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La banca y el private equity, condenados a entenderse
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Ignacio Sarría

Secretos del Private Equity

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La banca y el private equity, condenados a entenderse

Cuando está a punto de cumplirse dos años desde la irrupción de la crisis en los mercados de crédito, la tensión crece entre los proveedores de

Cuando está a punto de cumplirse dos años desde la irrupción de la crisis en los mercados de crédito, la tensión crece entre los proveedores de deuda y capital en algunas de las operaciones de buyout llevadas a cabo con agresivos niveles de apalancamiento.

 

En la mayoría de los casos, se trata de compañías que fueron adquiridas en 2006 y 2007 con unos multiplicadores muy altos, y soportando unos niveles de apalancamiento que   -en un entorno de severa desaceleración económica- está obligando a los accionistas a negociar con los prestamistas una refinanciación de la estructura de capital que se adecue a la realidad económica actual.

A pesar de que muchas de las empresas afectadas son líderes en sus respectivos sectores y cuentan con marcas muy conocidas (es el caso de Samsonite, uno de los mayores fabricantes de maletas; Thule, proveedor de los conocidos accesorios para facilitar espacio para maletas en los coches; o Ferretti, el fabricante italiano de yates), en la mayoría de los casos soportan apalancamientos excesivos que necesitan ser reestructurados.

Los fondos de private equity afectados intentan convencer a los bancos para que asuman una quita sustancial de la deuda (en torno al 50%), a cambio de una participación en el capital de la misma (cercana al 30-40%) y asumiendo una inyección de capital adicional por el fondo. Hace unos días, CVC, uno de los fondos de private equity más reconocidos en Europa, llegó a un acuerdo similar con los bancos para refinanciar y mantener el control de Samsonite.

En otras ocasiones, el fondo de private equity no es capaz de mantener el control de la compañía afectada, y ésta es adquirida por un consorcio de los bancos acreedores y de inversores especialistas en situaciones “distressed”. Recientemente, el control del fabricante italiano de yates Ferretti cambió de manos como consecuencia de la obligación de reestructurar la deuda ante un deterioro sustancial de la cartera de pedidos de embarcaciones de recreo.

A lo largo de los próximos meses, asistiremos a situaciones parecidas donde bancos y fondos de private equity intentarán llegar a acuerdos para refinanciar los maltrechos balances de compañías de referencia en sus sectores. Me refiero a situaciones como la de  EMI, el sello discográfico británico propiedad de Terra Firma, o Monier, el mayor fabricante europeo de tejados y chimeneas adquirido por el fondo francés PAI a Lafarge en 2007.    

Las tensiones entre prestamistas y los accionistas como resultado del exceso de apalancamiento en algunas de las operaciones buyout no es muy diferente del conocido y costoso proceso de “rescate público” de los principales bancos del mundo, o los severos procesos de desapalancamiento a los que se están sometiendo algunas de las empresas industriales más conocidas, o incluso de los propios individuos en sus finanzas particulares.

Los fondos de private equity que invierten en controlar empresas de la economía real utilizando apalancamiento son víctimas, como el resto de inversores, de los efectos del exceso de endeudamiento que está provocando la mayor crisis financiera de los últimos setenta años. Como en el resto de activos financieros, la situación actual está sirviendo de filtro ineludible para calificar la habilidad y el talento de los gestores de private equity.

A pesar de la difícil coyuntura y de los complicados retos que afrontan la mayoría de los gestores para gestionar con éxito sus carteras, el momento actual no sólo ofrece oportunidades muy atractivas de inversión para obtener rentabilidades históricas sino que va a marcar una selección natural de los gestores mejor acreditados, que probablemente sobrevivirán durante mucho tiempo.

 

Ignacio Sarría, director general de Arcano Capital

Cuando está a punto de cumplirse dos años desde la irrupción de la crisis en los mercados de crédito, la tensión crece entre los proveedores de deuda y capital en algunas de las operaciones de buyout llevadas a cabo con agresivos niveles de apalancamiento.