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¡Por fin! La banca ayuda a cruzar la acera a las ancianitas
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Alberto Artero

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¡Por fin! La banca ayuda a cruzar la acera a las ancianitas

Las ancianitas son para los bancos como el comodín del público en los concursos de televisión: el último recurso para seguir jugando, para tratar de colocar

Las ancianitas son para los bancos como el comodín del público en los concursos de televisión: el último recurso para seguir jugando, para tratar de colocar lo incolocable, vender lo invendible y ofrecer duros a cuatro pesetas. Y si cuela, coló. La persuasiva acción del director de sucursal es decisiva. “Señora Paca, usted no se preocupe, su dinero está a buen recaudo”. Y a cada extracto con susto incorporado por la depauperada valoración a mercado de tal seguridad, nuevo mensaje de confianza: “¿Desde hace cuando que usted me conoce? Mujer tranquila, no hay nada que temer”.

Las ancianitas son para los bancos como el comodín del público en los concursos de televisión: el último recurso para seguir jugando, para tratar de colocar lo incolocable, vender lo invendible y ofrecer duros a cuatro pesetas. Y si cuela, coló. La persuasiva acción del director de sucursal es decisiva. “Señora Paca, usted no se preocupe, su dinero está a buen recaudo”. Y a cada extracto con susto incorporado por la depauperada valoración a mercado de tal seguridad, nuevo mensaje de confianza: “¿Desde hace cuando que usted me conoce? Mujer tranquila, no hay nada que temer”.