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Motivos para ser optimistas en 2017
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Kike Vázquez

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Motivos para ser optimistas en 2017

España tiene cosas malas, también buenas, y en 2016 hay unas cuantas que nos permiten encarar el próximo año con optimismo

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Como ya es tradición desde el año 2012, escribo en mi último artículo del ejercicio un texto con cierto sesgo positivo, tratando que dicho optimismo no sea una ilusión sino que se vea refrendado por los datos. En aquel 2012 nadie confiaba en nuestro país, por lo que el título fue un cauto ‘Razones para ser un poco optimista en 2013’. En ese artículo explicaba que en crisis como la que sufrimos primero se recupera la cuenta corriente con el exterior, luego viene el crecimiento y finalmente mejora el empleo. Hoy, 4 años después, podemos decir que España sigue por el buen camino.

Lo primero que es digno de elogio es el excelente comportamiento que estamos teniendo con el exterior. Cada día se escucha más, pero insisto porque no es suficiente. Hemos hecho una proeza ajustando el saldo de nuestra cuenta corriente: pasamos de un -10% en el año 2007 a un 2% positivo estimado por el FMI para 2016. Simplemente hemos pasado a la historia (y por algo bueno). De hecho, si queremos saber cuándo fue el último año que España obtuvo un superávit del 2% no lo encontraremos en la base de datos del FMI.

Además, hay que señalar dentro de ese etéreo concepto llamado cuenta corriente, que el saldo de bienes y servicios (quizá el más importante para valorar nuestra competitividad) sigue dando señales positivas, alcanzando el segundo mayor saldo de la serie facilitada por el Banco de España a 30/9: +27 mil millones (récord 2013: +28 mil millones). El turismo no deja de batir récords, y no solo eso, también los servicios no turísticos. Nuestra asignatura pendiente, los bienes, marcan un saldo de enero a octubre de -15 mil millones, una cifra que siendo negativa, solo encuentra parangón en 2013 o bien si volvemos a la peseta.

Este fortísimo ajuste con el exterior, digno de libro de los récords, aun encima no está penalizando nuestro crecimiento, lo que lo hace aún más meritorio. Y es que, cuando el saldo neto con el exterior mejora suele ser por el incremento de las exportaciones pero, principalmente de un retroceso de las importaciones. O lo que es lo mismo, una caída de la demanda interna, o lo que es lo mismo, no es nada fácil crecer como lo estamos haciendo y al mismo tiempo seguir ajustando nuestra economía con el exterior. Ese es otro motivo para sentirse muy orgulloso.

Nuestro crecimiento esperado para 2016 según el FMI es superior al 3%, algo al alcance de muy pocos. Véase Francia (1,3%), Alemania (1,7%), Italia (0,75%), Holanda (1,7%), Portugal (1%), Reino Unido (1,8%), o Estados Unidos (1,6%). Para que no parezcan ejemplos buscados concienzudamente para salir mejor en la comparación, decir que Suecia (3,5%) o Irlanda (4,9%) nos ganan. Si bien, estamos claramente por encima de la media y creciendo a niveles inimaginables hace solo 4 años. Un nuevo aplauso para nuestra economía.

Como escribía el año pasado, más allá de riñas electorales sobre si esto es debido al petróleo, a los bajos tipos, a las reformas o a un mix de todas ellas, lo que es indudable es que estamos mejorando año a año, y eso se llama avanzar. También existen tareas pendientes, por supuesto, y me gustaría centrarme muy rápidamente en tres de ellas: el desempleo, la productividad y el envejecimiento. Temas que están muy relacionados entre sí, aunque a simple vista no lo parezca.

