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De círculo vicioso a círculo virtuoso
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Víctor Alvargonzález

Telón de Fondo

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De círculo vicioso a círculo virtuoso

Todo el mundo entiende que cuando se pierde la confianza en una persona –o en una marca– es muy difícil recuperarla. A nadie le extraña que

Todo el mundo entiende que cuando se pierde la confianza en una persona –o en una marca– es muy difícil recuperarla. A nadie le extraña que a un matrimonio le sea muy difícil superar una infidelidad o que un ahorrador al que le han colocado una acción preferente de un “bancocaja” no quiera volver a pisar la entidad. Pero, por algún extraño motivo, la gente no entiende por qué, haga lo que haga España, no consigue recuperar la confianza de sus acreedores (los mercados).

Los más perplejos son los políticos. Cada vez que les veo salir a explicar por qué recién tomada una medida no baja la prima de riesgo lo siento sinceramente por ellos. Estoy convencido de que actúan con la mejor intención y desde luego no son los culpables de diez años de desatino económico previo, pero, con todo respeto, les diría dos cosas. Primero, que la confianza no se recupera de un plumazo. Salvo que tomes medidas realmente espectaculares –que no ha sido el caso, salvo la de endeudarnos en 60.000 millones más, lo cual tampoco es como para estar eufóricos–, la confianza se recupera de forma gradual.

Espectacular habría sido que Rajoy hubiera utilizado su mayoría absoluta nacional, municipal y autonómica para alcanzar un pacto de Estado dirigido a promover un adelgazamiento masivo de la Administración –mientras se eliminen duplicidades me vale tanto más centralización como una mayor descentralización–, o anunciar su intención de vender una gran parte del patrimonio inmobiliario y empresarial del Estado (con ambas medidas se podrían obtener unos 60.000 millones de euros). Y decir que ese ahorro se dedicaría a incrementar espectacularmente el fondo de garantía de depósitos para crear una red de protección que permita iniciar un verdadero proceso de limpieza –venta y liquidación– de cajas “zombis”. Eso son cosas que impresionan a los mercados y que mejoran la confianza.

Como modesto conocedor del mundo financiero, lo segundo que les diría a nuestros gobernantes es que, para los mercados, hay medidas buenas, malas y mediopensionistas. Si en lugar de ahorrar sesenta mil millones lo que haces es pedir un crédito por ese mismo importe para crear un “Eurofrob” dirigido a seguir dilapidando dinero en “bancocajas”, entonces no hay que extrañarse de que a los mercados no les encante la idea. Por no hablar del baile de cifras (de déficit, de provisiones, del rescate...), o de los órdagos a la grande para que te den dinero o de los rescates tipo “sí, pero no”, etcétera.

Desgraciadamente, a estas alturas yo creo que haga lo que haga el gobierno ya no serviría de nada. Tenía poco tiempo y poco margen de actuación y mucho me temo que ha perdido ambos. Esto solo lo salva con un avalista. Cuando alguien pierde totalmente la confianza de sus acreedores, la única salida es que le avale un pariente o un amigo rico. Así de simple.

Veamos cómo. Ahora mismo, Europa está metida en un círculo vicioso (léase en el sentido de las agujas del reloj empezando a las 12:00 en punto):

El círculo vicioso de la economía europea

                                                 DÉFICIT Y DEUDAS

DUDAS SOLVENCIA                                                                 AUSTERIDAD

                                                        RECESIÓN

La política de austeridad que requiere la contención de la deuda incrementa la recesión, lo que a su vez genera más dudas sobre la capacidad de los estados para reducir y pagar sus deudas, y a su vez incrementa la prima de riesgo y neutraliza gran parte de los esfuerzos para contener el déficit.

Pero supongamos que llega ese tío lejano que se ha hecho de oro en América y que, como siempre le hemos caído muy bien, decide firmar un documento que avala todas nuestras deudas. Imaginemos ahora que ese tío lejano es Alemania y lo que hace es aceptar la idea de los eurobonos y/o el aval ilimitado del BCE a los fondos de rescate para la compra masiva de deuda española, a cambio de que se cree un mecanismo europeo de supervisión bancaria donde ellos puedan ejercer una gran influencia (como en el BCE) y con un pacto fiscal como el que ya existe. Solo en ese caso habría alguna posibilidad de que el contribuyente alemán aceptara ser avalista de las “cigarras” europeas. Entonces entraríamos en este otro círculo:

 

El círculo virtuoso de la economía europea

                                                         AVALISTA

                                     (Eurobonos / Compra ilimitada de deuda)

MEDIDAS PRO CRECIMIENTO                             BAJA PRIMA DE RIESGO

                                           REDUCCIÓN DEL DÉFICIT

La clave está en hacer que baje la prima de riesgo. Los eurobonos o el “Bazooka” (el aval ilimitado del BCE) son la única forma de conseguirlo. Y si se consigue, por ejemplo, reducir a la mitad lo que nos cuesta la deuda (la prima de riesgo) y el Gobierno se decidiera de una vez por todas a atacar los gastos improductivos y duplicidades de la administración, entonces tendríamos margen para tomar medidas pro crecimiento (inversión pública, bajada de impuestos, apoyo a las pymes…). Así entraríamos en un círculo virtuoso de pagar menos por nuestra deuda, poder dedicar dinero a promover el crecimiento y generar así ingresos para devolver deudas. Un dinero mejor empleado que metido en bancocajas de más que dudosa viabilidad y solvencia, por cierto.

La buena noticia es que la solución a la crisis de confianza en Europa existe y está al alcance de la mano (de los políticos). Las malas: que no sé si Alemania comprará finalmente la idea –o si llegará a tiempo para hacerlo– y que tampoco está claro que el resto de políticos europeos entiendan que Alemania no puede dar ese paso si su aval no cuenta con la garantía de que lo ocurrido no volverá a producirse nunca.

Moraleja para los inversores: si vamos saliendo del círculo vicioso y entrando en el virtuoso, habrá que plantearse ser más agresivo en las inversiones. Si se mantiene el círculo vicioso, entonces hay que mantener la misma estrategia que venimos recomendando desde hace meses y que se expone en artículos escritos en aquellas fechas.

Todo el mundo entiende que cuando se pierde la confianza en una persona –o en una marca– es muy difícil recuperarla. A nadie le extraña que a un matrimonio le sea muy difícil superar una infidelidad o que un ahorrador al que le han colocado una acción preferente de un “bancocaja” no quiera volver a pisar la entidad. Pero, por algún extraño motivo, la gente no entiende por qué, haga lo que haga España, no consigue recuperar la confianza de sus acreedores (los mercados).