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El FMI 'exige' a España 20.000 millones más de ajuste
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Alberto Artero

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El FMI 'exige' a España 20.000 millones más de ajuste

Se ha filtrado a la opinión pública que España sufrirá una contracción del 1,7% en 2012 y que nuestra economía seguirá sufriendo al año siguiente, con

Se ha filtrado a la opinión pública que España sufrirá una contracción del 1,7% en 2012 y que nuestra economía seguirá sufriendo al año siguiente, con una reducción estimada de su riqueza equivalente al 0,3% de su P.I.B. En este caso han sido los sesudos analistas del Fondo Monetario Internacional los autores de tan cenizos augurios, institución que no se ha caracterizado precisamente por la exactitud en sus pronósticos: basta ver el ajuste que le han metido a sus estimaciones anteriores. Viva la exactitud.

De momento, cualquier conclusión a la que se quiera llegar peca de precipitación. Sabemos el titular pero no el desarrollo de la noticia. Es muy distinto que el origen de la caída se deba al freno del consumo, a una debacle adicional de la inversión, a la falta de presupuesto público o una contribución negativa del sector exterior. Las implicaciones de una u otra causa son significativamente distintas.

Lo normal es que fuera una combinación de las tres primeras fruto de la cautela, la falta de financiación y el ajuste presupuestario. Es razonable pensar en una contribución positiva de la balanza por cuenta corriente, gracias a la debilidad del euro, siempre que los costes de aprovisionamiento energético no se disparen. Si aún así viviéramos un frenazo del calado del que anticipa el organismo internacional, cuidado, ya que el problema interno sería mucho más preocupante.

Por buscarle el lado bueno, alguien podría afirmar que no estamos sino ante esa deflación de precios y salarios tan necesaria, a falta de alternativas más inmediatas, para arrimar nuestra competitividad al estándar europeo. El problema es que, si surge a resultas de una tasa desmesurada de paro y del efecto sobre la renta disponible de la mayor presión fiscal, y no como fruto de reformas estructurales que permitan cambiar el modelo productivo, la elasticidad de nuestros datos macro al ciclo seguirá siendo muy elevada. Habremos hecho entonces un pan como unas tortas. De ahí que sea necesario combinar lo perentorio con lo estructural a fin de estar preparados cuando comience a escampar.

Las aristas financieras de un contexto como el descrito son igualmente significativas. Desde un punto de vista macroeconómico, se activaría un peligroso efecto denominador, por mor del cual el menor Producto Interior Bruto provocaría una elevación automática de los niveles de déficit y deuda a él referenciados. El primero se situaría por encima del 8,2% del que se habló en su día -suponiendo que la predicción inicial se hiciera sobre un crecimiento cero en 2012- y la consecuencia inmediata sería un aumento proporcional de la ya elevada necesidad de ajuste de nuestra economía. 1.400 millones más para llegar al objetivo del 4,4% de desequilibrio fiscal a final de año. Unan a ello el impacto de la recesión sobre la recaudación impositiva y, previsiblemente, sobre el coste de financiación y verán que cómo el problema también se puede agravar por el numerador incrementando sustancialmente esa cifra. El impacto sobre el endeudamiento nacional, rondaría los 12.000 millones. (este párrafo ha sido actualizado a las 13:00 porque ña base de cálculo era errónea).

Ocurre además que un entorno deflacionario, menos factible en mi opinión que otro estanflacionario -donde se combina caída del PIB con precios al alza- si observamos lo que ha ocurrido en los últimos años con las materias primas,  incrementa el valor real de las deudas del ya apalancado sector privado español. Debe nominalmnte lo mismo pero la micro enseña que la deflación permite al ciudadano ganar poder adquisitivo, el coste de la vida es menor, le lleva a posponer sus decisiones de compra, mañana será más barato y, vamos a lo que vamos, le impide beneficiarse del efecto inflación sobre lo adeudado: un euro hoy vale menos que uno mañana, al contrario de lo es norma habitual.

Sea como fuere, tan importante como la revisión al dato patrio son las previsiones para el resto de las economías del planeta, especialmente las emergentes. A ellas habría que prestar un nivel similar de atención ya que la esperanza depositada en que el sector exterior actúe como contrapeso depende del nivel internacional de crecimiento. La perspectiva europea es realmente dramática, más siendo como es el destino de dos terceras partes de nuestras ventas. En el resto de las economías desarrolladas la predicción parece más halagüeña aunque se mueven en entornos fiscales también complicados. Algunos emergentes le empiezan a ver las orejas al lobo como un Brasil que acaba de bajar los tipos de interés. Solo nos queda, una vez más China, nación con la que pasa que cuantas más cosas sabes de ella, menos la entiendes.

