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El turco que atentó contra Juan Pablo II quiere ahora ordenarse sacerdote
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El turco que atentó contra Juan Pablo II quiere ahora ordenarse sacerdote

"Si Francisco me acoge en el Vaticano, me haré cura", dijo ayer Mehmet Ali Agca en una entrevista. Una extraña petición para el hombre que intentó matar a otro Papa en 1981

Foto: Mehmet Ali Agca, excarcelado en Turquía en 2010 (EFE)
Mehmet Ali Agca, excarcelado en Turquía en 2010 (EFE)

Con el paso de los años, Mehmet Ali Ağca —el turco que se hizo famoso en 1981 tras disparar dos balas con una Browning calibre 9 contra Juan Pablo II en la plaza de San Pedro— se parece cada vez más a aquellos magos desvaídos y torpes que fascinaban a los niños de antaño. Cada tanto, saca un conejo de la chistera. Lo último es que, en estas épocas revueltas, quiere ser sacerdote y que espera que el Papa lo aloje en el Vaticano. Lo dijo en una entrevista transmitida este martes en la noche en el programa Top Secret que se emite en Italia en Canale 5, perteneciente al grupo mediático de Silvio Berlusconi.

Eso sí, la razón de ello, explicó Ağca, tiene que ver más con pesadumbres terrenales que con repentinas iluminaciones divinas. “Vivo como un jubilado, uno que pierde su tiempo. Por esto, quiero hacerle un petición a Francisco: si me acoge en el Vaticano, me haré cura”, ha dicho, hablando desde Estambul. “Él acoge a todos: que me acoja, me entregue un pasaporte”, ha agregado Ağca, ex miembro de los Lobos Grises, la organización ultraderechista y anticomunista que ensangrentó Turquía en los años setenta y ochenta del siglo pasado.

“Esta probablemente será mi última entrevista (…) La Virgen es mi madre espiritual. Por eso, celebraré misa, si el Papa lo quisiera”, ha añadido. “Quisiera ir a[l Santuario de] Fátima el año que viene, en mayo de 2017, en ocasión del centenario de las apariciones marianas. Y rezar allí, tal vez con el Papa y con la Virgen, mi madre espiritual”, ha continuado Ağca, haciendo referencia a los secretos supuestamente revelados por la Virgen de Fátima en 1917 y que hablarían de una serie de cataclismos provocados por la humanidad.

Siempre se supo que Ağca ha tenido un extraño interés por el tercer secreto de Fátima y que este argumento fue motivo de conversación cuando se encontró, estando él encarcelado, con Juan Pablo II en 1983, en la cárcel romana de Rebibbia. Pero según dijo recientemente el antiguo secretario de Karol Wojtyla, el ultraconservador Stanislaw Dziwisz, Ağca tiene una verdadera obsesión por los que muchos católicos consideran la profecía que habría adelantado también el atentado contra el pontífice polaco. “Dios decidió el atentando contra el Papa y Dios salvó al Papa. Eso fue lo anunciado por Fátima”, ha subrayado Ağca, en la entrevista difundida por el canal italiano.

Una tesis que se refuerza en que el atentado de Ağca se llevó a cabo precisamente un 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima, según han subrayado en múltiples ocasiones los teólogos que creen en la veracidad de la profecía. Y que se suma a las hipótesis catastrofistas más diversas que ha generado desde siempre el secreto de Fátima. “Dacca [donde el pasado 1 de julio se produjo un atentado reivindicado por el Estado Islámico], Niza, Turquía… Escenarios diferentes pero que describen un apocalipsis. ¿No será que Occidente ha llegado a su última batalla?”, se preguntó el presentador del programa, Claudio Brachino.

En verdad, a lo largo de los últimos 35 años, Ağca, ahora de 58 años y que algunos creen que padece de locura o demencia, ha dicho cosas inverosímiles o descabelladas, como que él no es “Dios, ni el hijo de Dios, ni Jesús, sino el Mesías”. En 2006 incluso habló de la llegada del fin del mundo y en la cárcel turca en la que estuvo escribió “otra Biblia”, que fue enviada al Vaticano. Un comportamiento que el policía italiano Antonio Marini, quien durante 15 años investigó sobre el atentado, considera otro reflejo de la farsa del turco.

