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‘Outsourcing' de memoria, el virus que terminará con nuestra generación
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Alberto Artero

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‘Outsourcing' de memoria, el virus que terminará con nuestra generación

Olvidar que "cualquier sociedad libre es una conquista moral" es el principio del fin. Sin esta dimensión, nuestra debilidad será la fortaleza de otros, condena para generaciones

Foto: El rabino Jonathan Sacks. (Reuters)
El rabino Jonathan Sacks. (Reuters)

Hoy vengo de prestado, como en tantas otras ocasiones.

Les traigo un documento extraordinario, publicado por un pensador único: el rabino Jonathan Sacks.

Versa sobre la civilización occidental, los riesgos a los que se enfrenta y las medidas que hay que tomar para evitar su desaparición definitiva, ahora que "se mire donde se mire, política, económica, medioambiental o religiosamente, hay inseguridad e inestabilidad".

Es la transcripción literal del discurso que pronunció el pasado 26 de mayo con motivo de la recepción del Premio Templeton, que busca destacar a 'emprendedores del espíritu’, personas preocupadas por el Hombre, con mayúscula, y la trascendencia física e inmaterial de sus actos.

Sus siete páginas no tienen desperdicio y merecen una lectura más pausada que la que deja la vorágine del día a día. Les invito a que se las impriman y reflexionen sobre ellas. Es mucho lo que nos jugamos y todos somos motores del potencial cambio que el autor propone y que esta sociedad necesita. Como decía Santa Teresa de Calcuta, "somos una gota en el océano, pero sin ella, el mar estaría incompleto". Manos a la obra.

Voy a intentar resumir el texto, pero es de tal calado, son de tanta importancia los detalles, que les pido de antemano disculpas si es que genero más confusión que clarividencia.

Hemos perdido la memoria y, con ella, los fundamentos sobre los que nuestra sociedad ha progresado a lo largo de los últimos siglos

Su tesis central es que hemos perdido la memoria y, con ella, los fundamentos sobre los que nuestra sociedad ha progresado a lo largo de los últimos siglos. Memoria, señala Sacks, no es Historia, no es "¿qué pasó?" sino "¿quién soy yo?", es decir: no son hechos, sino identidad, ese conjunto de valores fundamentales que, transmitidos de generación en generación, configuran un pueblo. Algo que, de hecho, es lo que ha mantenido la idiosincrasia judía a lo largo de los tiempos.

Realmente, continúa, no es que hayamos perdido la memoria, sino que hemos hecho, de manera colectiva, un ‘outsourcing’ de ella, de todo aquello que implica voluntad, orientación de la libertad y ejercicio de la responsabilidad para un solo fin: dejar un mundo mejor que el que heredamos. De hecho, por una parte, "la ética se ha reducido a la economía", prima el mercado por encima de la persona entendida como un todo; en definitiva "se ha hecho 'outsourcing' de la conciencia". Y, por otra, hemos sustituido la comunidad por el Estado, la proximidad por un ente abstracto al que podemos culpabilizar de todo; esto es: hemos delegado en la política las consecuencia de nuestros actos personales, el porqué de lo que pasa.

En definitiva, hemos dinamitado aquello que daba estabilidad a la sociedad en tiempos de crisis.

Al desaparecer la moralidad y los límites, surge una insatisfacción que no pueden cubrir ni gobiernos ni finanzas, y es entonces cuando, como tantas otras veces a lo largo de la Historia, la ciudadanía recurre al ‘pensamiento mágico’, sea este: extrema derecha o "vuelta a un pasado que nunca existió"; extrema izquierda o "búsqueda de un futuro utópico que nunca existirá"; extremismo religioso que asocia la salvación con el terror, o secularismo agresivo que propugna una vida sin trascendencia.

¿Qué hacer?

Solo los individuos pueden hacer que una sociedad permanezca joven, que no se desvanezca fruto de la entropía. Tenemos que recuperar la conciencia y la moralidad, no como conjunto de normas, sino como GPS que orienta entre el bien y el mal y que busca el mejor camino y el más sostenible, no para quien conduce sino para todos los que le rodean. "Somos más que consumidores y votantes; nuestra dignidad va más allá de lo que ganamos o tenemos. Hay que rescatar la memoria colectiva y la identidad, de modo tal que este mundo en que vivimos no sea el hotel en que se ha convertido para muchos sino un verdadero hogar".

Olvidar que "cualquier sociedad libre es una conquista moral" es el principio del fin. Sin esta dimensión, nuestra debilidad será la fortaleza de otros, y nuestra dejadez, condena para generaciones.

Ahí queda dicho.

Hoy vengo de prestado, como en tantas otras ocasiones.

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