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Panga, antibióticos y un problemón global
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Kike Vázquez

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Panga, antibióticos y un problemón global

La polémica del panga es un buen ejemplo de un gran problema que está emergiendo: el abuso incontrolado de los antibióticos y las dudas sobre la seguridad alimentaria

Foto: Foto: Wikimedia.
Foto: Wikimedia.

Panga, el pescado de moda. Proteína animal de bajo coste y sin espinas, ¿qué más se puede pedir? Quizá que sea sano. ¿Lo es? En julio de 2008, tras numerosas advertencias por parte de la Cooperativa de Armadores de Vigo, El Correo Gallego decidía hacer un experimento: comprar panga en diversos establecimientos y analizar las muestras en un laboratorio. El resultado fue alarmante, en 6 de las 8 muestras encontraron ‘listeria monocytogenes’, causante de la listeriosis, y en una de ellas restos de ‘vibrio cholerae’, bacteria portadora del cólera.

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La polémica, a nivel europeo, ya había saltado anteriormente gracias a un documental francés emitido en el año 2006. Asimismo, en el año 2014 otro documental, esta vez de Documentos TV de RTVE, dudaba de las bondades del pescado por su creciente contaminación: pesticidas, mercurio, antibióticos y una industria no demasiado preocupada son algunos de los problemas encontrados. Recientemente Cuatro volvió a poner en el punto de mira al panga con otro interesante reportaje. Si bien, cuando realmente ha estallado el debate entre la población ha sido con el veto de Carrefour por supuestos ‘problemas medioambientales’ (que no de salud).

El resumen es que el panga es una proteína muy barata, pero los métodos de producción, aunque legales, distan mucho de ser adecuados para nuestra salud. La respuesta un poco más elaborada es que los políticos occidentales, ante el también importante problema de alimentar a una creciente población mundial, han sido, en algunos casos, demasiado laxos con los controles a los alimentos importados. Probablemente no esperaban que esto pudiese desembocar en algo tan grave como es lo que ya empieza a intuirse. Y es que el nacimiento de las ‘superbacterias’ inmunes a los antibióticos tiene mucho que ver con ello.

Foto: Un filete de panga (CC)

El 90% de la producción mundial de panga procede de Vietnam, especialmente de las piscifactorías del entorno del rio Mekong, siendo España uno de los principales importadores a nivel mundial y el primer importador europeo con un 20% de cuota. Dicho rio es uno de los más contaminados del mundo y las técnicas de cría distan mucho de cumplir los estándares impuestos a la producción europea. A pesar de ello confiamos para importar en los controles que realizan los laboratorios vietnamitas y en un muestreo de un porcentaje ínfimo del producto para seguir creyendo que todo va bien. Si en EEUU y Japón lo restringen por algo será.

Si bien lo grave de este asunto no es el panga. No. Lo grave de este asunto abarca la totalidad de productos alimenticios importados del sudeste asiático. Da igual que hablemos de vegetales, cerdos o pescado, el sudeste asiático sufre graves problemas de contaminación y adulteración de sus productos. Incluso el ‘saludable’ té es cuestionable. Por ello creo que debemos de ir más allá de la polémica surgida en torno a un pescado y enlazar dicha situación con otra noticia reciente: la primera mujer muerta en EEUU por una bacteria resistente a los antibióticos.

Podría parecer que ambas noticias no tienen relación, que una cosa es la contaminación de un rio y otra bien distinta el abuso que hacemos de los antibióticos, a los cuales recurrimos para demasiadas dolencias. Sin embargo, como muchos lectores sabrán, el principal abuso no se da en el primer mundo, sino en el sudeste asiático. Por ejemplo China utilizó, en 2013, 162.000 toneladas de antibióticos, aproximadamente la mitad del total mundial, y casi un tercio fueron directamente a ríos y suelos. Algo de lo que no somos, para nada, inocentes en occidente (y lo que también merecería medidas mucho más estrictas), si bien en el gigante asiático se llevan la palma.

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Las prácticas en sus granjas son para echarse a temblar. No solo ‘dopan’ con antibióticos a sus animales de granja para que sean más fuertes y enfermen menos, posteriormente los residuos terminan en ríos y piscifactorías (contando China con el 60% de la capacidad productiva mundial), en donde los peces, ya de por sí, son alimentados con antibióticos . El resultado es que da igual comer cerdo, pollo, panga o espárragos, si el producto es chino existe riesgo de adulteraciones poco saludables. En teoría lo que importamos está controlado y no presenta unos niveles lo suficientemente altos para poner en riesgo nuestra salud si no consumimos dicho producto habitualmente. Desgraciadamente el hecho de sea ‘poco perjudicial’ no me tranquiliza.

Recientemente se ha publicado un estudio realizado en dos hospitales chinos. Tras analizar a 17.000 pacientes con infecciones comunes, comprobaron que un 1% de ellos estaban infectados por bacterias inmunes al colistin, el antibiótico conocido como ‘de último recurso’. Lo curioso es que dicho antibiótico se ha usado durante años en China, pero no en personas, sino en la agricultura y ganadería por su bajo precio. Una teoría es que la resistencia de las bacterias ha pasado de la agricultura y la ganadería a las personas, lo que podría suponer un grave problema ya que el ‘antibiótico de último recurso’ podría no funcionar y que enfermedades comunes se conviertan en mortales. Este año China ha prohibido su uso para fines no humanos.

Otro estudio entre 505 estudiantes de Shanghai encontró trazas de antibiótico en el 80% de ellos. Y hablamos de niños que, se supone, reciben una mejor alimentación que los adultos. ¿Cuál es la solución? ¿Prohibir las importaciones? Una investigación de Bloomberg ha comprobado como la trazabilidad de los productos no es tal, y existen formas de ocultar el verdadero origen de los productos. Por ejemplo en 2011 los productos con contaminantes encontrados en aduanas eran en un 75% de procedencia china y en un 6% de Malasia, tras la imposición de un arancel, en 2015 eran en un 77% de Malasia. ¿Casualidad?

¿Entonces qué hacemos? Debemos alimentar a una creciente población de forma barata, y al mismo tiempo garantizar que dicha alimentación no perjudica nuestra salud. Por una parte debemos promover el comercio y no podemos controlar un número significativo de los productos importados, por la otra conocemos sobradamente prácticas censurables. Incluso tomando medidas drásticas como sería prohibir la importación, nada garantiza que no se salten la ley con sociedades pantalla. Quizá no existan soluciones 'oficiales', pero como consumidores sí tenemos voz y voto. Y no me refiero al panga, sino a poner la salud, en cualquier producto que compremos, en primer lugar.

Panga, el pescado de moda. Proteína animal de bajo coste y sin espinas, ¿qué más se puede pedir? Quizá que sea sano. ¿Lo es? En julio de 2008, tras numerosas advertencias por parte de la Cooperativa de Armadores de Vigo, El Correo Gallego decidía hacer un experimento: comprar panga en diversos establecimientos y analizar las muestras en un laboratorio. El resultado fue alarmante, en 6 de las 8 muestras encontraron ‘listeria monocytogenes’, causante de la listeriosis, y en una de ellas restos de ‘vibrio cholerae’, bacteria portadora del cólera.

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