Es noticia
El estudiante que se enfrentó a la industria del cine
  1. Mundo
  2. Las manillas del Big -Ben
Celia Maza

Las manillas del Big -Ben

Por

El estudiante que se enfrentó a la industria del cine

Cuando sale de la universidad con su mochila, Richard O´Dwyer parece un estudiante más de multimedia. Pero no lo es. A sus 24 años, su cara

placeholder

Cuando sale de la universidad con su mochila, Richard O´Dwyer parece un estudiante más de multimedia. Pero no lo es. A sus 24 años, su cara es el rostro de una guerra mundial. La batalla entre los intereses de la industria del cine y la televisión, y aquellos ciudadanos que se opusieron frontalmente a los proyectos de las leyes SOPA y PIPA, que pretendían regular los contenidos online y finalmente se hundieron en el Congreso de Estados Unidos. Más de 10.000 páginas web se sumaron al primer apagón digital en protesta por estas iniciativas contra la piratería online. Y ahora, este universitario de Sheffield (Inglaterra) parece ser el único que está pagando las consecuencias.

O'Dwyer se enfrenta hasta a diez años de cárcel en Estados Unidos por montar en Gran Bretaña una, según él, “inocente” página web para compartir con amigos series y películas americanas. La ministra del Interior británica, Theresa May, ya ha aprobado su extradición a Estados Unidos por las acusaciones de infracción de derechos de autor y conspiración que se ciernen contra el desde Estados Unidos. Y, a finales de año, un tribunal superior escuchará la apelación en la que trabajan sus abogados. La familia ha recibido el apoyo de políticos y distintas personalidades entre las que se encuentra Jimmy Wales, el fundador de Wikipedia, que esta semana ha presentado una campaña mundial para evitar que el joven pase la próxima década entre rejas.

Julia ya no sabe qué hacer para mantener a su hijo en el Reino Unido. La madre de Richard trabaja como enfermera con niños terminales. Antes de que empezara toda esta pesadilla, apenas sabía utilizar Internet y nunca había oído hablar de Twitter u otras redes sociales, pero ahora cuando llega a casa se queda hasta altas horas de la madrugada frente a la pantalla de su ordenador buscando leyes y analizando casos. Y ya ha recopilado 20.000 firmas de apoyo a su hijo.

Cuando mira a su alrededor, O'Dwyer aún no se cree todo lo que está pasando. En junio de 2010 su página web -TVShack.net- recibió una advertencia contra la violación de los derechos de autor, pero el chaval no le dio la más importancia. Simplemente creó una nueva dirección, tvshack.cc, y se fue a comprar unas entradas de cine.

Porque (paradojas) O'Dwyer siempre ha preferido ver las películas en la gran pantalla acompañado por sus amigos y con una gran bolsa de palomitas. Realmente comprarse un ordenador e invitar a sus colegas a las entradas fueron los únicos lujos que se permitió con las ganancias de la web.

Al principio, sólo sus amigos y conocidos utilizaban su web. Pero el boca a oreja empezó a funcionar y, cuando se dio cuenta, la página tenía 300.000 visitas al mes. Los anunciantes le acribillaban a emails y él se limitaba a escoger cada día uno al azar. Durante los tres años que estuvo abierto, el sitio generó más de 140.000 libras. La vida le sonreía.

Aquella mañana de noviembre de 2010, Richard ya estaba levantado preparando un examen cuando sonó el timbre de la puerta a las siete de la mañana. Al abrirla se encontró a dos agentes del Scotland Yard y a otros dos con chaqueta de cuero del Ejecutivo de Inmigración y Aduanas de EEUU. En ese momento comenzaba la batalla titánica entre los gigantes de Hollywood -luchando por mantener su modelo de negocio- y una nueva generación digital que no está de acuerdo con las reglas de juego.

Mientras casos como el del también británico Gary Mackinnon podrían terminar en ocho años en prisión por piratear supuestamente los ordenadores del Pentágono, O'Dwyer se enfrenta también a la extradición y una posible condena de hasta 10 años por dejar a la gente en el Reino Unido acceder a una web donde ver Iron Man 2 antes de su estreno en Londres. O'Dwyer asegura que nunca había considerado realmente la legalidad de su web.

Tras un rápido registro en su habitación, la Policía incautó su material informático y documentación y se llevó cosas y dueño a comisaría. Con el fin de agilizar todo para poder presentarse a su examen, el joven renunció a tener un abogado durante su interrogatorio. O'Dwyer terminó con dos acusaciones de Estados Unidos basadas ​​en la infracción penal de los derechos de autor y conspiración para cometer la infracción penal de los derechos de autor. Cada una implica un máximo de cinco años de cárcel.

Le concedieron libertad condicional, pero al no conseguir las 3.000 libras que le pedían ni tampoco su pasaporte antes de las 17 horas, el estudiante se tuvo que quedar aquella noche en el calabozo. Cuando llamó a su madre para contarle lo sucedido estaba ya al tanto. Ella también había tenido una visita inesperada aquella mañana.

Mientras continua su batalla legal, O'Dwyer intenta hacer una vida normal. Sigue con sus estudios y aunque estaría muy interesado en trabajar en Google, Twitter o Facebook en el futuro quiere montar su propia empresa. Jimmy Wales, el fundador de Wikipedia, ha asegurado esta semana que, tras reunirse con él, le quedó muy claro que era el tipo de persona que sabes va a lanzar el próximo éxito en Internet. Habrá que esperar ahora a ver si lo hará entre rejas o no.  

Descripción: https://mail.google.com/mail/u/0/images/cleardot.gif

placeholder

Cuando sale de la universidad con su mochila, Richard O´Dwyer parece un estudiante más de multimedia. Pero no lo es. A sus 24 años, su cara es el rostro de una guerra mundial. La batalla entre los intereses de la industria del cine y la televisión, y aquellos ciudadanos que se opusieron frontalmente a los proyectos de las leyes SOPA y PIPA, que pretendían regular los contenidos online y finalmente se hundieron en el Congreso de Estados Unidos. Más de 10.000 páginas web se sumaron al primer apagón digital en protesta por estas iniciativas contra la piratería online. Y ahora, este universitario de Sheffield (Inglaterra) parece ser el único que está pagando las consecuencias.