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El lavado de imagen de Obama con la reforma migratoria
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José Antonio Gurpegui

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El lavado de imagen de Obama con la reforma migratoria

Todavía se cuentan por días el segundo mandato del presidente Obama y asistimos a su primera decisión de calado: la reforma migratoria. Aunque Obama ya adelantó

Todavía se cuentan por días el segundo mandato del presidente Obama y asistimos a su primera decisión de calado: la reforma migratoria. Aunque Obama ya adelantó durante la campaña electoral que éste sería uno de los temas claves de su legislatura, la notica no deja de sorprender, pues un grupo de ocho senadores -los republicanos John McCain (Az.), Lindsey Graham (S.C.), Marco Rubio (Fl.) Jeff Flake (Az.); y los demócratas Dick Durbin (Ill.), Bob Menéndez (N.J.), Chuck Shumer (N.Y.) y Michael Bennet (Col.)- ya estaban trabajando en un proyecto de ley que, según parece, está bastante adelantado.

Tanto es así que ya han trascendido los que, supuestamente, serán los puntos fundamentales: uno de los requisitos para el residente será hablar inglés; el segundo, reforzar los controles fronterizos como paso previo para cualquier reforma; crear un sistema de control laboral que impida la contratación de indocumentados; conceder la anhelada green card a quienes demuestren estudios superiores en una universidad norteamericana; establecer un programa para trabajadores emigrantes en el campo y posibilitar la emigración de trabajadores cuando se demuestre que no es posible encontrarlos entre la población estadounidense.

Además, excepto en los casos con antecedentes penales, se detendrían los procesos de repatriación. Con esta medida se calcula que hasta 11.000.000 de personas sin documentos norteamericanos -la inmensa mayoría de origen hispano y casi tres cuartos nacionales de México- legalizarán su situación en Estados Unidos, lo que también repercutirá en un considerable incremento en la recaudación de impuestos.

¿A qué se deben las prisas de Obama? No a la recaudación fiscal, sino a todo un cúmulo de coincidencias que el presidente sabe cómo aprovechar. La reforma migratoria fue la gran promesa pendiente de su primer mandatoNo suele ser habitual que desde la Casa Blanca se propongan proyectos de ley, máxime cuando una comisión bipartita está trabajando en ello y, al parecer, con excelentes resultados. ¿A qué se deben las prisas de Obama? No precisamente a la mencionada recaudación, sino a todo un cúmulo de coincidencias que el presidente, una vez más, sabe cómo aprovechar. La reforma migratoria fue la gran asignatura (promesa) pendiente de su primer mandato. La impugnación de la ley anti-emigración de Arizona y Alabama y otras medidas de última hora, como la reactivación de la Dream Act (aprovechada por los jóvenes dreamers) y la suspensión de la política de deportaciones para quienes no tuvieran antecedentes, lograron paliar el descontento imperante entre los hispanos.

Tanto fue así que en las presidenciales de 2012 el voto hispano favoreció a Obama en un porcentaje de 3 a 1, lo que resultó determinante en su victoria final. El senador Bob Menéndez (buen amigo de España y presidente del US-Spain Council) ha sintetizado la necesidad de la reforma: “En primer lugar, los americanos la apoyan votación tras votación; en segundo lugar, los votantes latinos la esperan; en tercer lugar, los demócratas la quieren; y, en cuarto lugar, los republicanos la necesitan”.

El inicio de la actual legislatura -obviando temas de índole internacional- está marcado por el déficit fiscal, el control de armas y el asunto de la inmigración. El primero de ellos será el auténtico caballo de batalla y su resolución consensuada puede propiciar su renuncia a algún postulado apriorísticamente irrenunciable. En cuanto al control de armas, la Segunda Enmienda es un obstáculo insalvable que relativizará cualquier medida tomada al respecto.

Apoyo republicano o suicidio electoral

El tema de la inmigración, sin embargo, resulta mucho más propicio para salvaguardar sus intereses e imagen. Los republicanos no están para atender a dos frentes de batalla: la fiscalidad y la emigración. Respecto a la segunda, las numantinas posiciones republicanas de antaño nada tienen que ver con sus actuales planteamientos, infinitamente más moderados. El otrora candidato republicano John McCain reconocía recientemente que el GOP (Great Old Party) había perdido la confianza de la población hispana, y debía recuperarla. Bien es cierto que eminentes republicanos como Lamar Smith (Tx.) se oponen a cualquier medida de 'amnistía' exponiendo el efecto llamada que podría tener. También han manifestado su oposición asociaciones como FAIR (Federation for American Inmigration Reform), pero un rechazo republicano a la reforma, similar a su oposición al pacto fiscal, bien pudiera suponer su suicidio electoral.

Un rechazo republicano a la reforma migratoria, similar a su oposición al pacto fiscal, podría suponer su suicidio electoralAdemás, uno de los cuatro senadores republicanos es Marco Rubio, quien indudablemente no dejará pasar esta oportunidad de oro para desterrar cualquier 'sospecha' entre los votantes hispanos. También en el Congreso, según algunas filtraciones, representantes de los dos partidos están trabajando en una reforma migratoria, aunque no está tan avanzada como la referida de los senadores.

En este ambiente históricamente propicio, miembros senior del Congressional Hispanic Caucus se reunieron el pasado viernes con Obama y le solicitaron que no desvelara sus planes para la nueva propuesta de ley sobre emigración. La Casa Blanca ha manifestado su deseo de que sean los senadores quienes continúen su trabajo y lideren la reforma, pero el presidente reclama su parcela de protagonismo en un momento que puede resultar delicado. Tal vez su nuevo Gabinete no cuente con ningún hispano, pues tanto Ken Salazar como Hilda Solis han presentado su renuncia y parece poco, o nada, probable que el alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa, acepte cualquier secretaría, ya sea en Infraestructuras o Energía. No sólo eso, cada vez es mayor el número de dreamers que están mostrando su insatisfacción con lo que Obama les ofreció.

En el momento de escribir estas líneas el presidente todavía no ha comenzado su speech en el Instituto “Del Sol” (en español) de Las Vegas, con un 54% de estudiantes hispanos. Sospecho que sus propuestas no diferirán mucho de las expuestas por los senadores, propuestas que serán la antesala de lo que escucharemos el próximo 12 de febrero en su comparecencia del Estado de la Unión. La predicción de que en marzo se aprobará la ley, como apuntan algunos, es un tanto exagerada. Sin embargo, no creo arriesgar mucho si aseguro que antes del verano la reforma será una realidad y Obama habrá cumplido, por fin, su promesa.

Todavía se cuentan por días el segundo mandato del presidente Obama y asistimos a su primera decisión de calado: la reforma migratoria. Aunque Obama ya adelantó durante la campaña electoral que éste sería uno de los temas claves de su legislatura, la notica no deja de sorprender, pues un grupo de ocho senadores -los republicanos John McCain (Az.), Lindsey Graham (S.C.), Marco Rubio (Fl.) Jeff Flake (Az.); y los demócratas Dick Durbin (Ill.), Bob Menéndez (N.J.), Chuck Shumer (N.Y.) y Michael Bennet (Col.)- ya estaban trabajando en un proyecto de ley que, según parece, está bastante adelantado.

Barack Obama