En fin, esto es lo que se llama empezar el año con alegría...

Buen fin de semana a todos.

Se ha filtrado a la opinión pública que España sufrirá una contracción del 1,7% en 2012 y que nuestra economía seguirá sufriendo al año siguiente, con una reducción estimada de su riqueza equivalente al 0,3% de su P.I.B. En este caso han sido los sesudos analistas del Fondo Monetario Internacional los autores de tan cenizos augurios, institución que no se ha caracterizado precisamente por la exactitud en sus pronósticos: basta ver el ajuste que le han metido a sus estimaciones anteriores. Viva la exactitud.

De momento, cualquier conclusión a la que se quiera llegar peca de precipitación. Sabemos el titular pero no el desarrollo de la noticia. Es muy distinto que el origen de la caída se deba al freno del consumo, a una debacle adicional de la inversión, a la falta de presupuesto público o una contribución negativa del sector exterior. Las implicaciones de una u otra causa son significativamente distintas.

Lo normal es que fuera una combinación de las tres primeras fruto de la cautela, la falta de financiación y el ajuste presupuestario. Es razonable pensar en una contribución positiva de la balanza por cuenta corriente, gracias a la debilidad del euro, siempre que los costes de aprovisionamiento energético no se disparen. Si aún así viviéramos un frenazo del calado del que anticipa el organismo internacional, cuidado, ya que el problema interno sería mucho más preocupante.

Por buscarle el lado bueno, alguien podría afirmar que no estamos sino ante esa deflación de precios y salarios tan necesaria, a falta de alternativas más inmediatas, para arrimar nuestra competitividad al estándar europeo. El problema es que, si surge a resultas de una tasa desmesurada de paro y del efecto sobre la renta disponible de la mayor presión fiscal, y no como fruto de reformas estructurales que permitan cambiar el modelo productivo, la elasticidad de nuestros datos macro al ciclo seguirá siendo muy elevada. Habremos hecho entonces un pan como unas tortas. De ahí que sea necesario combinar lo perentorio con lo estructural a fin de estar preparados cuando comience a escampar.

Las aristas financieras de un contexto como el descrito son igualmente significativas. Desde un punto de vista macroeconómico, se activaría un peligroso efecto denominador, por mor del cual el menor Producto Interior Bruto provocaría una elevación automática de los niveles de déficit y deuda a él referenciados. El primero se situaría por encima del 8,2% del que se habló en su día -suponiendo que la predicción inicial se hiciera sobre un crecimiento cero en 2012- y la consecuencia inmediata sería un aumento proporcional de la ya elevada necesidad de ajuste de nuestra economía. 1.400 millones más para llegar al objetivo del 4,4% de desequilibrio fiscal a final de año. Unan a ello el impacto de la recesión sobre la recaudación impositiva y, previsiblemente, sobre el coste de financiación y verán que cómo el problema también se puede agravar por el numerador incrementando sustancialmente esa cifra. El impacto sobre el endeudamiento nacional, rondaría los 12.000 millones. (este párrafo ha sido actualizado a las 13:00 porque ña base de cálculo era errónea).

Ocurre además que un entorno deflacionario, menos factible en mi opinión que otro estanflacionario -donde se combina caída del PIB con precios al alza- si observamos lo que ha ocurrido en los últimos años con las materias primas,  incrementa el valor real de las deudas del ya apalancado sector privado español. Debe nominalmnte lo mismo pero la micro enseña que la deflación permite al ciudadano ganar poder adquisitivo, el coste de la vida es menor, le lleva a posponer sus decisiones de compra, mañana será más barato y, vamos a lo que vamos, le impide beneficiarse del efecto inflación sobre lo adeudado: un euro hoy vale menos que uno mañana, al contrario de lo es norma habitual.

Sea como fuere, tan importante como la revisión al dato patrio son las previsiones para el resto de las economías del planeta, especialmente las emergentes. A ellas habría que prestar un nivel similar de atención ya que la esperanza depositada en que el sector exterior actúe como contrapeso depende del nivel internacional de crecimiento. La perspectiva europea es realmente dramática, más siendo como es el destino de dos terceras partes de nuestras ventas. En el resto de las economías desarrolladas la predicción parece más halagüeña aunque se mueven en entornos fiscales también complicados. Algunos emergentes le empiezan a ver las orejas al lobo como un Brasil que acaba de bajar los tipos de interés. Solo nos queda, una vez más China, nación con la que pasa que cuantas más cosas sabes de ella, menos la entiendes.

En fin, esto es lo que se llama empezar el año con alegría...