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José Antonio Gurpegui

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Y Obama habló

Tras la reciente toma de posesión, y más allá de definir el momento actual de los Estados Unidos, los presidentes utilizan esta primera aparición, con motivo

Tras la reciente toma de posesión, y más allá de definir el momento actual de los Estados Unidos, los presidentes utilizan esta primera aparición, con motivo del Estado de la Unión, para exponer las líneas directrices en asuntos políticos, económicos y legislativos de sus mandatos. Así fue en la comparecencia de Obama en la noche del pasado martes, y no defraudó. Su discurso fue de similar corte al del pasado día 21 de enero, ratificando su deriva hacia el centro-izquierda.

Probablemente haya sido este el discurso más esperado de los pronunciados en los últimos años por el presidente Barack Obama. No en vano, sus bases, las demócratas, organizaron 1.200 reuniones para seguir en directo las palabras de su líder ante la sesión conjunta de las dos cámaras. Ciertamente su intervención pareció estar dirigida a sus votantes más que a congresistas y senadores, llegando incluso a resultar populista en algunos momentos, como al afirmar que "este Gobierno debe trabajar en beneficio de la mayoría, y no de unos pocos", o mitinero, al reclamar apoyos para un mayor endurecimiento y control en la venta de armas: "Ellos [los padres de una niña asesinada invitados al acto] merecen un voto. Gabby Giffords merece un voto. Las familias de Newtown merecen un voto. Las familias de Aurora merecen un voto. Las familias de Oak Creek, Tucson, Blacksburg y de un sinnúmero de comunidades desgarradas por la violencia armada, todas merecen un simple voto." También prometió aumentar el salario mínimo federal hasta 9 dólares la hora (en 7,25$ desde julio del 2009), escolarización universal a partir de los 4 años, apuesta por las energías limpias, e inversiones en infraestructuras.

Dado el cariz de lo expuesto, habríaresultado incluso más apropiado mencionar a Franklin D. Roosevelt que a Kennedy, a quien citó al comienzo de su intervención En vez de a los políticos presentes, Obama parecía tener en mente a los millones de telespectadores que lo siguieron de Nueva York a Los Ángeles, y de Seattle a  Nueva Orleans. Tras su intervención resulta meridianamente claro que el presidente busca el apoyo popular como respaldo para llevar a cabo su 'agenda' en este segundo mandato. Parece asumir que la fuerza de la opinión pública puede ser el arma más efectiva para que los republicanos accedan a sus pretensiones en cuanto a la reducción del déficit. Este es el auténtico caballo de batalla que mejoraría la creación de empleo y las condiciones de la clase media, sujeto pasivo del contenido del discurso.

Obama parece asumir que la fuerza de la opinión pública puede ser el arma más efectiva para que los republicanos accedan a sus pretensiones en cuanto a la reducción del déficit. Este es el auténtico caballo de batalla que mejoraría la creación de empleo y las condiciones de la clase media, sujeto pasivo del contenido del discursoTras su intervención no resulta aventurado afirmar que la legislatura que acaba de iniciarse promete ser ciertamente jugosa y complicada, pues cuesta creer que 'la Casa', el Congreso de mayoría republicana, le apruebe buena parte de las medidas expuestas. Las propuestas de colaboración bipartidistas con frases como que la "Constitución no nos convierte en rivales por el poder, sino aliados en el progreso" o que "mejorar el estado de la Unión es un trabajo colectivo" debieron sonar en los oídos republicanos a mera retórica cuando al referirse a los recortes, que deberán producirse de forma automática si los dos partidos no llegan a un acuerdo para comienzos de marzo, les lanzó una reprimenda al afirmar que "devastarían prioridades tales como la educación, la energía, y las investigaciones médicas. Indiscutiblemente, desacelerarían nuestra recuperación, y nos costarían cientos de miles de empleos."

Este tono un tanto "combativo" se tornó en ocasiones conminatorio para los republicanos: "No podemos simplemente hacer recortes para llegar a la prosperidad" o "...pongamos a un lado los intereses de los partidos, y colaboremos para aprobar un presupuesto que reemplace los recortes desatinados". Indudablemente, tampoco fue del agrado de los republicanos la encendida alocución en defensa de un gobierno fuerte. Todo ello fue posteriormente contestado por Marco Rubio, el hispano senador de Florida designado por los republicanos para tal cometido, y que en sí mismo merece un futuro comentario.

Más conciliador y decidido se mostró respecto a la reforma migratoria, asunto que marcará socialmente esta legislatura. En este caso, los escollos y desencuentros entre republicanos y demócratas, que los hay, no resultan tan peliagudos como en lo referente a la reforma fiscal. Tanto John McCain como Marco Rubio, ambos miembros de la comisión bipartita del senado, mantienen posturas favorables a la reforma migratoria.

Como era de esperar, y también habitual en este tipo de intervenciones, las referencias a la política internacional fueron escasas. Pero también fueron en la misma dirección que el resto del discurso al anunciar la retirada 34.000 soldados de Afganistán para este año, en una misión que promete concluir el año que viene. No debe pasarse por alto lo que resulta ser una clara advertencia a Irán: "Haremos todo lo que sea necesario para impedir que obtengan armamento nuclear". Pero, ¿qué será necesario? Prefiero no aventurar respuesta alguna.

Tras la reciente toma de posesión, y más allá de definir el momento actual de los Estados Unidos, los presidentes utilizan esta primera aparición, con motivo del Estado de la Unión, para exponer las líneas directrices en asuntos políticos, económicos y legislativos de sus mandatos. Así fue en la comparecencia de Obama en la noche del pasado martes, y no defraudó. Su discurso fue de similar corte al del pasado día 21 de enero, ratificando su deriva hacia el centro-izquierda.

Barack Obama