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Aquí no cabe un cenizo más: le toca ahora a Estados Unidos
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Alberto Artero

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Aquí no cabe un cenizo más: le toca ahora a Estados Unidos

Ayer se dieron a conocer los datos de actividad industrial del mes de junio en Estados Unidos y no pudieron ser más decepcionantes. El índice de

Ayer se dieron a conocer los datos de actividad industrial del mes de junio en Estados Unidos y no pudieron ser más decepcionantes. El índice de gestores de compras cayó hasta 49’7, cerca de ese 50 que fija el umbral entre la expansión y la contracción económica pero sustancialmente por debajo de los 53’5 de mayo y de los 52 que esperaba el consenso de los analistas. Se trata de la primera señal seria de desaceleración en los últimos tres años. La razón hay que buscarla en un colapso de los nuevos pedidos, que sufren su mayor descenso en una década, de 60’1 a 47’8, y en una caída similar de las exportaciones, consecuencia de la ralentización mundial (WSJ, Manufacturing slowdown reaches US, 02-07-2012).

Al calor de estas cifras, no he podido evitar acordarme del último artículo publicado en Project Syndicate el pasado 27 de junio por Stephen Roach, el que fuera durante dos décadas Economista Jefe de Morgan Stanley. Una pieza titulada, en la traducción española que les adjunto, como “El gran espejismo de los Estados Unidos”. Su tesis, más allá de que una sola referencia no hace tendencia, no podía ser más premonitoria: solo las ventas al exterior han permitido que la primera potencia del planeta se convierta en esa suerte de “oasis de prosperidad en un mundo en dificultades que negara Greenspan en 1998. Pero tal hecho ha multiplicado su vulnerabilidad pues “ha pasado a depender de manera desproporcionada de los mercados extranjeros”.

La realidad numérica es que desde el segundo trimestre de 2009 el 41% del crecimiento estadounidense se ha derivado de las exportaciones, fundamentalmente a Asia, América Latina y Europa. Las ventas a la primera de las regiones han aumentado un 33%, correspondiendo la mitad a una China que ahora se desacelera. América Latina ofrece incrementos del 28% en ese periodo, buena parte de los cuales son atribuibles a Brasil y México, naciones que sufren el cambio de ciclo en las materias primas, en un caso, y la exposición al ciclo de consumo de su vecino del norte, en el otro. Por último, Europa aporta un 21% más de intercambio en los tres años, pero con el problema de que en su distribución prima la exposición a los países periféricos de la Eurozona frente a los core.

A partir de ese punto, Roach entra en el campo de los posibles escenarios. Si las exportaciones frenaran su crecimiento, el crecimiento del 2’4% anual del PIB USA se vería reducido a un “anémico 1’4%, ritmo débil desde cualquier punto de vista y que probablemente acabe por manifestarse en un aumento del desempleo y un mayor deterioro de la confianza de los consumidores”. Pero si la merma en las exportaciones fuera a más “la economía estadounidense quedaría en una situación vulnerable a recaer en recesión. No hay que olvidar que el peso del sector exterior en el conjunto de PIB roza máximos históricos, alrededor del 14%. Eso por no hablar del impacto sobre el mismo de una menor repatriación de beneficios de las filiales en territorio foráneo.

Es evidente que estos augurios no pueden llegar en peor momento para un Obama que se juega su reelección el próximo mes de noviembre, de ahí su interés en que la cuestión europea se resuelva. Y es que, concluye el autor, “todos estamos juntos en esto. La crisis del euro es un golpe serio que está produciendo un efecto dominó en todo el mundo. Europa es la mayor fuente de demanda para China y lo que ocurra en este país repercute en el resto de Asia que gira en torno a ella y, desde allí, llegan las ondas a las costas de un Estados Unidos cada vez más dependiente del intercambio mundial (…) No hay un oasis de prosperidad ante esta crisis. El espejismo del crecimiento estadounidense lo ilustra muy bien”…

Y es que, como dice el encabezamiento de este post, aquí no cabe un cenizo más…

Ayer se dieron a conocer los datos de actividad industrial del mes de junio en Estados Unidos y no pudieron ser más decepcionantes. El índice de gestores de compras cayó hasta 49’7, cerca de ese 50 que fija el umbral entre la expansión y la contracción económica pero sustancialmente por debajo de los 53’5 de mayo y de los 52 que esperaba el consenso de los analistas. Se trata de la primera señal seria de desaceleración en los últimos tres años. La razón hay que buscarla en un colapso de los nuevos pedidos, que sufren su mayor descenso en una década, de 60’1 a 47’8, y en una caída similar de las exportaciones, consecuencia de la ralentización mundial (WSJ, Manufacturing slowdown reaches US, 02-07-2012).