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La encrucijada (No hay que bajar la guardia 2ª parte)
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Víctor Alvargonzález

Telón de Fondo

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La encrucijada (No hay que bajar la guardia 2ª parte)

Este ha sido un año excelente para invertir en fondos de inversión. Quienes, por poner un ejemplo, hayan dirigido sus inversiones hacia fondos que invierten en

Este ha sido un año excelente para invertir en fondos de inversión. Quienes, por poner un ejemplo, hayan dirigido sus inversiones hacia fondos que invierten en renta variable norteamericana y/o emergente, en renta fija privada de buena calidad crediticia –y no tan buena– y/o en deuda pública de países solventes –o al menos respetados por los mercados, aunque no sean tan “solventes”– habrán obtenido una estupenda rentabilidad.

Pero voy a vencer la tentación de dedicar este “post” a “recordárselo” con números a quienes decían que yo recomendaba fondos de este tipo en lugar de depósitos (y reconozco que se me “escaparon” la deuda pública norteamericana y alemana de largo plazo) porque no me interesaba recomendar depósitos bancarios, ya que no trabajaba en un banco, sino que era –soy– un asesor independiente. O algo así. Pues ya ven. Lo bueno de las finanzas es que, al final, las cifras “cantan”: cualquier cartera de fondos, por conservadora que fuera, que se haya posicionado en los activos de renta fija mencionados anteriormente –y hablo de muy buena calidad crediticia habrá batido sobradamente al depósito más rentable que haya podido salir este año al mercado.

Y encima con liquidez diaria e inmunidad a riesgo de entidad (los fondos de inversión son inmunes, por ley, a quiebras o suspensiones de pagos de entidades financieras, porque se trata de un patrimonio de los partícipes, que nada tiene que ver con el activo/pasivo de un banco, por eso no necesitan de un fondo de garantía, como los depósitos). Y no les quiero decir en el caso de las carteras de fondos de perfiles agresivos, con índices como el Nasdaq superando el 15 % de rentabilidad en lo que va de año, o el Hang Seng, con un 20% de subida.

No, no voy a hacer perder el tiempo a los lectores con temas del pasado, ya que nada aportan. Además: también podía haberme equivocado. Hoy vamos a hablar de futuro. Tenemos que cuidar, por un lado, el futuro de ese inversor satisfecho, que ha sido hábil o ha estado bien asesorado: haría mal en creer que lo que es bueno hoy lo será también mañana. Ese era el argumento del reciente artículo “No hay que bajar la guardia” y el inicio del de hoy, que es, en cierto sentido, la segunda parte de aquel y en el que vamos a centrar un poco más la cuestión. En cuanto al que no acertó o no fue bien asesorado en 2012, que no se preocupe y preste atención: 2013 va a ser el año de la “segunda oportunidad”. Aunque seguramente siguiendo una estrategia distinta.

En la ocasión anterior finalizaba diciendo que estamos en un “impasse” en el que la economía mundial se mueve entre caer definitivamente en lo que denominé hace tiempo “japonetización” (pueden ver a que me refiero con este curioso término en “La japonetización de la economía occidental”, en este mismo “blog”), o salir definitivamente del agujero. Comentaba que las carteras que han funcionado bien este año son adecuadas para el “impasse” actual, pero no para el momento en el que la economía tome uno de los dos caminos, bien sea el de la japonetización, bien sea el de la recuperación. Y lo tomará, porque o bien los políticos y las autoridades económicas han tomado las medidas adecuadas –en cuyo caso empezaremos a ver más que brotes verdes– o se habrán equivocado de cabo a rabo, en cuyo caso lo que veremos será la fea cara del estancamiento con deflación que ha caracterizado a la economía japonesa durante décadas, precisamente por los errores que cometieron sus políticos y autoridades monetarias.

Pero no se desanimen. Si ese fuera el destino que nos espera no sería un escenario “malo” para un inversor. Lo sería sólo para el que no perciba el cambio o no le avisen a tiempo y no actúe en consecuencia. Todos los escenarios económicos pueden ser buenos para invertir si uno se sitúa en el sitio justo en el momento adecuado, porque siempre que baja un activo sube otro. Por ejemplo, un escenario “a la japonesa” ha sido rentable para un japonés –o un extranjero– que comprara deuda pública japonesa –directamente o vía fondos– cuando los tipos de interés de la deuda japonesa todavía eran relativamente altos y empezaba a asomar la fea cara de la deflación. La deflación genera una bajada drástica de los tipos de interés en el mercado, y un 3% de rentabilidad con una deflación del -1% supone una rentabilidad real del 4%, a lo que hay que añadir la plusvalía que se obtiene por el incremento de valor del bono adquirido a buen precio. Para desconocedores de la materia: a más bajan los tipos de interés en los mercados, más sube el valor del bono en los mismos. Si yo tengo un bono con vencimiento a cinco años que da un 3% y los tipos de mercado del mismo plazo (y activo) bajan al 1%, mi bono vale más, ya que da un 3% y en el mercado un bono similar solo paga un cupón del 1%. Es lo que ha ocurrido con los bonos alemanes o norteamericanos este año: su rentabilidad ha caído a mínimos históricos, pero se ha hecho un gran negocio con ellos gracias a la revalorización del bono, no por el cupón.

