! Y ojo, hablo de demostrar, no de intuir; intuir todos intuimos cosas, pero demostrarlas es mucho más complejo. Así que no, nadie ha demostrado que los mercados no sean eficientes, si bien los indicios hacia ello son hoy mayores de lo que nunca lo fueron.

 

Uno de los mayores críticos de la EMH es George Soros, el 26 de junio dijo queel actual paradigma dominante de los mercados eficientes y la teoría de la elección racional ha entrado en bancarrota”(…) ”necesitamos repensar las asunciones y axiomas en los que la teoría económica está basada, ya que intenta tener leyes universales como la física de Newton y esto en mi opinión es imposible, necesitamos un nuevo enfoque con nuevos métodos”. Jeremy Grantham, cofundador de GMO, fondo con casi 100 mil millones AUM, es otro gran crítico, “si alguien se cree eso también se creerá que los cerdos pueden volar” (…) “cuando escuché por primera vez a un economista mencionar la EMH lo primero que pensé es que estaba muy mal informado, y muy alejado de la realidad”, min 44:30.

 

En opinión de J. Grantham, la realidad en el mundo de la inversión es que se produce una burbuja tras otra. En concreto cree que en un primer momento todo el mundo se deja llevar por la euforia, a continuación alguien se plantea si la tendencia no habrá ido demasiado lejos, la burbuja pincha y se entra en una etapa de realismo. Ojo, de realismo, no de pesimismo. El problema es que los seres humanos sobrerreaccionamos y tras el realismo llega el pesimismo y todo cae por debajo de su valor intrínseco… momento de comprar, porque luego volverá el realismo, la euforia, etcétera.

 

Los racionalistas no creen en las burbujas pues no son un suceso 'racional'; por ello no sería posible vender en momentos de euforia y comprar en momentos de depresión: tales momentos no existirían. Y he aquí el hecho que puede hacer tambalear su supremacía intelectual. Hasta el día de hoy la mayoría de inversores que baten al mercado eran muy críticos con la EMH, pero ¿por qué hacerles caso si al fin y al cabo dicha teoría afirma que o tienen suerte o hacen trampas? Por el contrario, la presente crisis financiera ha supuesto un punto de inflexión, poca gente se atreve a negar que hayamos vivido en una burbuja y eso está totalmente en contra del racionalismo. Los argumentos se tambalean.

 

Quizá haya quien se pregunte por qué una teoría tan supuestamente alejada de la realidad pudo tener tal supremacía intelectual. La respuesta es que fue el argumento esgrimido por aquellos que no creen en ningún tipo de regulación. “El mercado se autorregula, las burbujas no existen, todo lo que puede hacer la intervención pública es perjudicial”. Y sinceramente, no sé cuánta regulación hace falta, pero sí creo que han escogido la teoría errónea para defender sus creencias.

 

La crisis ha matado al hombre totalmente racional; somos parte racional y parte emotiva, con prevalencia de una u otra en función de la situación y en función de nosotros mismos, pero no totalmente racionales. Quizá algún día descubramos por qué dejamos todo para el último día o por qué le dedicamos tan poco tiempo a las cosas que nos hacen realmente felices, y quizá tenga tanto sentido y suene tan racional que las actuales ideas resuciten. Quizá. Pero también puede ser que simplemente tengamos razón, y a la vez corazón, y que este sea el momento de dar un paso adelante y de que, por fin, la economía sea una ciencia que se reconcilie con el hombre.

 

 

(*) Vídeos interesantes sobre la temática.

Redes – Somos predeciblemente irracionales

Documentos TV – El poder del dinero

¿Qué te hace feliz? Piénsalo. Probablemente, si hiciésemos una mesa redonda saldrían rápidamente a debate conceptos como la familia, el amor o la amistad, pero paradójicamente, si en lugar de las palabras pudiésemos ver a dónde conducen los actos de esas mismas personas, probablemente nos llevarían a parajes muy distintos. ¿Por qué las personas decimos unas cosas y hacemos otras? Y no, no me refiero a la mentira o al engaño, me refiero por ejemplo a esa persona que se siente desdichada pero no hace nada para solucionarlo, o a ese estudiante que quiere aprobar un examen pero lo prepara en el último momento, o a quien quiere un cuerpo diez pero ni lleva una dieta saludable ni practica ejercicio, o a ese que…