Es noticia
La política exterior irrumpe en las presidenciales norteamericanas
  1. Mundo
  2. Crónicas del Imperio
José Antonio Gurpegui

Crónicas del Imperio

Por

La política exterior irrumpe en las presidenciales norteamericanas

 Todo parecía indicar que el tema monográfico en la campaña de las presidenciales norteamericanas iba a ser la economía, y de forma específica aquellos aspectos relacionados

placeholder

Todo parecía indicar que el tema monográfico en la campaña de las presidenciales norteamericanas iba a ser la economía, y de forma específica aquellos aspectos relacionados con la creación de empleo. Otras cuestiones de controversia serían la reforma sanitaria y las recientes leyes de emigración. Y por último, aunque ninguno de los candidatos parece especialmente interesado en hablar de ello, el aborto y los matrimonios homosexuales.

La tradicional coincidencia de los contendientes respecto a las actuaciones en política exterior de los Estados Unidos –desde la elección de William McKinley en 1900 la política exterior nunca fue objeto de especial polémica- no hacía presagiar que este asunto adquiriera el relevante protagonismo de esta última semana. Sin embargo, los recientes acontecimientos que se están sucediendo a causa del video sobre el Profeta Mahoma han añadido una nueva dimensión a la campaña. Si ello es así, no se debe tanto a los sucesos en sí mismos, sino a las consecuencias que podrían derivarse del precipitado comunicado de Mitt Romney, en la madrugada del pasado martes, nada más tener noticia de los hechos acaecidos en el consulado norteamericano de Bengasi.

Sin esperar a que el Presidente informara sobre lo sucedido, el candidato difundió unas sorprendentes declaraciones atacando a Barack Obama por “simpatizar” con los autores de las revueltas incluso antes de condenar los asaltos; lamentaba, además, “la muerte de un empleado del Consulado Americano”.  Las graves imprecisiones en las que incurrió bien podían pasarle factura. En primer lugar, el comunicado “simpatizando” con el mundo árabe lo había difundido la embajada de Estados Unidos en Egipto horas antes de tener noticia de lo acontecido en Bengasi y en un intento, precisamente, de evitar lo que finalmente ocurrió. En cuanto a los fallecidos, no fue uno, sino cuatro, entre ellos el propio embajador Christopher Stevens.

Desde la contienda Nixon-Kennedy en 1960 resulta claro que los errores se pagan muy caros en las elecciones… y Romney ha cometido uno muy grave. No me refiero a su desliz sobre la hora exacta en que se emite el comunicado en la embajada de Egipto o a la flagrante equivocación relativa al número final de víctimas, sino a su desatino al romper el tácito pacto en torno a la idea de unidad nacional, sagrada para los norteamericanos –y de forma muy especial para los votantes republicanos- en momentos de crisis cuando su patria es atacada -incluso el propio Carter alcanzó su máxima cota de popularidad durante la crisis de los rehenes en Irán-. Lejos de rectificar, Mitt Romney abundó en el mismo tema durante la conferencia el miércoles por la mañana afirmando que la política exterior de la Administración Obama “no tiene claridad”; y las críticas han comenzado a surgir incluso dentro de su propio partido.

Steve Schmidt, responsable de la campaña de John McCain en el 2008, ha lamentado la actuación afirmando que “los americanos, cuando la nación es atacada, indistintamente de que sean republicanos o demócratas o independientes, quieren líderes que tomen las medidas adecuadas, no líderes cuya primera intención sea obtener rédito político.” Al enfrentarse a Obama en este asunto, Romney ha hecho buenas las duras palabras del Bill Clinton, en la reciente Convención Democrata en Charlotte, cuando acusaba a Romney y a su equipo de aplicar por primera vez en la reciente historia de Estados Unidos la política del todo vale y no mostrarse dispuestos a colaborar ni tan siquiera cuando del bien nacional se trata.

En las filas republicanas han saltado las alarmas; no en vano la distancia de 4 puntos ha superado los 6 en estados determinantes como Florida y Ohio. El candidato a vicepresidente, Paul Ryan, ha avalado el comunicado de  su jefe de filas, pero se ha mostrado mucho más considerado al asegurar que corresponde al presidente hablar en nombre de todos los estadounidenses. Otros actores republicanos de primera fila como Marco Rubio, senador por Florida, o el Presidente del Congreso, John Boehner, se han limitado a condenar los atentados sin entrar en valoraciones sobre la responsabilidad presidencial.

El daño ya está hecho, pero todavía queda tiempo, entienden desde el equipo de Romney, para reconducir la situación al terreno económico que les resulta más propicio. En un par de meses sabremos si esa bala disparada sin apuntar, parafraseando al presidente Obama, logró alcanzar la diana; de momento parece tener un singular efecto boomerang.

placeholder

Todo parecía indicar que el tema monográfico en la campaña de las presidenciales norteamericanas iba a ser la economía, y de forma específica aquellos aspectos relacionados con la creación de empleo. Otras cuestiones de controversia serían la reforma sanitaria y las recientes leyes de emigración. Y por último, aunque ninguno de los candidatos parece especialmente interesado en hablar de ello, el aborto y los matrimonios homosexuales.