No existe duda alguna de que el desempleo debe ser nuestra máxima prioridad. Un país en el que 1 de cada 5 personas que quiere y puede trabajar no lo hace, simplemente no está funcionando correctamente. Y eso con una productividad que no es para tirar cohetes. En 2009 conseguimos un hito: nuestra productividad por hora trabajada fue de 105,6 (Europa de los 28 es el 100), superando a países como Alemania (104,3). La diferencia fue ellos conservaron el empleo con una mayor flexibilidad, y aquí el ajuste se hizo recortando plantilla. Ahora, cuanto más empleo recuperamos menos productivos somos (101,5 en 2015 frente a 106 Alemania) y eso, con un 19,2% de paro, según datos Eurostat, es un gran problema. O cambiamos, o nunca seremos productivos, o lo que es lo mismo, nunca tendremos los anhelados ‘salarios europeos’.

Es muy complicado mejorar productividad y crear empleo a la vez, casi tanto como crecer y mejorar el saldo comercial con el exterior. Ese es el gran reto de España para los próximos años. Y me ha gustado mucho que se saque a colación el debate de los horarios laborales, como así ha hecho la Sra. Bañez. En Europa duermen una hora más, pasan más tiempo con la familia, trabajan prácticamente lo mismo (OCDE o Eurostat) y son más productivos. ¿Son seres de luz? No, simplemente los trabajadores saben que una hora pagada debe ser trabajada, los empresarios que el ‘presentismo’ no aumenta la cuenta de resultados. Eso y no dedicar más de una hora para comer, cierto. Ah, y luego, para complicarlo más, está el auge de los robots, claro. No será fácil buscar solución para generar mucho empleo y productivo.

Como observamos últimamente el envejecimiento y el desempleo tienen consecuencias: no existen los suficientes activos para pagar las prestaciones prometidas a los inactivos. Las reformas realizadas han sido ambiciosas, aunque como ya dije, con el desempleo actual un país no funciona. Por ello necesitamos más trabajo, más productividad, pero también más conciliación. O creamos un entorno más flexible en donde tener hijos no sea una carrera de obstáculos, o no solo tendremos problemas con las pensiones, sino como país. No debemos olvidar que la economía se hace para las personas y, si el sistema no permite ‘la vida’, algo habrá que cambiar. No estamos ante una entelequia, estamos ante una necesidad tan acuciante como el desempleo, no visible en el corto plazo, pero traumática en el largo.

Debemos ser conscientes de lo negativo, pero también debemos aplaudirnos por lo positivo, no ha sido poco ni fácil. Debemos ser conscientes de los posibles 'cisnes negros' a nivel internacional: ¿Cuánto durará el ciclo estadounidense? ¿Seguirá la burbuja china sin pinchar? Y de lo vulnerables que somos a lo que pasa a nuestro alrededor. Una subida de tipos, una subida del petróleo, un frenazo del comercio mundial…Pero también, saber disfrutar los esfuerzos realizados.

'Don't worry', como ya dije el año pasado, suceda lo que suceda, recordemos una frase que pronunció Lennon: la vida es eso que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes. No debemos de perder la perspectiva de las cosas: la economía es importante, pero nuestro gran tesoro no es ni el dinero ni el poder, sino nuestra vida. Somos nosotros, y nadie más que nosotros, los únicos responsables de disfrutarla, de darle sentido, somos nosotros los únicos responsables de nuestra felicidad. Somos nosotros mismos quienes, cuando el reloj de arena suelta su último suspiro, ejercemos de jueces. Por ello, ¿por qué no dejarnos de hacer 'otros planes' y dedicarnos a lo realmente importante? Así, 2017 seguro que será un gran año. A por él.

Felices fiestas.

Como ya es tradición desde el año 2012, escribo en mi último artículo del ejercicio un texto con cierto sesgo positivo, tratando que dicho optimismo no sea una ilusión sino que se vea refrendado por los datos. En aquel 2012 nadie confiaba en nuestro país, por lo que el título fue un cauto ‘Razones para ser un poco optimista en 2013’. En ese artículo explicaba que en crisis como la que sufrimos primero se recupera la cuenta corriente con el exterior, luego viene el crecimiento y finalmente mejora el empleo. Hoy, 4 años después, podemos decir que España sigue por el buen camino.

Eurostat Banco de España Paro