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De profesión, Pedro el del lobo
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Víctor Alvargonzález

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De profesión, Pedro el del lobo

En los mercados hay muchos Pedros que advierten de la llegada inminente del lobo. Normalmente más que por divertirse lo hacen para vender algo o por ganar notoriedad

Foto: Agentes de bolsa trabajan durante el toque de campana de apertura en el parqué neoyorquino. (EFE)
Agentes de bolsa trabajan durante el toque de campana de apertura en el parqué neoyorquino. (EFE)

El otro día les hablaba de un ratio muy particular: el ratio del consenso. No, no lo busquen en Google, es invención mía. El asunto tenía un punto de broma, pero también les digo que creo que es bueno planteárselo muy en serio antes de tomar decisiones financieras. Como un indicador más, especialmente en sus lecturas extremas.

Visto el éxito de crítica y público -mil gracias, por cierto- hoy les sugiero otro parecido: el indicador de Pedro (el del lobo).

Al personaje ya lo conocen: ese pastor que asustaba constantemente al resto avisando de la llegada del lobo, hasta que un día resultó ser verdad y nadie le hizo caso, con desastrosas consecuencias para los pastores y, muy especialmente, para los rebaños.

En los mercados hay muchos Pedros que advierten de la llegada inminente del lobo. Normalmente más que por divertirse lo hacen para vender algo o por ganar notoriedad. Cuando trabajan para intermediarios financieros el objetivo es que la gente mueva sus carteras y genere comisiones de intermediación. ¡Que viene el lobo!: comisión de venta. ¡Falsa alarma!: corretaje de compra. El caso es que ambos, vendedores e intermediarios, confunden un montón al personal y sus tácticas pueden resultar perjudiciales para la salud financiera del mismo. Pero también aportan un dato interesante para el mercado.

Vendedores e intermediarios confunden al personal y sus tácticas pueden resultar perjudiciales para la salud financiera. Pero aportan un dato interesante

En una primera fase son perjudiciales porque la gente que los sigue se pierde un montón de oportunidades. Por ejemplo, el precio de los bonos – la “renta fija” – y de los fondos que invierten en ellos, ha tenido estos últimos años la mayor subida de su historia, pero hay mucha gente que, de tanto escuchar a los Pedros, se la han perdido. Es más, algunos creen que eso de la rentabilidad negativa significa que el precio de bonos y obligaciones ha caído en el periodo. Y nada más lejos de la realidad

¿Y que me dicen del Dow Jones? Quién haya escuchado a los Pedros de la renta variable pensará que ha caído, cuando desde 2009 el Dow ha subido la friolera de un 250%, que se dice rápido.

Pero el mayor perjuicio se produce en la segunda fase, porque si es malo dejar de ganar, peor todavía es perder.

El proceso es el siguiente: la gente sigue a su Pedro particular durante unos años, de forma que entran en el mercado, salen asustados cuando Pedro avisa, vuelven a entrar, vuelven a salir, y así durante mucho tiempo. O no entran nunca. Al final acaban pasando de Pedro, que es cuando llega el lobo y les pilla invertidos.

La gente sigue a su Pedro durante unos años, de forma que entran en el mercado, salen... Al final pasan de él, que es cuando llega el lobo y les pilla invertidos

¿Qué moraleja podemos sacar de este proceso, tan real como el mercado mismo? Que al principio los Pedros son un indicador alcista, pero que cuando el personal empieza a hartarse de ellos se convierten en un estupendo indicador bajista (se habla menos de ellos en medios de comunicación, redes sociales, etc.) El cambio suele tardar mucho tiempo en producirse, y nunca es total, porque está comprobado que si quieres ser conocido es mejor anunciar la llegada del fin del mundo que el advenimiento del paraíso. No me pregunten porqué, pero es así.

El caso es que los mercados tarde o temprano caen. Todo lo que sube baja, y esto en las bolsas es como la ley de la gravedad en la naturaleza. A medio y, sobre todo, largo plazo, Pedro siempre tiene razón, porque el lobo siempre ataca un día a las ovejas. El problema es que te pierdes lo que pasa entre medias. Eso sí: si hace tiempo que le aburre su Pedro personal, ojo, porque es cuando está más cerca de acertar.

A medio y largo plazo, Pedro siempre tiene razón, porque el lobo siempre ataca un día a las ovejas. El problema es que te pierdes lo que pasa entre medias

Luego están los Pedros de nueva generación. Muchas veces ni siquiera trabajan en los mercados financieros, pero, de repente, aparecen por ahí y se unen al coro del apocalipsis. Yo no los tendría en cuenta, porque lo que hacen es ruido y pueden hacernos perder de vista a los que importan, que son los Pedros “de toda la vida”

Otro tema a considerar es la versión actual del limpiabotas, aquel que mencionaba un famoso especulador norteamericano cuando dijo aquello de que “cuando mi limpiabotas me pregunta qué comprar, yo vendo”. Lo bueno es que los equivalentes actuales del limpiabotas que me voy encontrando por ahí me dicen, sin excepción, que la bolsa va a caer estrepitosamente. No suelen especificar ni que bolsa ni porqué, pero a nuestros efectos lo que importa es que son un indicador contrario, es decir, suele pasar lo contrario de lo que están pensando. Como el limpiabotas de Rockefeller.

El otro día les hablaba de un ratio muy particular: el ratio del consenso. No, no lo busquen en Google, es invención mía. El asunto tenía un punto de broma, pero también les digo que creo que es bueno planteárselo muy en serio antes de tomar decisiones financieras. Como un indicador más, especialmente en sus lecturas extremas.

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