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“Nueva York, París, Albacete” (o el surrealismo de Chipre)
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Víctor Alvargonzález

Telón de Fondo

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“Nueva York, París, Albacete” (o el surrealismo de Chipre)

Este curioso itinerario era el de una línea aérea de un comic de los geniales Mortadelo y Filemón. Una de esas viñetas surrealistas a las que

Este curioso itinerario era el de una línea aérea de un comic de los geniales Mortadelo y Filemón. Una de esas viñetas surrealistas a las que nos tenía acostumbrados el autor. Tan surrealista como si, en lugar de Albacete, pusiéramos Nicosia. Porque Nicosia, capital de Chipre, tiene una población sólo ligeramente superior al área metropolitana de Albacete. Y si consideramos la población autóctona de la isla, sería solo ligeramente superior a la de la provincia española, teniendo en cuenta que en Nicosia hay bastantes expatriados rusos (y algunos ingleses).

En términos económicos, la incompetencia con la que han actuado los políticos europeos y la locura mediática que ha desatado el rescate y la forma de hacerlo son tan surrealistas como la viñeta de Mortadelo y Filemón. Lo que nos lleva a reflexionar sobre dos cuestiones importantes. Primero, en que manos estamos (políticas) y, segunda, qué peligroso puede ser dejarse llevar por la locura colectiva. Por cierto, no sé si lo saben, pero el gobernador del banco central de Chipre se llama precisamente Pánicos (Demetriades), lo que añade otra pizca de surrealismo a la situación.

El caso es que, pese a ser una isla con un importante sistema bancario, ya que para ciudadanos y empresas rusos es un paraíso fiscal, el PIB anual de Chipre representa aproximadamente la mitad de lo que gana la empresa Apple en un trimestre. Este debería ser motivo suficiente para tranquilizar a un inversor institucional norteamericano que, de hecho, hasta hoy probablemente no tenía ni la menor idea de dónde estaba Chipre, o de su mera existencia. O para intranquilizarlo, la verdad, porque si por lo que ocurra en una isla de ese tamaño económico y geográfico se monta este revuelo, alguien está loco. O lo están los que vendieron cuando salió la noticia o lo estamos los que somos de la opinión de que al personal se la ha ido un poco la “olla”, como se dice coloquialmente. Si el que ante esta noticia ha vendido su bono español, y resulta dentro de unos meses que ha hecho lo correcto, entonces apaga y vámonos: la eurozona, el euro y la propia idea de la Unión Europea no valen nada.

El marasmo en que han convertido Europa sus políticos nos está haciendo perder el sentido de la perspectiva (y los nervios). Es cierto que el sistema elegido para el rescate es injusto. Tendrían que haber empezado por pasar factura a los accionistas de la banca chipriota, a los acreedores y a los grandes clientes. Solo en última instancia debería haberse incluido al pequeño ahorrador. Eso es evidente. Pero aquí no hablamos de justicia. Ni de ética. Tenemos que centrarnos en los efectos económicos y/o financieros de la cuestión, no en si son justos o no.

También es cierto que este asunto pone de nuevo en evidencia la forma chapucera que tienen los políticos europeos de enfrentarse a las crisis y de manejar la comunicación y las relaciones públicas. Podrían haber empezado por explicar que estas pobres victimas –y me centro en los grandes depositantes- llevaban años cobrando el 4% y el 5% por sus depósitos, así que porque un año se lo cobren en lugar de pagárselo tampoco es el fin del mundo (ya ven a qué llevan las políticas de extratipos: a que los paguemos todos). Pero la incompetencia, falta de sutileza e incapacidad para comunicar de nuestros excelsos “líderes” tampoco es algo nuevo. Llevan años haciendo chapuzas y aún así, gracias al esfuerzo de los ciudadanos y la presión de los mercados, hoy tenemos a Irlanda rescatada y de vuelta a los mercados; España ha pasado de un déficit del 9% al 6,7%; e Italia, pese a sus líos políticos, también hace sus deberes. Y tanto España como Irlanda y Grecia empiezan a incrementar sus exportaciones. A niveles récord, en nuestro caso. Y se avanza hacia la supervisión bancaria única y el control presupuestario paneuropeo. En otras palabras: pese a los políticos, Europa sigue en el camino correcto, saliendo poco a poco del círculo vicioso en el que sus “líderes” la habían metido. Y eso es más importante que el hecho de que se ponga un impuesto del 6% a depositantes de una pequeña isla, muchos de ellos multimillonarios rusos, que llevaban años cobrando extratipos. Lo realmente preocupante es pensar en quién está al mando de este avión (el de la eurozona). Eso es lo que había y hay que seguir vigilando.

Pero, una vez centrados, diremos que desde un punto de vista económico y financiero, lo ocurrido en Chipre ni es extrapolable a España ni representa un riesgo sistémico. En todo caso debe plantearse como lo de Grecia: ¿hasta qué punto por ser geográficamente europeo se es económicamente europeo? Pero esa es otra historia. Aquí lo importante es que los españoles están haciendo sus deberes, que la economía norteamericana ya empieza a ser el motor que necesitaba la economía mundial, que Japón se ha lanzado a por todas para salir del estancamiento –y no es cualquier economía–, que los emergentes se apuntarán al crecimiento en cuanto les den la mínima opción, que los bancos centrales no van a cerrar el grifo –y menos con un mercado tan sensible– y que en Italia, antes que permitir que Berlusconi pusiera a un mafioso reconocido de presidente del Senado, los miembros de la coalición cinco estrellas, que teóricamente no iban a apoyar a nadie, han preferido votar a favor del juez antimafia que presentaba la coalición de centro izquierda. En otras palabras, que al final, hasta en Italia se impone cierta cordura. No le quepa a nadie la menor duda que si algo de lo anterior fallara, no nos temblaría la mano para lanzar una recomendación de venta. Pero por lo ocurrido en Chipre, y si solo hablamos de Chipre, no.

