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Me apuesto una cena a que…
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Víctor Alvargonzález

Telón de Fondo

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Me apuesto una cena a que…

Todos los años digo que va a haber algún tipo de producto conservador que lo hará mejor que los depósitos. Y todos los años acierto. Este

Todos los años digo que va a haber algún tipo de producto conservador que lo hará mejor que los depósitos. Y todos los años acierto. Este tampoco va a ser una excepción. En años anteriores fueron los fondos que invertían en activos de renta fija de alta calidad crediticia, como bonos alemanes, norteamericanos o bonos –deuda-  de empresas europeas de primer nivel a las que llamaba SSD, por ser europeas, sí, pero sólidas, solventes y bien diversificadas internacionalmente (¡Qué error, qué inmenso error!”). Así, mientras la gente se obsesionaba comparando depósitos, a ver si podía sacar un 3,75% en lugar de un 3,50%, el inversor bien asesorado ganaba entre un 6% y un 10% anual en fondos de inversión conservadores cuyos activos en cartera eran “tan” arriesgados como bonos alemanes, bonos de Iberdrola o deuda senior -la de mayor calidad crediticia- de Banco Santander o un BBVA. Y, encima, al hacerlo vía fondos, la fiscalidad les ha resultado mucho más manejable -y favorable- que si hubieran invertido en un depósito. Por no hablar de que un día “Bancocaja Pepe” sea nacionalizado y el Estado diga que ese 5% que prometieron es inviable y no se va a pagar.

Los ahorradores deben empezar a ser conscientes de que o buscan fuentes alternativas de asesoramiento o sólo van a ver lo que los bancos quieran que vean. ¿Que a los bancos les interesa colocar fondos garantizados porque dan estupendas comisiones y mínimo trabajo, para el banco, claro)? ¡Pues toma campaña de garantizados, toma millonada invertida por los ahorradores en garantizados y toma un 1% anual de rentabilidad como resultado para miles de frustrados clientes! ¿Que los bancos necesitan afianzar su base de recursos para cumplir con las normas internacionales? ¡Pues toma preferentes! ¿Que los bancos necesitan pasivo? ¡Pues toma guerra de depósitos! Y eso es lo que recomiendan, aunque siempre haya cosas mucho mejores e igual de tranquilas para el ahorrador. Y así será por los siglos de los siglos, salvo para quien decida consultar a alguien que no sea arte y parte en el producto recomendado.

Pero no se preocupen, no voy a dedicar este artículo a contar las bondades del asesoramiento financiero independiente. Sólo trato de contarles cuál es la realidad del sector, desde la posición de alguien que trabaja en los mercados, y cómo defenderse de esa a veces dura realidad porque, en cualquier caso, la realidad del sector financiero español es dura, sí, pero es mejor no darle la espalda, porque, como dicen los británicos, la realidad muerde. Y la realidad es que los bancos le van a seguir colocando lo que a ellos les interese que usted compre, no lo que a usted necesariamente le interesa comprar. Aclarado esto, vamos al meollo de este artículo, que no es otro que localizar el producto conservador que, este año, como ha ocurrido en todos los anteriores, batirá a los depósitos. Y para mí no es otro que el fondo de inversión que invierta en deuda pública europea.

Ya veo rasgarse las vestiduras a más de uno. ¿Bonos españoles? ¡Pero si lleva usted más de tres años diciendo que ni mirarlos! Totalmente de acuerdo. Eso llevo recomendando desde hace más de tres años. Igual que evitar las bolsas europeas y centrarse en los EE.UU., o invertir en renta fija privada de alta calidad crediticia. Pero la economía es cíclica y está cambiando. Y, por primera vez en muchos años, cambia para bien. Y lo digo en términos financieros, cuidado, no hablo de la economía real española, que tardará más y nunca volverá a ser la que era. La situación financiera (la prima de riesgo, el déficit, la bolsa, etc.) es la que está cambiando. A costa del esfuerzo de los ciudadanos, claro, no del Estado, remiso a apretarse el cinturón, a dejar el coche oficial, la poltrona del Senado o el puesto “de confianza” de turno. O a eliminar sus múltiples y caras duplicidades administrativas.

Y está cambiando con la ayuda -en finanzas se le llama aval, que es menos romántico, pero más realista-del BCE. Pero lo que importa es que estamos empezando a salir del círculo vicioso en el que nos encontrábamos y empieza a existir una probabilidad muy razonable de que podamos entrar en el círculo virtuoso que generaría la recuperación de cierta confianza en la deuda periférica europea (ver “De círculo vicioso a círculo virtuoso, del 23 de junio de 2012). Y no hablo de Grecia, hablo de países europeos serios.

No se rasguen las vestiduras, señores comentaristas: en finanzas, cuando cambia el escenario, cambia la recomendación, y un buen estratega financiero tiene que tener cintura y entender que nada es para siempre. Y aunque a nuestros excelsos líderes políticos les ha costado tres años en lugar de dos tardes  -y a nosotros un pastón en pagar sus “clases particulares”-,  están empezando a entender cómo hay que ganarse la confianza de los mercados y salir de este círculo vicioso en el que nos habían metido los “Zapateros”, “Berlusconis” y como se llamaran los primeros ministros que hayan gobernado Irlanda y Grecia en los últimos diez años (no hace falta acordarse de los nombres, no pasarán a la historia por su prudencia y, además, agradecerán que no se acuerde nadie de ellos, no vaya a ser que les pidan responsabilidades).

