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El retorno de la planificación central
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Kike Vázquez

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El retorno de la planificación central

Silenciosamente los bancos centrales han traspasado la barrera de la política monetaria y han comenzado a realizar política fiscal. Algo hasta ahora reservado a los gobiernos

Foto: Fachada del Banco Central Europeo. (EFE)
Fachada del Banco Central Europeo. (EFE)

¿Qué pasaría si mañana un banquero central decidiese que los asalariados debemos pagar más impuestos? Probablemente quien se viese afectado por la medida se enfadaría, preguntándose: ¿quién demonios es este señor para subirme los impuestos? Y con razón. Precisamente los banqueros centrales no son elegidos directamente por los ciudadanos, gozando por tanto de gran independencia en sus decisiones, por limitarse su trabajo a la política monetaria, no fiscal. ¿Qué pasaría entonces si un día decidiesen extralimitarse? Eso precisamente es lo que puede estar pasando ahora mismo.

Breve repaso. La política monetaria es aquella rama de la política económica que usa la cantidad de dinero como medio para conseguir sus objetivos, mientras que la política fiscal incide en los impuestos, el gasto público y los presupuestos para ello. Aunque ambas pueden estimular o frenar la economía, la primera es, teóricamente, la misma para todos, mientras que la segunda puede perseguir otros objetivos como reducir la desigualdad o minorar ciertas externalidades, y por ello afecta de forma distinta a cada individuo. De ahí que votemos para decidir su ejecución.

Algo interesante está ocurriendo últimamente, y es que los banqueros centrales se están extralimitando para aplicar medidas explícitamente fiscales. Véase el siguiente artículo aparecido en el Wall Street Journal, en donde comentan las últimas acciones del BCE y del BOJ: medidas como el TLTRO II anunciado por Draghi o la compra de determinados ETFs en el caso de Japón.

Veamos por qué. En el TLTRO el banco central paga un 0,40% a aquellas entidades financieras que aumenten el crédito a la ‘economía real’. ¿Qué diferencia hay entre eso y que el Estado permita a aquellos bancos que más crédito conceden pagar menos impuestos? La cuestión daría para un debate, y no es extraño que alguien como Bill Gross se haya posicionando diciendo que es "más fiscal que monetario".

En teoría, si el BCE lanza una medida que es igual para todos y cuya finalidad es aumentar el dinero en circulación, entonces estaremos ante algo monetario. Sin embargo, en el TLTRO, el banco central paga de forma directa a un determinado sector, el bancario, si hace lo que él quiere, que no es exactamente aumentar el dinero en circulación, sino aumentarlo en determinados casos (empresas y consumo). ¿No es papel del Estado el premiar y castigar a unos u otros en función de objetivos 'loables' (decididos por los ciudadanos)?

Que nadie me malinterprete. No estoy diciendo que no esté bien que las empresas o los 'consumidores' tengan acceso al crédito. De hecho claramente el BCE se ha visto en la obligación de pagar a los bancos por su falta de efectividad aplicando otras estrategias, y se ha visto en la obligación de limitar la finalidad del crédito a empresas y consumidores ante la obviedad de que ciertas decisiones pueden provocar burbujas, inmobiliarias por ejemplo. En otras palabras, el BCE ha traspasado la barrera de la política monetaria, pasándose a la fiscal, ante su incapacidad para alcanzar sus objetivos sin tomar medidas aún más drásticas.

Los bancos centrales no tienen, ni deben hacer, el trabajo de los gobiernos. La política fiscal corresponde a los representantes que los ciudadanos elegimos

El caso japonés es, si cabe, más claro. Recientemente el Banco de Japón anunció que compraría 2,6 mil millones de dólares en ETFs que estuviesen referenciados a empresas que "realizan proactivamente inversión en capital físico y humano". Si se sienten confusos no se preocupen, en Japón, mercado en donde los ETFs no tienen un gran desarrollo, y en donde se han creado categorías de fondos cotizados exclusivamente para satisfacer al banco central, aún lo están más. Si ya de por sí es muy discutible que se embarquen en objetivos muy diferentes al control del dinero en circulación, que lo hagan de una forma tan subjetiva resulta inquietante.

Y los lectores habituales sabrán que esta no es una sección que haga proselitismo del libre mercado. Más bien cada circunstancia merece un análisis particular, ya que creo que ni mercados ni gobiernos lo hacen todo bien ni todo mal, en el punto intermedio está la virtud. En este caso, sin embargo, en mi opinión estamos ante una tendencia peligrosa, y es que si bien las medidas podríamos valorarlas como marginales (tanto la compra de ETFs, como los potenciales beneficios de la banca en el TLTRO lo son... así como el impacto que tendrán las políticas en la economía real) sientan un precedente.

Los bancos centrales no tienen, ni deben hacer, el trabajo de los gobiernos. La política fiscal corresponde a los representantes que los ciudadanos, acertada o equivocadamente, elegimos. Si los bancos centrales traspasan la línea marcada, interpretando un rol que no les corresponde, no solo estarán dando un paso en pro de la planificación central (en lugar de una planificación física como en el socialismo clásico, estaríamos ante una planificación central financiera) sino que también podríamos caer en el error de intentar hacernos ver que la política fiscal es algo objetivo, 'tecnocratizable', cuando no lo es, llevando el descrédito también a la política monetaria.

No es extraño que el propio Draghi, o cualquiera de sus colegas, adviertan repetidamente que necesitamos más políticas fiscales por parte de los gobiernos que tengan capacidad para ello. Ellos así lo creen, y ante la ausencia de protagonismo por parte de los políticos (protagonismo en el buen sentido), están tomando el testigo. Saben que si no lo hacen no importará de quién fue la culpa, todos habrán fallado. El riesgo es que, si lo hacen, no solo se convertirán en políticos no electos por los ciudadanos, también romperán el pacto realizado de contar con poderes limitados a cambio de independencia, abrazando así la planificación financiera. Por ello necesitamos soluciones de verdad. En caso contrario podría llegar el día que alguien que no hemos elegido decida nuestros impuestos, nos preguntaremos quién demonios es ese señor, pero ya será tarde.

¿Qué pasaría si mañana un banquero central decidiese que los asalariados debemos pagar más impuestos? Probablemente quien se viese afectado por la medida se enfadaría, preguntándose: ¿quién demonios es este señor para subirme los impuestos? Y con razón. Precisamente los banqueros centrales no son elegidos directamente por los ciudadanos, gozando por tanto de gran independencia en sus decisiones, por limitarse su trabajo a la política monetaria, no fiscal. ¿Qué pasaría entonces si un día decidiesen extralimitarse? Eso precisamente es lo que puede estar pasando ahora mismo.

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