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'Quo Vadis' OHL? Alguien aquí se equivoca…
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Alberto Artero

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'Quo Vadis' OHL? Alguien aquí se equivoca…

OHL vale lo mismo que su participación en Abertis y en su filial mexicana. La aritmética no sale. Si la firma cumple en términos operativos y gestión de deuda, dará grandes alegrías

Hace tiempo que tengo OHL en el punto de mira (ver cotización).

Seguir sus cuentas no es un ejercicio fácil, se lo aseguro. Incurre en ese defecto tan generalizado en el mundo empresarial patrio de llevar a cabo operaciones financieras y cambios contables recurrentes, las más de las veces innecesarios, que alimentan la sospecha y van en contra de su percepción por los inversores.

Quizá por eso, la aritmética no funcione como sus ejecutivos desearían.

Porque, a ver: si uno toma lo que vale su participación en Abertis a día de hoy (alrededor del 14%, ver cotización) y le suma el valor bursátil de su filial en México (poco más del 56%), salen como 3.150 millones de euros frente a los 1.640 que capitaliza la compañía a día de hoy. Prácticamente el doble. Quitemos la deuda asociada a ambas inversiones y las dos justificarían el 100% de la capitalización actual de la matriz. El resto de los negocios no aportarían valor por encima de la financiación necesaria para acometerlos.

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¿Razonable?

No parece, especialmente teniendo en cuenta que buena parte de esos recursos ajenos están asociados a proyectos específicos que debieran repagarlos 'motu proprio'.

Vayamos, en cualquier caso, por partes.

Nadie discute que su posición en la concesionaria catalana es líquida. La firma dirigida por Paco Reynés tiene muchos novios en un entorno de baja rentabilidad y ausencia de proyectos como el actual. Colocar ese porcentaje en mercado no debiera plantear a Villar Mir mayor problema. Se podría aplicar un descuento a la cotización pero, probablemente, ni siquiera llegaría al doble dígito.

Sobre el potencial de Mexico, la resolución administrativa de ayer aclara el panorama reputacional pero, sin embargo, no resuelve el problema de fondo, que es una estructura complicada de inversión e ingresos con continuos juegos entre balance y cuenta de resultados a la hora de contabilizar flujos actuales y potenciales. Eso impide que muchos contemplen esta filial como lo que es: un ‘trophy asset’, operador de vías congestionadas en zonas de influencia con pocas alternativas de transporte. Aun así, tampoco debería ser difícil el buscar comprador para el mismo. No hay muchas opciones en el mercado local distintas de él. De hecho, su acción casi ha doblado desde los mínimos de enero.

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¿Entonces, qué es lo que impide a OHL remontar el vuelo?

Hay tres problemas que pesan sobremanera sobre la firma: uno, operativo; un segundo, financiero, y un tercero, de imagen pública cuyo impacto final es muy difícil de delimitar. Es lo que la firma dio en llamar, en su presentación de resultados, ‘tormenta perfecta’.

A nivel operativo, la ambición ha podido a OHL. Demasiados megaproyectos en demasiados lugares con demasiadas complicaciones al mismo tiempo. La decisión de la compañía de concentrarse en los mercados que mejor conoce y en obras que no supongan tanto impacto sobre sus cuentas en términos de capital circulante y deuda asociada es la correcta.

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A nivel financiero, la deuda pesa como una losa en un entorno de tantas incertidumbres como el actual. Sin embargo, la reciente ampliación de capital, su apuesta por la generación de flujo de caja como prioridad, la venta de activos no estratégicos y los ingresos procedentes de distintos pleitos y arbitrajes alrededor del planeta les pueden ayudar a paliar en buena medida la situación. Reequilibrar activo y pasivo será, no obstante, un proceso que llevará tiempo y que no estará exento de sobresaltos.

A partir de ahí quedan las dudas sobre unas prácticas en las que, de momento, hay más ruido que nueces, pero que condenan parcialmente su desempeño en los mercados. No sabemos qué saldrá finalmente de las investigaciones y procesos que la compañía tiene abiertos ni su impacto final en términos de negocio y sanciones, si es que al final sucede algo. Pero es innegable que la cuestión está ahí y que es algo contra lo que los ejecutivos poco o nada pueden hacer (que no hayan hecho ya incorrectamente en el pasado, de ser el caso).

OHL ha doblado de cuatro a seis antes de volver a retroceder en el parqué. Hace un año cotizaba a prácticamente al doble. Ha despertado a la realidad por la vía de los hechos. Su riesgo principal es de ejecución y, para muchos, es una amenaza binaria: 'boom or bust'. Servidor no es tan pesimista. No en vano, el ‘vendido’ de las dos participadas con las que arrancábamos este 'post' dejaría el balance casi niquelado, eso sí, sacrificando rentas recurrentes. No parece, de momento, por tanto, que la sangre vaya a llegar al río. Más al contrario. Si la firma cumple con sus proyecciones, más de un accionista se va a llevar una alegría. Una gran alegría, 'indeed'.

Al tiempo.

Se abre el debate.

Hace tiempo que tengo OHL en el punto de mira (ver cotización).

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