En nuestro caso, esta recomendación a favor de la deuda europea no es nueva. Hace tiempo que los fondos de inversión que seleccionamos tienen un cierto peso en deuda periférica. Y lo de “un cierto peso” es importante. Yo no estoy sugiriendo al inversor conservador que se tire a la piscina de la deuda italiana o española. Para nada. Lo que sugiero es tener un fondo que combine deuda periférica con deuda no tan periférica. O incluso que el fondo pueda tener también deuda privada –empresarial- de buena calidad crediticia. Esta última ha subido mucho, cierto, y su rentabilidad actual por cupón es baja, cierto también, pero aporta estabilidad y, además, podría aportar plusvalía -no todo es cupón en el mundo de la renta fija-, pues la correlación con las bolsas de este tipo de activo es positiva, es decir, se mueven en dirección similar, aunque no igual. Y ya dije desde estas mismas páginas hace un mes que veía claramente alcistas las bolsas europeas (“Lo cortés no quita lo valiente, 15 de diciembre de 2012), y se les dijo bastante antes a los clientes de esta casa. Y las sigo viendo alcistas.

Y, en segundo lugar, la menor rentabilidad que aporte al fondo la deuda de alta calidad crediticia, sea empresarial o soberana (alemana, holandesa, austriaca, etc.), se verá compensada por la rentabilidad que, por primera vez en muchos años, aportará la deuda soberana de menor calidad. Porque así son los mercados: cíclicos y tendenciales. Y las tendencias cambian. Pueden tardar años -suelen durar años, de hecho-, pero cambian. Por eso se advierte eso de “rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras”.

Diversificar invirtiendo a través de un fondo es, en mi opinión, la mejor opción, porque se convierte en una inversión perfectamente comparable en seguridad a un depósito de un banco español, que, por cierto, tampoco es que estén cómo para echar cohetes. Además, diversificando nos cubrimos ante la posibilidad de que vuelva Berlusconi o “algo” parecido a la política europea, ahora que los aprendices de economía y mercados -los políticos-habían entrado más o menos en vereda. Es más, un buen gestor puede “cubrir” la cartera del fondo ante incrementos temporales de la volatilidad, o sea, sustos tipo Berlusconi o los que nos seguirá dando Grecia.  Dicho esto, tampoco veo ningún inconveniente, como alternativa, en comprar un bono del Estado español, cobrar los cupones y venderlo al cabo de un año, y comparar si la suma del cupón más la plusvalía ha dado más que un depósito en el mismo periodo. Yo me apuesto una cena con la primera persona que me llame el martes a la oficina a que el bono -cupón más plusvalía- lo supera. Y me vale cualquier bono a más de tres años de vencimiento (que se puede vender perfectamente al cabo de un año, el mercado de deuda pública es el mercado más líquido que existe). Y hago extensible mi apuesta a la inversión vía fondo, pero eso tendrá que ser con alguien que se haga previamente cliente de la casa, porque no voy a poner en abierto el nombre del o los fondos que, en mi opinión, reúnen las condiciones expresadas anteriormente. Sería una falta de respeto hacia nuestros clientes, como cualquiera puede comprender, y una información que les encantaría a esos “estrategas” mediocres que viven de copiar lo que hacen otros (que, desgraciadamente, haberlos “haylos”)

Mi artículo anterior se titulaba “¡Feliz año!”, porque apostaba porque seguramente se superaría el “fiscal cliff” y que eso nos iba a dar un feliz año nuevo bursátil. Y está siendo una buena entrada de año para el inversor con capacidad de asumir riesgos (y que haya estado bien asesorado, claro). Ahora me apuesto una cena a que por, cuarto año consecutivo, hay un activo/producto conservador que supera a los depósitos. Es una buena forma de empezar el año para los inversores conservadores que, como el que deja de fumar, hayan decidido dejar de hacer lo que les diga el banco y empezar a hacer lo que sea bueno para sus ahorros.  

Todos los años digo que va a haber algún tipo de producto conservador que lo hará mejor que los depósitos. Y todos los años acierto. Este tampoco va a ser una excepción. En años anteriores fueron los fondos que invertían en activos de renta fija de alta calidad crediticia, como bonos alemanes, norteamericanos o bonos –deuda-  de empresas europeas de primer nivel a las que llamaba SSD, por ser europeas, sí, pero sólidas, solventes y bien diversificadas internacionalmente (¡Qué error, qué inmenso error!”). Así, mientras la gente se obsesionaba comparando depósitos, a ver si podía sacar un 3,75% en lugar de un 3,50%, el inversor bien asesorado ganaba entre un 6% y un 10% anual en fondos de inversión conservadores cuyos activos en cartera eran “tan” arriesgados como bonos alemanes, bonos de Iberdrola o deuda senior -la de mayor calidad crediticia- de Banco Santander o un BBVA. Y, encima, al hacerlo vía fondos, la fiscalidad les ha resultado mucho más manejable -y favorable- que si hubieran invertido en un depósito. Por no hablar de que un día “Bancocaja Pepe” sea nacionalizado y el Estado diga que ese 5% que prometieron es inviable y no se va a pagar.