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La carretera más peligrosa del mundo está en África
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La carretera más peligrosa del mundo está en África

Está en Uganda. En tan solo ocho meses han muerto en ella al menos 200 personas. Un pastor local cree que el diablo está detrás y le ha practicado un exorcismo a la autopista

Foto: Imagen de un accidente en la autopista que une Kampala con Masaka, en Uganda (Foto: eagle.co.ug).
Imagen de un accidente en la autopista que une Kampala con Masaka, en Uganda (Foto: eagle.co.ug).

El paso de Yungas, la “carretera de la muerte” de las montañas de Bolivia, que se asoma sin quitamiedos a precipicios de hasta 600 metros, probablemente ya no es la carretera más peligrosa del mundo. Una autopista ugandesa, la que une Kampala con Masaka, menos espectacular pero quizás más mortífera, va camino este año de arrebatarle ese dudoso honor. En solo ocho meses, entre enero y agosto de este año, los muertos que han quedado en su asfalto superan los 200.

Para dejar patente el elevadísimo número de víctimas de esta vía basta con comparar sus cifras con las de España. Nuestro país tiene 166.284 kilómetros de carreteras propiedad del Estado, una extensión que no contabiliza las vías autonómicas y las gestionadas por los ayuntamientos. En esa enorme extensión de asfalto, este verano han fallecido en accidentes de tráfico 253 personas. En la autopista Kampala-Masaka, de solo 130 kilómetros, han perdido la vida 200, solo hasta el mes de agosto.

La carnicería ha llegado a tal extremo que los ugandeses y turistas que tienen alternativa huyen de esta autopista como de la peste, pese a que se trata de una arteria vital pues es uno de los tramos del trayecto que une la vecina Kenia y otros estados fronterizos con Uganda como la República Democrática del Congo y Ruanda. Por ejemplo, las agencias de turismo que organizan excursiones en la frontera con Ruanda, donde se encuentra uno de los últimos refugios de los escasos gorilas de montaña que quedan en el mundo, prefieren alquilar avionetas antes de poner los pies en esa carretera considerada ya una trampa mortal.

Foto: Familiares de Yvonne Masika, asesinada durante un ataque cometido supuestamente por la ADF, portan su cadáver en el pueblo de Mbau, cerca de Beni (Reuters).
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A la frecuencia de los accidentes se une además la habitual sobrecarga de los vehículos, cuya consecuencia es que la cifra de víctimas en cada uno de esos sucesos suela ser muy elevada. “Hace poco, 21 personas, entre ellas un niño, murieron en un solo accidente”, explicó Edith Nanteza, una policía ugandesa, a la Agencia France Presse. El suceso se produjo cuando un coche intentó adelantar al vehículo que lo precedía sin éxito, tras lo cual chocó con un camión que literalmente aplastó dos taxi-minibús atestados de viajeros.

Ese accidente, que tuvo lugar el 2 de julio, estuvo seguido a los pocos días por un choque múltiple de seis vehículos en el que fallecieron otras cinco personas, incluido un policía de tráfico que había acudido a socorrer a las víctimas y que pereció atropellado. En una única semana del mes de julio, 30 personas dejaron su vida en esa autopista. En muchos de estos accidentes aparecen implicados vehículos pesados como camiones y autobuses. El 4 de agosto, otras nueve personas perecieron en la colisión entre un autobús de línea y un camión que estaba estacionado en el arcén. Los ocupantes del autobús afirmaron después que el conductor, que se esfumó antes de que llegara la policía, conducía de forma imprudente.

Un exorcismo a la carretera

Las autoridades ugandesas están tan alarmadas por las muertes en esta carretera que incluso han presentado una operación específica de seguridad viaria solo para ella. La campaña “Fika Salama” (“Llegar seguro”, en lengua suajili) está dirigida a concienciar y sancionar a los conductores a cuyos errores e imprudencias las autoridades atribuyen “el 90%” de los accidentes.

Algunos ugandeses no deben de estar muy de acuerdo en atribuir la siniestralidad de la vía a los errores humanos, a la luz de que un pastor protestante local incluso ha tomado la iniciativa de practicar un exorcismo a la carretera porque, en su opinión, sólo “el diablo” puede estar detrás de tanta muerte. En un vídeo colgado en Youtube se ve a un risueño y orondo reverendo arrojando aceite en los márgenes de la carretera mientras un grupo de sus fieles le secundan, antes de montarse en un Matatu, una de esas furgonetas que en los países de la región hacen las veces de taxi colectivo.

Este religioso afirmó a la agencia francesa de noticias que esa era la primera vez que practicaba “un exorcismo a una carretera”, que está “maldita” porque mientras se estaba construyendo mucha gente de la zona se había dedicado a practicar la brujería. Según sus teorías, estos encantamientos y la citada influencia diabólica han provocado que “tanta gente esté muriendo” allí.

La sombra de la corrupción

Entre 2009 y 2013, el Gobierno ugandés invirtió, solo en una primera fase, alrededor de 50 millones de dólares en volver a asfaltar la autopista Kampala-Masaka y ampliar el número de carriles. Un esfuerzo que no ha dado gran fruto, vistas las 200 víctimas de los primeros ocho meses de este año. De ahí que las autoridades ugandesas hayan decidido poner en marcha la campaña “Fika Salama” y atacar al que consideran el principal factor de riesgo, los conductores, aplicando una política de tolerancia cero a las infracciones de tráfico.

Aunque las autoridades ugandesas seguramente no van desencaminadas al pensar que el comportamiento imprudente de muchos conductores es una de las causas principales de la alta siniestralidad de la autopista, podría haber otros motivos. Estas otras razones podrían explicar por qué, a pesar de los relativamente recientes trabajos de acondicionamiento, los accidentes mortales en esta carretera siguen siendo tan frecuentes.

Una de esas otras razones podría ser la corrupción. En Uganda el dinero destinado al mantenimiento de la red viaria no siempre se destina a su fin declarado, como demostró un informe encargado por el propio gobierno ugandés que concluyó que, en los últimos siete años, se habían desviado 1.000 millones de dólares en contratos de mantenimiento de carreteras.

El paso de Yungas, la “carretera de la muerte” de las montañas de Bolivia, que se asoma sin quitamiedos a precipicios de hasta 600 metros, probablemente ya no es la carretera más peligrosa del mundo. Una autopista ugandesa, la que une Kampala con Masaka, menos espectacular pero quizás más mortífera, va camino este año de arrebatarle ese dudoso honor. En solo ocho meses, entre enero y agosto de este año, los muertos que han quedado en su asfalto superan los 200.

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