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Aurora Mínguez

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Aurora Mínguez. Berlín

Esperando a Herr Rajoy

Cuando a las doce y media de este jueves Mariano Rajoy sea recibido con honores militares en el patio de entrada de la Cancillería Federal, adornado

Cuando a las doce y media de este jueves Mariano Rajoy sea recibido con honores militares en el patio de entrada de la Cancillería Federal, adornado con una escultura de Eduardo Chillida, estará a punto de iniciar una visita trascendental para el futuro de nuestro país y para vender con convicción la ‘marca España’ en Europa. Contará con dos grandes ventajas: pertenece a la misma familia política de Angela Merkel, el Partido Popular Europeo, y transmite una imagen muy compatible con los gustos de la canciller: una persona seria, prudente, digna de confianza, que no se apresura en los juicios. Un político moderado que se ha sabido rodear de buenos profesionales, todos ellos con reconocida experiencia profesional y política. Alguien con quien la canciller se puede sentir muy cómoda.

Es una buena oportunidad para hacerse un hueco entre los interlocutores privilegiados de la primera ministra alemana porque Merkel está abriendo su ronda de contactos habituales más allá del eje francoalemán. Sabedora de que las encuestas dan por perdedor a Nicolas Sarkozy en las presidenciales de esta primavera y de las consecuencias que para toda Europa puede tener la llegada al Elíseo de un socialdemócrata que considera al mundo financiero como un adversario real, Merkel parece decidida a cerrar al máximo las filas del centroderecha europeo, pese a que ella misma, con su habitual tactismo, a menudo sorprende con iniciativas progresistas que encienden los ánimos de los más conservadores dentro de la CDU.

Alemania tiene que ser mucho más generosa con el Sur

Rajoy tiene que aprovechar al máximo esta oportunidad porque si España necesita a Alemania, Alemania también necesita a España. En Berlín lo que realmente preocupa ya no es lo que pasa en Grecia, sino ver si los gobiernos de Roma y Madrid consiguen sacar adelante sus reformas con firmeza y escapar así del asedio de los mercados y las agencias de calificación. El fracaso de esas medidas supondría también una amenaza para la economía alemana, que este año crecerá, en el mejor de los casos, un 0,7%, según las previsiones del ejecutivo federal.

Pero hay algo que también Mariano Rajoy debería recordar a la canciller: la debilidad y los malos tragos que están sufriendo los países del Sur están en inversa proporción con las ventajas de que disfruta Alemania precisamente en estos momentos de crisis y amenazante recesión: los inversores están dispuestos a comprar bonos alemanes incluso perdiendo dinero, el euro débil beneficia a los exportadores germanos, que se están forrando, y las compañías alemanas pueden escoger a los mejores profesionales entre la oleada de nuevos emigrantes altamente cualificados que están llegando a la República Federal en busca de trabajo. Alemania es el país de la UE que más se ha beneficiado en esta década de moneda única: su balance comercial con la UE en estos diez últimos años ha aumentado en un 30%, según datos de las Cámaras de Comercio e Industria alemanas: es justo que sus socios le pidan también algo de generosidad a cambio.

Crecimiento, fondos de rescate, eurobonos...

Una virtud personal destacada de Angela Merkel es que sabe escuchar y que respeta y valora las opiniones bien fundamentadas. Y es ahí donde Mariano Rajoy podrá mostrar lo mejor de sí mismo: explicar que las curas de austeridad deben de ir acompañadas, como los regímenes de adelgazamiento, por dosis adecuadas de proteínas, es decir, de estímulo al crecimiento. Ya el pasado 11 de enero, en su encuentro en Berlín con Mario Monti, Merkel demostró que admite también críticas y sugerencias. Monti pedía entonces abrir el binomio Berlín-París a Italia y  advertía que tantos recortes y tanta dieta prusiana iban a generar un clima antieuropeo y, sobre todo, antialemán en Italia. “A la gente no sólo se le puede pedir sacrificios. Hay que darles esperanza” decía Monti, dejando entrever su deseo de pagar  intereses más bajos por su deuda y solicitando un aumento del Fondo Permanente de Estabilización del Euro. De momento ese Fondo está dotado con 500.000 millones de euros, pero Italia y la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, apuestan por duplicarlo hasta el billón de euros. Lagarde ayer insistía aquí en la capital alemana en que es necesario reforzar ese cortafuegos para proteger las espaldas italianas y españolas. Berlín, de momento, dice que no, que ya veremos de aquí a marzo cómo van las cosas. Pero tal vez Mariano Rajoy podría contribuir a suavizar esa negativa, sumándose a las demandas ya planteadas por su colega italiano e incluso por el atribulado Nicolas Sarkozy y recordándole a la canciller que sus reiteradas defensas verbales del euro también deben verse en la realidad práctica.