Por supuesto que no descartamos que la incompetencia política europea nos lleve a cambiar de opinión. Nuestros políticos son especialistas en convertir un pequeño problema –como lo fue Grecia en su día– en una crisis sistémica. Pero de momento no es el caso. Afortunadamente, en esta ocasión han metido la pata en un agujero muy pequeño. Han entrado cual elefante en una cacharrería, pero la cacharrería es muy pequeña. Por supuesto que el elefante sigue suelto y que en Europa hay tiendas de porcelana de mucho mayor tamaño en las que nuestros políticos podrían hacer su agosto, por eso los vigilamos de cerca y no bajamos la guardia. Pero, hoy por hoy, afortunadamente, la metedura de pata lo ha sido en un agujero muy pequeño. Concretamente del 0,2% de la economía de la eurozona.

¿Y en que acabará todo esto? Pues nada, que no salimos de tener que hacer predicciones políticas en lugar de económicas. Si ya es difícil lo segundo, imagínense tener que meterse en la calenturienta mente de los políticos. Pero en fin, hay que estar a las duras y a las más duras.

En mi modesta opinión, estamos ante una negociación más. Una negociación chapucera, más parecida de hecho a una discusión de bar, y encima ante los atónitos ojos del mundo entero. Ese ha sido, de hecho, el primer error. Este debate tendría que haberse realizado entre bastidores y haber salido con un compromiso. Y no hablo sólo de la UE, sino de toda la famosa Troika y de Rusia.

El proceso es el siguiente: la UE lanza un órdago a la grande –no olvidemos que Merkel tiene elecciones a  la vuelta de la esquina– y queda de “dura”. Los chipriotas responden como el que se pone chulo con el tipo más fuerte del bar, que además está con su chica (Angela Merkel) al lado y no puede achantarse. Y responden –los chipriotas– con un puñetazo a la mandíbula (votando que no). O sea, que les da igual que les manden a la bancarrota, que ellos son muy chulos y que la propuesta es injusta (que lo es). En ese momento todo el bar alucina. Por un dinero que, para lo que se ha gastado la eurozona en cubrir los desastres de sus políticos, es una auténtica minucia, han sido capaces de poner en duda la propia idea de fondo de garantía de depósitos. Porque serán chipriotas, pero hasta que no se demuestre lo contrario, son europeos de la eurozona.

Pero además de europeos –y parece que con parientes en Bilbao, visto como han respondido a la Troika– los chipriotas dicen que no y la Troika se queda como el gigante que ve como se le enfrenta un enano. Entre medias, y como en todos los líos de bar, entra gente a mediar. Y en este caso los más interesados: los rusos. Interesados en su dinero, por supuesto, pero interesados también en otras dos cosas: aprovechar la ocasión para quedarse con algunas inversiones en materia energética de la isla y, sobre todo, en la guinda: la posibilidad de instalar una base naval en la misma a cambio de su ayuda.

Pues miren: si yo fuera Obama, ponía yo los 5.000 millones ahora mismo. ¿Se imaginan uds. el follón geoestratégico que supondría que Rusia montara una base de esa magnitud al lado de Egipto, Israel, Siria...? ¿Nos vamos haciendo una idea del nivel de incompetencia de nuestros políticos que, llevando gastados cientos de miles de millones de euros en Irlanda, Portugal, Grecia y España, hayan abierto la puerta a este lío por cinco mil?.

Al final habrá algún tipo de acuerdo. Un banco “malo”, un dinero por aquí, otro por allá, otro de acullá, dejar en paz los depósitos de menos de 100.000 euros, etc., etc. Merkel se hará la dura frente a su electorado, luego hará como que cede un poco por el bien de Europa, y a seguir “palante” y correr un tupido velo sobre la última chapuza. Pero si es que estos políticos nuestros ya casi son predecibles: de una pequeñez montan una crisis sistémica y luego todos a recoger los platos rotos y volver a ponerlos en su sitio. Los sufridos ciudadanos europeos seguirán pagando la factura, pero, afortunadamente, el mundo no es sólo Chipre. Mientras damos el espectáculo, los bancos centrales seguirán con su proceso de llenar la economía de liquidez  -vean, si les interesa el tema, el artículo titulado “La bañera”-, los ciudadanos europeos seguirán aunando fuerzas para devolver las deudas de la última fiesta de sus políticos y equilibrar así las cuentas, lo que, junto con la buena marcha de la economía norteamericana, hará que en unos meses volvamos a olvidarnos de donde está Chipre. Eso si nuestros líderes no encuentran algún otro agujero en el que meter la pata, claro. Y lo harán, porque, si hay uno, lo encontrarán. Crucemos los dedos porque sea tan pequeño como… ¿cómo se llamaba esta isla?

Este curioso itinerario era el de una línea aérea de un comic de los geniales Mortadelo y Filemón. Una de esas viñetas surrealistas a las que nos tenía acostumbrados el autor. Tan surrealista como si, en lugar de Albacete, pusiéramos Nicosia. Porque Nicosia, capital de Chipre, tiene una población sólo ligeramente superior al área metropolitana de Albacete. Y si consideramos la población autóctona de la isla, sería solo ligeramente superior a la de la provincia española, teniendo en cuenta que en Nicosia hay bastantes expatriados rusos (y algunos ingleses).