Sin embargo, hay aspectos que se han repetido, incluso con más énfasis desde cuando Ağca recobró la libertad en 2010, tras cumplir varias condenas, primero en Italia y luego en Turquía. Uno de estos elementos es precisamente que el ex terrorista turco ha vuelto con insistencia, una y otra vez, sobre el episodio del atentado contra Juan Pablo II, que se produjo en plena Guerra Fría —en momentos en los que el polaco Karol Wojtyla se mostraba abiertamente anticomunista— y cuyos responsables últimos, y hete aquí la cuestión, todavía no han sido identificados.

El problema de fondo es que cada declaración de Ağca ha contradicho las anteriores. En 1983, habló por primera vez de una pista que desde Bulgaria, y pasando por la hoy inexistente República Democrática de Alemania, llevaba hasta el Kremlin. En el año 2000 declaró que había sido armado por el propio Vaticano y, específicamente, por el difunto cardenal italiano Agustino Casaroli. Ya fuera de la cárcel, añadió que ni la CIA norteamericana ni el KGB soviético habían estado detrás del atentado y agregó que el intermediario había sido un tal “padre Michele”, vinculado al Vaticano.

Y más aún. En 2013, en el libro autobiográfico “Me prometieron el paraíso. Mi vida y la verdad sobre el atentado al Papa”, afirmó que el delito había obedecido a la voluntad del mismísimo ayatolá Jomeini, el líder político-espiritual de la revolución islámica iraní en 1979. Y también dijo que Karol Wojtyla le había pedido convertirse al cristianismo, lo que originó una extensa nota del Vaticano, con un título más bien elocuente: "La nueva verdad o, mejor dicho, la nueva mentira de Mehmet Ali Ağca”.

“Es cierto. Estuve en Irán a partir de enero de 1980 durante 70 días. Estaba allí pues escapaba del gobierno turco. Pero no he hecho nada y no le he encontrado [al ayatolá Jomeini]”, ha matizado ahora en la entrevista Ağca, cuya rocambolesca vida incluye también una fuga en 1979 de una cárcel turca en la que había sido recluido por el asesinato del periodista Abdi Ipekci, entonces director del diario Milliyet.

Sea como fuere, lo cierto es que Ağca sea todavía hoy un misterio es también la conclusión a la que llegó la última comisión del Parlamento italiano —los juicios italianos sobre los hechos se cerraron en 1986— que investigó sobre el “caso Mitrokhin”, sobre el achivista Vasilij Nikitič, protagonista de una extraordinaria filtración de miles de páginas de documentos secretos copiados del archivo del espionaje exterior soviético (del KGB, nominado SVR a partir de 1991) de entre 1972 y 1984.

Según la investigación de la comisión italiana, que presentó su informe en 2002 sin llegar a una conclusión definitiva sobre el atentado a Juan Pablo II, interesante es que Ağca es capaz de alternar “informaciones y detalles” que “en parte son verificables y verificadas” con “declaraciones delirantes y contradictorias”. Algo que, según los parlamentarios italianos, tiene como consecuencia el hecho de anular toda certeza sobre sus testimonios. Ayer volvimos a ser testigos.

Con el paso de los años, Mehmet Ali Ağca —el turco que se hizo famoso en 1981 tras disparar dos balas con una Browning calibre 9 contra Juan Pablo II en la plaza de San Pedro— se parece cada vez más a aquellos magos desvaídos y torpes que fascinaban a los niños de antaño. Cada tanto, saca un conejo de la chistera. Lo último es que, en estas épocas revueltas, quiere ser sacerdote y que espera que el Papa lo aloje en el Vaticano. Lo dijo en una entrevista transmitida este martes en la noche en el programa Top Secret que se emite en Italia en Canale 5, perteneciente al grupo mediático de Silvio Berlusconi.

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