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¿Han agotado los Bancos Centrales su munición?
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Alberto Artero

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¿Han agotado los Bancos Centrales su munición?

Poco a poco la crisis nos va familiarizando con términos que nos eran completamente desconocidos hace tan sólo unos meses. Conceptos como subprime, o el NINJA

Poco a poco la crisis nos va familiarizando con términos que nos eran completamente desconocidos hace tan sólo unos meses. Conceptos como subprime, o el NINJA (no income, no jobs, no assets) que da nombre al libro de nuestro joven bloguero Leopoldo Abadía, se han convertido en parte de nuestro vocabulario, anglicismos de traducción más enrevesada que el original y que hemos decidido adoptar en su idioma primigenio. Una coyuntura tan extraordinaria como la actual está constantemente generando variantes semánticas, nueva terminología que ha venido para quedarse una temporada. Esta semana se ha puesto de moda una denominación adicional: quantitative easing, el último y desesperado intento de los bancos centrales por tratar de activar el flujo de dinero en la economía. Hoy dedicaremos a lo que es un neologismo para la inmensa mayoría, este post de puente que no vean si da pereza escribir. Me inspiraré en las suaves colinas de Villamanta-Madrid donde disfruto de la familia política cual yerno ejemplar.

Para la mayoría de los analistas tanto económicos como financieros, el quantitative easing hace referencia a una actuación de carácter excepcional por parte de los guardianes de la ortodoxia en virtud de la cual, y toda vez que se han agotado los mecanismos tradicionales de política monetaria como las rebajas de tipos de interés o la relajación del coeficiente de liquidez exigido a las entidades privadas, intervienen directamente en el mercado mediante la compra de unos valores negociados determinados con el fin de aumentar la oferta monetaria en circulación, abaratar los costes de financiación,  procurar una reactivación del crédito y evitar la deflación. Para algunos autores, como Willem Buiter, no es exactamente así: es verdad que la expansión del balance de los bancos de bancos entraría dentro de la categoría del quantitative easing pero no es menos cierto que, según el perfil de los activos a adquirir, se podría modificar la composición de dicho balance, en cuyo caso entraríamos en lo que él denomina qualitative easing.

Poco a poco la crisis nos va familiarizando con términos que nos eran completamente desconocidos hace tan sólo unos meses. Conceptos como subprime, o el NINJA (no income, no jobs, no assets) que da nombre al libro de nuestro joven bloguero Leopoldo Abadía, se han convertido en parte de nuestro vocabulario, anglicismos de traducción más enrevesada que el original y que hemos decidido adoptar en su idioma primigenio. Una coyuntura tan extraordinaria como la actual está constantemente generando variantes semánticas, nueva terminología que ha venido para quedarse una temporada. Esta semana se ha puesto de moda una denominación adicional: quantitative easing, el último y desesperado intento de los bancos centrales por tratar de activar el flujo de dinero en la economía. Hoy dedicaremos a lo que es un neologismo para la inmensa mayoría, este post de puente que no vean si da pereza escribir. Me inspiraré en las suaves colinas de Villamanta-Madrid donde disfruto de la familia política cual yerno ejemplar.