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Los ingenieros de caminos españoles, 'apestados' en América
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Alberto Artero

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Los ingenieros de caminos españoles, 'apestados' en América

Con todo este follón de Sacyr y su amenaza de desistimiento en la construcción del tercer juego de esclusas del Canal de Panamá a menos que se

Con todo este follón de Sacyr y su amenaza de desistimiento en la construcción del tercer juego de esclusas del Canal de Panamá a menos que se le paguen los costes adicionales en los que dice haber incurrido y que achaca al empedrado –manifestación superficial del sustrato geológico en el que se ha de desarrollar la infraestructura–, tiro de hemeroteca sólo para poner de manifiesto la surrealista situación por la que transita la ingeniería en España, toda ella convertida por mor de decisiones administrativas en una suerte de apestada frente a sus competidores internacionales.

Tal y como denunció en su día al Ejecutivo del PP el Presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Juan Antonio Santamera, la implantación del Plan Bolonia en la mayoría de las carreras técnicas es incompleta ya que, en un momento en el que los primeros licenciados bajo el nuevo esquema están a punto de salir a la calle, no se reconoce a los antiguos –26.000 ni más ni menos– la misma cualificación profesional para años de estudio y créditos académicos similares. Esto, señala, les priva de ser considerados, de acuerdo con la categorización que hace el Plan, como ‘máster’. Y, al no poder acreditar en las licitaciones la disponibilidad de ingenieros de este perfil, homologable allende nuestras fronteras, son sistemáticamente eliminados de los concursos salvo contratación de personal foráneo que sí lo cumpla.

El tema es de un absurdo que mata. Especialmente tratándose, como parece, de un mero trámite administrativo sin coste para el erario público para el que bastaría, en palabras del mismo Santamera en un artículo publicado en su día en la prensa económica, "corroborar lo obvio mediante una norma de rango ministerial, Real Decreto o similar. El argumento que avala la demora es tan desconcertante como que se quiere resolver de una vez la equivalencia de todas las profesiones y, puesto que para el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte hay un problema de homologación en algunas de ellas, se hace pagar a todas el precio de la inhibición". Sólo para concluir: "El momento es, sin embargo, malo para estos juegos malabares: difícilmente se podrá impulsar la tambaleante 'marca España' en el exterior si no se permite a nuestros expertos lucir su currículum…"

Lo más sorprendente y triste de todo, en cualquier caso, es que sean las propias empresas de ingeniería españolas las primeras, en su afán por compensar internacionalmente el colapso de cartera de obra civil doméstica, en hacer de este argumento arma arrojadiza para denigrar a sus colegas nacionales. Así ha ocurrido recientemente en la adjudicación de los estudios básicos para la construcción de la primera línea del Metro de Bogotá, donde el adjudicatario final, Ayesa, con sede en Sevilla, consiguió la exclusión de su principal competidor, la vizcaína Saitec, tras reivindicar la no cualificación formal de los ingenieros de esta última en un documento de 40 páginas de extensión que no tiene desperdicio (Actualización a las 16:00. Contactado por el presidente de Ayesa me cuenta que el problema no era de competencia sino que el Certificado presentado por Saitec era falso estando el tema en los Tribunales. Escrito queda). Perro devorando perro. Algo que tampoco ayuda mucho a hacer patria por esos mundos de Dios…

No sé si es correcto –me parece más bien que no– que el Gobierno siga adoptando el rol de defensor de las causas perdidas de las grandes empresas españolas, llámense estas Repsol, Iberia o la propia constructora, en el extranjero. Pero, en cualquier caso, todo ese empeño es baldío si, al final, aquello que verdaderamente puede asegurar la competitividad de ese universo de sociedades mercantiles de menor tamaño que son las que de verdad crean empleo, caso del reconocimiento de la capacidad técnica de sus profesionales, queda relegado sine die sin que medie razón lógica que lo justifique ni complicaciones de tramitación que lo avale. El gusto por las portadas está bien, es parte del ADN político. Pero sería aún mejor si el placer externo al ego fuera acompañado por el cumplimiento interno de las responsabilidades derivadas del yo.

Si no es mucho pedir, vaya.

Con todo este follón de Sacyr y su amenaza de desistimiento en la construcción del tercer juego de esclusas del Canal de Panamá a menos que se le paguen los costes adicionales en los que dice haber incurrido y que achaca al empedrado –manifestación superficial del sustrato geológico en el que se ha de desarrollar la infraestructura–, tiro de hemeroteca sólo para poner de manifiesto la surrealista situación por la que transita la ingeniería en España, toda ella convertida por mor de decisiones administrativas en una suerte de apestada frente a sus competidores internacionales.