Otro tanto sería quizá posible en el asunto de los eurobonos. No es justo que Alemania se haya convertido en un paraíso para los inversores europeos e internacionales y que los miembros más débiles del Club del Euro estén pagando fortunas para conseguir créditos leoninos. Aquí en Berlín se considera que los eurobonos sólo llegarán después de la firma del Pacto Fiscal que Merkel quiere dejar cerrado en la Cumbre del dia 30 y firmado, a más tardar, a mediados de marzo. Mariano Rajoy podría, en esta misma línea de pensamiento, ofrecer una actuación en paralelo, poniendo en funcionamiento esta armonización fiscal con la ‘regla de oro’ en toda la UE y avanzando al tiempo en poner lo antes posible los cimientos de ese Tesoro Europeo que emitiría los eurobonos. Una idea para la que contaría con el apoyo seguro de la Comisión Europea y del presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker.

Ilusión y esperanza

Tenía razón Cristóbal Montoro cuando en su entrevista con el Financial Times Deutschland  solicitaba a Alemania y al resto de socios comunitarios un poco más de “feeling” para las dificultades que atraviesa España. Lo mismo decía Mario Monti a la canciller: los ciudadanos han comprendido perfectamente que hay que apretarse muy fuerte el cinturón. Pero ahora se necesita tiempo para ver los efectos y, sobre todo, ayudas estatales. La canciller también está empezando a mostrar una cierta flexibilidad en este punto: en dos ocasiones recientes ha hablado ya de utilizar el dinero sobrante del capítulo de los Fondos Estructurales y de Cohesión (“ y hay mucho dinero”, recalcaba Merkel, una cifra que podría rondar los 120.000 millones de euros). Con esta respetable suma se podrían poner en marcha programas de Estimulación del Crecimiento y de Creación de Empleo en Europa como los que evocaron Merkel y Sarkozy en su último encuentro en Berlín.

Europa no sólo necesita reformas, sino que necesita esperanza. La visita de Mariano Rajoy a Berlín puede y debe servir para ablandar el corazón teutón-espartano de la canciller y ofrecer a los españoles y a los europeos una perspectiva de futuro con un mínimo de ilusión. Es muy importante que España mantenga un puesto en el Directorio del Banco Central Europeo –ocupado hasta finales de mayo por el excelente economista y profesor que es José Manuel González Páramo- , aunque lo vamos a tener difícil. También que promueva y apoye la introducción en la Eurozona del impuesto de transacciones financieras, obligando a los agentes de inversión a pagar tasas al igual que el resto de los ciudadanos. Pero no menos importante es que en Berlín se escuche alta y firme la voz de España, la del socio solidario, fiable, sincero, sensato y con ideas y propuestas, que quiere una Europa competitiva, como repite una y otra vez la canciller, pero también una Europa humana y justa. Y, si fuera posible, con un punto de esperanza.

Cuando a las doce y media de este jueves Mariano Rajoy sea recibido con honores militares en el patio de entrada de la Cancillería Federal, adornado con una escultura de Eduardo Chillida, estará a punto de iniciar una visita trascendental para el futuro de nuestro país y para vender con convicción la ‘marca España’ en Europa. Contará con dos grandes ventajas: pertenece a la misma familia política de Angela Merkel, el Partido Popular Europeo, y transmite una imagen muy compatible con los gustos de la canciller: una persona seria, prudente, digna de confianza, que no se apresura en los juicios. Un político moderado que se ha sabido rodear de buenos profesionales, todos ellos con reconocida experiencia profesional y política. Alguien con quien la canciller se puede sentir muy cómoda.

Mariano Rajoy