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Trump se prepara para cederle el bastón de mando al Partido Comunista de China

Las políticas aislacionistas de la nueva Administración significan abandonar importantes esferas de poder, que Beijing está más que dispuesta a ocupar. China ha comprendido que ese es el futuro

Foto: Delegados militares abandonan la Gran Asamblea Popular tras una sesión del Congreso Nacional en Beijing, el 12 de marzo de 2017. (Reuters)
Delegados militares abandonan la Gran Asamblea Popular tras una sesión del Congreso Nacional en Beijing, el 12 de marzo de 2017. (Reuters)

Todavía no tenemos la agenda oficial para el encuentro del mes que viene en Florida entre el presidente Trump y el presidente chino Xi Jinping. Pero tras 75 años de liderazgo estadounidense en el mundo, la cumbra de Mar-a-Lago, la residencia vacacional de Trump, podría señalar el principio de un traspaso de poder desde los EEUU hasta China. Trump ha abrazado una política de retirada del mundo, abriendo un espacio que será llenado de forma voluntariosa por el Partido Comunista de China.

Foto: Un guardia de seguridad frente al emblema del PC Chino durante la celebración del 95º aniversario de la fundación del partido, el 1 de julio de 2016 (Reuters) Opinión

Trump arremetió contra China durante su campaña, asegurando que estaba “violando” a EUU. Prometió calificarla oficialmente de manipuladora de divisas en su primer día en el cargo. Pero en su primera interacción con Beijing, se lo tragó. Semanas después de su elección, Trump especuló con que podría mejorar las relaciones con Taiwán. Como respuesta, Xi congeló todos los contactos entre Beijing y Washington en todas las áreas, pidiendo que Trump diese marcha atrás… que es exactamente lo que ocurrió. (De forma tal vez no accidental, unas pocas semanas más tarde el Gobierno chino garantizó a la Organización Trump docemas de derechos de patente en China, con una velocidad y a una escala que sorprendieron a muchos expertos).

La visión de la Administración Trump para esta desvinculación del mundo es un regalo del cielo para China. Miren a la propuesta presupuestaria de Trump, que recortará el gasto en 'soft power' -diplomacia, ayuda al extranjero, organizaciones internacionales- en un 28%. Beijing, por el contrario, ha triplicado el presupuesto de su Ministerio de Exteriores durante la última década. Y eso no incluye su gasto masivo en ayuda y desarrollo en Asia y África. Al evaluar algunos de los principales compromisos al desarrollo de Beijing, David Shambaugh de la Universidad George Washington estima el total en 1.400 billones de dólares, comparado con el Plan Marshal, que en dólares de hoy costaría unos 100.000 millones.

Foto: Soldados chinos con boinas de los Cascos Azules durante un entrenamiento en Qinyang, antes de salir para Darfur, en septiembre de 2007 (Reuters)

La creciente fortaleza diplomática de China importa. Un jefe de Gobierno asiático me dijo recientemente que en cualquier conferencia regional, “Washington envía un par de diplomáticos, mientras que Beijing envía docenas. Los chinos están en cada reunión de comités, y ustedes no”. El resultado, dijo es que Beijing marca la agenda asiática cada vez más.

La Administración Trump quiere racanear los fondos estadounidenses para Naciones Unidas. Eso es música para los oídos chinos. Beijing ha estado intentando ganar influencia en el organismo global durante años. Ha incrementado su financiación para la ONU y probablemente estará encantada de cubrir el déficit a medida que EEUU se retira. Como observa Colum Lynch, de Foreign Policy magazine, China ya se ha convertido en el segundo financiador de las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU y tiene más Cascos Azules que los otros cuatro miembros permanentes del Consejo de Seguridad juntos. Por supuesto, a cambio de esto, China logrará más influencia, desde nombramientos clave hasta cambios en ciertas políticas en el seno del sistema de la ONU.

El primer acto de importancia de la Administración Trump fue retirar a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico (TPP), un tratado que habría abierto economías tradicionalmente cerradas como Japón y Vietnam, pero también habría creado un bloque que podría oponerse al creciente dominio comercial de China en Asia. El TPP era, en palabras del primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, una 'prueba de fuego' de la credibilidad estadounidense en Asia. Con la retirada de Washington, incluso férreos aliados proestadounidenses como Australia están asegurando su apuesta. El primer ministro australiano Malcolm Turnbull ha dejado caer la posibilidad de que China se una al TPP, básicamente convirtiendo un grupo concebido como disuasión contra China en un brazo más de la influencia china.

El papel global de Estados Unidos ha significado siempre estar a la vanguardia en ciencia, educación y cultura. Una vez más, Washington va para abajo mientras Beijing sube. En la propuesta presupuestaria de Trump, los Institutos nacionales de Salud, la NASA y los laboratorios nacionales se enfrentan a recortes mutiladores, igual que muchos programas de intercambio que han traído a generaciones de jóvenes líderes a recibir formación en Estados unidos y ser expuestos a los valores estadounidenses. Beijing, mientras tanto, ha seguido expandiendo sus “Institutos Confucio” a lo largo del mundo, y ahora ofrece 20.000 becas para que estudiantes extranjeros vayan a China. Su financiación para grandes proyectos de ciencia crece cada año. El mayor telescopio del mundo está en China, no en EEUU.

Foto: Un grupo de graduados lanza sus birretes al aire en la Universidad Fudan de Shanghai, China, el 31 de mayo de 2016 (Reuters)

La Administración Trump quiere un ejército mayor. Pero esa nunca ha sido la forma en la que China ha intentado competir con el poder estadounidense. Los líderes chinos me han mencionado que esa fue la estrategia soviética durante la Guerra Fría, que fracasó miserablemente. El mensaje venía a ser: dejemos que Washington gaste recursos en el Pentágono, mientras Beijing se concentra en la economía, la tecnología y el 'soft power'.

El nuevo asesor de seguridad nacional de Trump, H.R. McMaster, dijo una vez que intentar luchar contra Estados Unidos de forma simétrica -tanque a tanque- era “estúpido”. La estrategia más inteligente sería una asimétrica. Los chinos parecen haberlo comprendido.

Todavía no tenemos la agenda oficial para el encuentro del mes que viene en Florida entre el presidente Trump y el presidente chino Xi Jinping. Pero tras 75 años de liderazgo estadounidense en el mundo, la cumbra de Mar-a-Lago, la residencia vacacional de Trump, podría señalar el principio de un traspaso de poder desde los EEUU hasta China. Trump ha abrazado una política de retirada del mundo, abriendo un espacio que será llenado de forma voluntariosa por el Partido Comunista de China.

Xi Jinping