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Víctor Alvargonzález

Telón de Fondo

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¡Feliz año nuevo!

Lo bueno de la economía es que es cíclica –salvo en Japón–, así que cumple con el refrán de “no hay mal que cien años dure”.

Lo bueno de la economía es que es cíclica –salvo en Japón–, así que cumple con el refrán de “no hay mal que cien años dure”. En lugar de dos tardes, los políticos europeos han empleado tres años en enterarse de qué van los mercados, pero da la impresión de que algo van pillando. Por su parte, la economía norteamericana ha tardado mucho más de lo previsto en reaccionar al estímulo monetario, pero si sus políticos no la lanzan por el abismo fiscal, los buenos datos de los últimos meses ya no son circunstanciales, son claramente tendenciales. Y, como suele ocurrir, también hace falta un poquito de suerte, en este caso representada por la sustitución del señor Trichet –ese “genio” que sube los tipos de interés a las puertas de una recesión global– por alguien con más luces y más conocimiento del mercado como es el señor Draghi.

Probablemente, cuando este “post” salga a la luz ya sabremos si los políticos norteamericanos son tan malos como los nuestros o si han conseguido ponerse de acuerdo para evitar el abismo fiscal. Y si el acuerdo es una chapuza o no, porque no vale cualquier cosa. Pero supongamos que lo consiguen. En ese caso podríamos estar hablando de una situación muy diferente a la que hemos vivido a lo largo de los últimos años.

Obviamente, los mercados ya han descontado el cambio. Aquí casi nadie se ha enterado, porque la mayoría de los ahorradores sólo miran la rentabilidad que da el ultimo depósito que lanza un 'bancocaja' asfixiado por falta de liquidez o un banco de inversión dispuesto a tirar de chequera para captar clientes, pero si en lugar de eso vieran los índices bursátiles del mundo –Eurostoxx incluido– se encontrarían en casi todo los casos con rentabilidades de dos dígitos y que en algunos casos superan el 30%.

No creo que esas rentabilidades se repitan. Los primeros compases de un cambio de tendencia de medio y largo plazo son los más potentes, pero sí podrían obtenerse buenos resultados bursátiles de nuevo. Primero, porque hay cosas que el mercado no ha descontado. Ha descontado que EE.UU. saldría adelante, pero no que ahora pueda venir lo bueno en cuanto a consumo o creación de empleo. Los precios del sector inmobiliario no sólo han detenido su caída, sino que están empezando a subir, y eso influye mucho en la actitud –y la capacidad de endeudamiento– del consumidor americano. Por su parte, la Reserva Federal ha inundado el sistema de dólares, y por algún lado acabarán saliendo.

Pero lo menos descontado, precisamente por difícil de creer, es que los políticos europeos sean capaces de arreglar sus problemas. Aun así, hasta el alumno más tonto acaba pasando de curso a base de repetir y de dar clases particulares. Son ya tres años para aprender sobre mercados y una pasta en clases particulares, pero se han enterado: control bancario + control presupuestario + reformas estructurales = BCE se sitúa como avalista de la deuda periférica. Con el 'placet' de Alemania. Y si hay avalista, bajan las primas de riesgo, vuelve a fluir el crédito y surge la esperanza de que se pueda volver al crecimiento. Es verdad que es difícil de creer que nuestros políticos y el BCE hayan entendido la ecuación, pero si lo han hecho –y después de tres años es la primera vez que lo veo posible– entonces van a pillar a más de un gestor con el pie cambiado y el flujo de dinero hacia las bolsas europeas puede ser importante.

Para entender mi punto de vista es fundamental echarle un vistazo a un post anterior titulado “De círculo vicioso a círculo virtuoso”, pues no pretendo alargarme repitiendo la teoría, y que llevo años recomendando evitar Europa y centrarse sólo en EE.UU. y emergentes. Pero si entramos en el círculo virtuoso habrá cambios. Y no sólo en la renta variable. También en la renta fija. Con un avalista como el BCE desaparece el miedo al impago y suben los bonos de los países que habían quedado solos ante el peligro, y que, además de tener un avalista, ahora hacen sus deberes (bueno, en España los hacen los ciudadanos, el Estado pone poco de su parte).

Los mercados no cambian porque cambie el año. Si lo hacen es por pura casualidad. De hecho el cambio empezó ya hace un par de meses. Pero este año sí podríamos decir lo de “año nuevo vida nueva” y es más: podría ser incluso más feliz que el anterior, que ha sido estupendo, pero difícil por sus altibajos. A lo mejor, 2013 es lo que suelen ser los mercados, es decir, tendenciales. Al alza, a la baja, siempre con dientes de sierra en sus gráficos, pero marcando tendencia, que es como se trabaja bien. Eso sí que sería un feliz año. Es lo que deseamos los profesionales del sector y es lo que les deseo, en lo personal, a todos Uds.: que tengan un feliz Año Nuevo.

Lo bueno de la economía es que es cíclica –salvo en Japón–, así que cumple con el refrán de “no hay mal que cien años dure”. En lugar de dos tardes, los políticos europeos han empleado tres años en enterarse de qué van los mercados, pero da la impresión de que algo van pillando. Por su parte, la economía norteamericana ha tardado mucho más de lo previsto en reaccionar al estímulo monetario, pero si sus políticos no la lanzan por el abismo fiscal, los buenos datos de los últimos meses ya no son circunstanciales, son claramente tendenciales. Y, como suele ocurrir, también hace falta un poquito de suerte, en este caso representada por la sustitución del señor Trichet –ese “genio” que sube los tipos de interés a las puertas de una recesión global– por alguien con más luces y más conocimiento del mercado como es el señor Draghi.