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Los vicepresidentes no cambian nada
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José Antonio Gurpegui

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Los vicepresidentes no cambian nada

Los debates vicepresidenciales, desde el primero en 1976, raramente han tenido incidencia alguna en la elección final del presidente de los Estados Unidos, y el que

Los debates vicepresidenciales, desde el primero en 1976, raramente han tenido incidencia alguna en la elección final del presidente de los Estados Unidos, y el que mantuvieron ayer el actual vicepresidente Joe Biden y su rival republicano Paul Ryan, en Kentucky, tampoco resultará determinante. Además de no cometer errores importantes, cada contendiente partía con un claro objetivo: Biden debía reforzar las opciones demócratas mejorando la pobre imagen de su presidente en el debate de hace una semana, en tanto que Ryan pretendía optimizar la espectacular recuperación republicana. Los dos cumplieron fielmente con el guión y, si obviamos las valoraciones de sus respectivos seguidores, no hubo un claro ganador, según revelan las encuestas de la CNN y CBS, aunque parece ser que Ryan lo hizo mejor.

 

Biden estuvo mucho más “batalloso” -según la expresión que me acaba de referir un colega en la Universidad de Central Florida- que su jefe y su actuación fue la antítesis de Obama hace una semana. Interrumpía constantemente, gesticulaba, y, sobre todo, reía -sonreía- ostensible y reiteradamente, pretendiendo con tal actitud restar verosimilitud a las palabras de su contrincante. En ocasiones se trataba de una descarada sobreactuación. Sí esgrimió el famoso 47% de “voto cautivo” que según Romney tienen los demócratas.

Como bien sabe el vicepresidente -respondió Ryan- a veces las palabras no se expresan de la forma más correcta”. Hacía referencia a las proverbiales meteduras de pata del propio Biden, que en esta ocasión hizo gala de buenos reflejos: “Pero siempre digo lo que quiero decir”. Ryan estuvo mucho más serio y comedido en este primer debate de su carrera política y salió más que airoso al tratar asuntos relativos a política internacional que, supuestamente, era su punto más débil.

Nada, o prácticamente nada, ha cambiado tras el debate. Aquí en Florida, desde donde escribo estas líneas, se tiene la sensación de que será este estado, una vez más como ocurriera con Bush, quien decida con sus 29 votos electorales -dos más que hace cuatro años- el nombre del próximo presidente de los Estados Unidos. Barack Obama sigue liderando las encuestas, pero su ventaja se ha reducido de un 4% anterior al debate con Romney a un ridículo 1%, lo que se traduce en un empate técnico. También ha visto reducida su ventaja en Ohio -un estado que ambos contendientes consideran vital, pues ningún candidato alcanzó nunca la presidencia sin ganar en Ohio- de más de un 10% hace poco más de dos semanas al 6% actual. Más difícil lo tiene en Virginia, donde ya ha perdido su ventaja y se encuentra un 1% por detrás en las encuestas. También están en la cuerda floja Colorado, Nevada, Wisconsin, Carolina del Norte, Iowa y New Hampshire.

Nada, o prácticamente nada, ha cambiado tras el debate. Florida, una vez más como ocurriera con Bush, decidirá con sus 29 votos electorales el nombre del próximo presidente de los EEUU. Obama sigue liderando las encuestas, pero su ventaja se ha reducido de un 4% anterior al debate con Romney a un ridículo 1%, lo que se traduce en un empate técnico

Pero el debate de ayer, asumiendo el resultado de su importancia más que relativa y las diferencias de ambos partido respecto a asuntos de peso como la reforma sanitaria, reducción de tropas o política impositiva, tuvo, desde mi perspectiva, dos aspectos no sé si relevantes, pero sí sumamente interesantes.

En primer lugar, e indistintamente de lo que digan las encuestas, si la actuación de Biden y Ryan respectivamente refleja lo que se está viviendo dentro de cada partido, mi sensación es que los demócratas ven peligrar seriamente la reelección de Obama y que los republicanos se sienten seguros y confiados. Incluso la puesta en escena, con un vicepresidente a punto de cumplir 70 años y un aspirante de tan solo 42 -cuando Biden fue elegido senador por primera vez Ryan tenía 2 años- parecía reflejar lo que eran opciones de pasado y futuro.

Y por último, tal vez Ryan no logre alcanzar la vicepresidencia en estas elecciones -aunque ayer tuve por primera vez la sensación de que los republicanos tienen verdaderas opciones de triunfo-, pero lo que para mí sí resultó claro es que Ryan representará el futuro del partido republicano indistintamente del resultado final de estas presidenciales.

Hace cuatro años, la referencia de Sarah Palin resultaba inverosímil incluso para sus propios correligionarios. En las primarias republicanas se mencionó a Santorum, que fue de menos a más hasta su “inesperada” retirada. Paul Ryan, por el contrario, resulta un candidato serio y formado que logra transmitir seguridad y convicción en sus planteamientos más allá de que se esté o no de acuerdo con él.

En el debate de 1988 se enfrentaron los candidatos a vicepresidentes Lloyd Bentsen (D) y Dan Quayle (R); “Senador, usted no es Jack Kennedy”, le dijo el demócrata al republicano. Anoche Biden, al tratar el recorte de impuestos que proponía Ryan, reformuló la frase: “Ahora resulta que eres Jack Kennedy”. Quién sabe, tal vez sea Ryan el próximo presidente católico de los Estados Unidos tras un Kennedy.

Los debates vicepresidenciales, desde el primero en 1976, raramente han tenido incidencia alguna en la elección final del presidente de los Estados Unidos, y el que mantuvieron ayer el actual vicepresidente Joe Biden y su rival republicano Paul Ryan, en Kentucky, tampoco resultará determinante. Además de no cometer errores importantes, cada contendiente partía con un claro objetivo: Biden debía reforzar las opciones demócratas mejorando la pobre imagen de su presidente en el debate de hace una semana, en tanto que Ryan pretendía optimizar la espectacular recuperación republicana. Los dos cumplieron fielmente con el guión y, si obviamos las valoraciones de sus respectivos seguidores, no hubo un claro ganador, según revelan las encuestas de la CNN y CBS, aunque parece ser que Ryan lo hizo mejor.