Un escenario de japonetización “global” requeriría una inmediata revisión de toda la cartera. Empezando por la renta variable y siguiendo por la renta fija. Si Europa arrastrara al mundo al modelo japonés de estancamiento y caída de precios –porque la fuerza “japonetizadora” viene de Europa, además del propio Japón– habría que reducir drásticamente el peso de la renta variable en cartera. No se salvaría ni la americana ni la de ningún sitio. Si apostamos en su día por la renta variable USA era porque pensábamos que la economía USA iba a mejorar y que los mercados descontarían esa mejora. Y también por la actitud de la Reserva Federal, mucho más inteligente que la del BCE. Las expectativas se han cumplido: en EE.UU. ha bajado el desempleo, se ha detenido la bajada de precios inmobiliarios y la economía crece, aunque sea poco. Pero si Europa, con su austeridad y su estancamiento, se convierte en un lastre demasiado pesado, ninguna economía podrá crecer con cierta fuerza, que es lo que necesitaría la bolsa USA para sumar otro 10% al 8% que ha subido el Dow Jones este año. De hecho, si Europa arrastrara al mundo a la “japonetización”, no habrá mercado de renta variable donde esconderse. Habrá muchas opciones de inversión, incluso de corte agresivo, pero no habrá bolsas rentables a medio plazo, salvo muy determinadas excepciones y “rallys” ocasionales.

Tampoco valdría la renta fija empresarial en general. En un mundo con una recesión en plan “gota malaya” –lenta, leve, pero constante y de muy larga duración, es decir, japonetización– muchas empresas, incluso empresas muy buenas, lo pasarían mal. Habría recalificaciones crediticias, quitas, impagos, dudas… Feo escenario para el que no sepa posicionarse adecuadamente en renta fija.

Ese sería el escenario negativo para la economía real, porque, insisto, es un escenario en el que se puede obtener una rentabilidad financiera interesante si se acierta en los activos y el timing. Pero qué duda cabe que para ganar dinero de verdad conviene tener la ayuda de la renta variable. Y la renta variable funcionará si, llegados a la encrucijada entre japonetización o recuperación, el mundo toma el camino de la recuperación. Es más podría funcionar hasta la bolsa española, que ya es decir. Si la “jefa” –Angela Merkel– ha acertado y la austeridad germana combinada con un férreo control de los bancos y de los presupuestos de las “cigarras” europeas acaba reduciendo las primas de riesgo, entonces podríamos asistir a una considerable subida bursátil –eso sí, solo temporal– y del valor de la deuda en la periferia Europea, esto a más largo plazo. Y no porque la economía vaya a mejorar, que no lo va a hacer, por el daño que se ha producido en el tejido productivo con el método elegido (les sugiero lean “Manifiesto” para ver a que me refiero), sino por lo que los anglosajones llaman “the relief rally” (la subida del alivio). Alivio de que el euro no se va a la porra, alivio de que España e Italia no acaban teniendo que declarar “default” (impago), como ha ocurrido con Grecia, etc. Un ejemplo de lo anterior: ha bastado la amenaza de una intervención seria del BCE, tanto la de compra masiva e ilimitada de deuda periférica como la de poner estrictas condiciones a los rescates, para que quienes no hayan quitado a tiempo las coberturas (fondos contrarios y de volatilidad) –o no les hayan avisado– se estén lamiendo ahora las heridas.

De momento solo puedo decirles los que creo que son los dos escenarios más probables. Y no es poco, porque para invertir bien lo primero que hay que tener claro es el terreno que se pisa. Mal empieza en el que no tenga esto claro. Luego vendrá lo más importante: qué comprar (activo, país o sector) y cuándo, todo ello en función de qué haga la economía cuando llegue a la encrucijada. Porque esto se definirá a lo largo de los próximos meses y de detectar todo esto a tiempo dependerá el resultado de nuestras inversiones y la rentabilidad de nuestros ahorros en los años venideros. Porque nunca hemos estado en una situación tan de “todo o nada” como la que se acerca. Los movimientos laterales –un “impasse” como el actual– son siempre más cortos que las tendencias de fondo, que duran años. Es como cuando un coche llega a un cruce: nadie se queda tres horas parado pensando qué camino tomar. Y el camino en el que entremos va a ser una tendencia. A la japonesa o hacia la recuperación definitiva. Y sea cual sea, será una tendencia que durará mucho tiempo. Algún día de los próximos doce meses va a ser un gran día para tomar decisiones.

Este ha sido un año excelente para invertir en fondos de inversión. Quienes, por poner un ejemplo, hayan dirigido sus inversiones hacia fondos que invierten en renta variable norteamericana y/o emergente, en renta fija privada de buena calidad crediticia –y no tan buena– y/o en deuda pública de países solventes –o al menos respetados por los mercados, aunque no sean tan “solventes”– habrán obtenido una estupenda rentabilidad.