Es noticia
La extraordinaria chapuza de Cajamadrid
  1. Mercados
  2. Valor Añadido
Alberto Artero

Valor Añadido

Por

La extraordinaria chapuza de Cajamadrid

Aburrida tarde de martes en la que decido darme un garbeo por la información que sobre SOS Cuétara hay en la CNMV, a ver si consigo

Aburrida tarde de martes en la que decido darme un garbeo por la información que sobre SOS Cuétara hay en la CNMV, a ver si consigo enterarme de lo que está pasando ahí. Pues bien, la conclusión no puede ser más demoledora. La compañía de alimentación se había convertido en el cortijo particular de un señor y su familia ante la indiferencia e incluso la aquiescencia de algunos de los accionistas de referencia, fundamentalmente cajas. Unas entidades financieras que toleraron, en aras de un dudoso interés estratégico regional, el crecimiento desaforado del balance de la firma, especialmente por el lado del pasivo; que hicieron la vista gorda a la operación crediticia vinculada que ahora se ha desvelado; y que se dejaron llevar por los cantos de sirena que el socio de referencia entonaba, de la mano de la propia Ahorro Corporación, convencidos de que la nave que les llevaba no se encaminaba al desastre. El final de esta historia ya lo conocen.

De hecho todo lo que rodea la compañía va envuelto de un aire de extrañeza. Pongamos dos ejemplos. A mediados de julio se acuerda la compra de la italiana Bertolli, una operación valorada en alrededor de 620 millones de euros que se financiaría, según el Hecho Relevante emitido en su día, mediante una ampliación de capital, la salida a bolsa del negocio local del aceite y la venta de activos no estratégicos. Pues bien, pese a la adjudicación de Cuétara a Nutrexpa en diciembre por 215 millones y tener firmada desde octubre la entrada en el capital de Cajamadrid por importe de 150, se firma un crédito sindicado ese mismo mes para hacer frente a la adquisición de 994 millones de euros, casi 375 más de lo necesario. ¿Por qué? Ah, amigo. Ni idea. El resultado es que toda la transacción se financia con una nueva deuda que se acumula a la ya existente al balance, que no se crean que el remanente se aprovecha para renegociar o liquidar la financiación anterior. Nada de nada. De lo dicho, ni pío.

El segundo supuesto, que es el caso más sangrante, hace referencia al crédito concedido por Sos a su accionista principal. Aquí todo es de chiste. Que no hay por dónde cogerlo, oiga. 212 millones de euros que van a parar a manos de Jesús Salazar y que, en las cuentas publicadas de 2008, se reconocen 101 a cierre de junio y el monto total al final. Extraño, pues el teórico destino final eran unas apasionantes inversiones en aceite y olivos con un fondo soberano, algo que podía haber realizado perfectamente la propia compañía y se podría haber materializado, en cualquier caso, en un solo pago, pero bueno. Más. La financiación no está vinculada a la operación sino que se concede, toma ya, por cinco años y se grava al mismo coste de financiación de la compañía. Sorprendente. Eso sí, Salazar aporta garantías, fundamentalmente acciones de Sos Cuétara por un importe equivalente al 220% del importe concedido. Aún así, la caída en la cotización de la acción ha provocado que la sociedad, ya con el socio fuera de la gestión, reconozca por este motivo una pérdida patrimonial de 190 millones de euros, el 85% de lo prestado. ¿Y el colateral?

Surgen de modo inmediato dos preguntas. La primera es, ¿dónde está el dinero? 212 millones son muchos millones como para que se desvanezcan de la noche a la mañana. La merma en el valor de la garantía, suficientemente extensa, no justifica de por sí la consideración de incobrable de lo prestado… si no se ha dispuesto de la liquidez recibida, claro está. Resulta evidente que no ha sido así. ¿Dónde ha ido el parné? No puede haberse evaporado. ¿A más acciones de Sos? La inversión media de Salazar a lo largo de 2008 alcanzó, millón arriba, millón abajo, los 70 millones de euros, compras que continuaron en 2009. Una posibilidad de la que se inferiría una suicida concentración de riesgos, pero puede ser. ¿A cubrir su riesgo Fadesa, donde invirtió cerca de otros 70 millones en dos tacadas? Depende de si hizo la Portillada de entrar de forma apalancada, crédito personal sobre crédito de la compañía, locura de ambición, o no. Sea cuál fuere el motivo último, los accionistas de Sos tienen derecho a saberlo. Probablemente les baste con llamar a la puerta de la propia Ahorro Corporación. Se me ocurre.

La segunda cuestión es, ¿en qué empleó Cajamadrid los cerca de 90 días que transcurrieron entre el acuerdo de intenciones firmado el 20 de octubre y su entrada en el capital a mediados de enero? Aun suponiendo un dudoso interés estratégico, que es difícil de encontrar, un proceso de due diligence operativa, financiera, legal, laboral, fiscal, medioambiental en una inversión de este tipo es, no sólo imprescindible, sino absolutamente exigible. Uno se pregunta cómo sus auditores y/o abogados no fueron capaces de percibir el riesgo de la compra de Bertolli y, sobre todo, un movimiento de liquidez en el seno de la compañía de 212 millones de euros, que se dicen pronto. Absolutamente increíble. El resultado, 85 millones de euros de ajuste negativo a valor de mercado en apenas cinco meses. Súmenle un poquito más de morosidad y que los cerca de 100 millones de exposición en Nozar entren en mora, si la inmobiliaria hace finalmente concurso voluntario de acreedores, y podemos tener un sobresalto en los resultados de este mismo trimestre, ingeniería contable aparte. No seré yo el que me sume a la campaña contra un Blesa que se ha apuntado a la Doctrina Pizarro de héroe si gano, mártir si pierdo, pero es que la caja lleva mucho tiempo de chapuza en chapuza. Y ésta, y ya es difícil, supera con creces a todas las demás. Obras son amores,,,

Aburrida tarde de martes en la que decido darme un garbeo por la información que sobre SOS Cuétara hay en la CNMV, a ver si consigo enterarme de lo que está pasando ahí. Pues bien, la conclusión no puede ser más demoledora. La compañía de alimentación se había convertido en el cortijo particular de un señor y su familia ante la indiferencia e incluso la aquiescencia de algunos de los accionistas de referencia, fundamentalmente cajas. Unas entidades financieras que toleraron, en aras de un dudoso interés estratégico regional, el crecimiento desaforado del balance de la firma, especialmente por el lado del pasivo; que hicieron la vista gorda a la operación crediticia vinculada que ahora se ha desvelado; y que se dejaron llevar por los cantos de sirena que el socio de referencia entonaba, de la mano de la propia Ahorro Corporación, convencidos de que la nave que les llevaba no se encaminaba al desastre. El final de esta historia ya lo conocen.