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Bodas, poligamia y poliamor a la italiana
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Bodas, poligamia y poliamor a la italiana

La ley de uniones homosexuales en Italia ha abierto la caja de Pandora, dando alas a movimientos opuestos, desde islamistas polígamos a quienes reclaman su derecho a amar a más de una persona

Foto: Un hombre pasa por delante de la polémica publicidad de una tienda de Benetton en Roma, en 2011 (Reuters)
Un hombre pasa por delante de la polémica publicidad de una tienda de Benetton en Roma, en 2011 (Reuters)

El pasado viernes 5 de agosto, Elena Donzellini y Cristina Cassinelli, de 47 y 49 años, se despertaron cubiertas de sudor. No fue por el calor, que asfixia a Italia en verano, sino por la emoción: después de 20 años juntas, ese día finalmente Elena y Cristina se convirtieron en la primera pareja de lesbianas en unirse en una boda civil en Milán. El acto, celebrado con sencillez, se realizó en el Palacio Real y lo ofició el mismo alcalde de la capital milanesa, Giuseppe Sala, del centro-izquierdista Partido Democrático (PD). “Me emocioné”, dijo él. Sala aplicaba así la Ley nº 76 del 20 de mayo de 2016, que entró en vigor el pasado 5 de junio tras un recorrido accidentado, sobre todo por el hostigamiento de los sectores más conservadores de la población y de la Iglesia Católica. La polémica, no obstante, estaba anunciada, igual que los 'coup de théatre'.

“No sé cómo lo logramos”, observó Elena. “Había centenares de parejas que, cuando la ley entró en vigor, se pusieron en la lista. Sí, lo hemos logrado… Un pequeño paso hacia adelante”, añadió, visiblemente satisfecha. Acto seguido, Sala casó a una segunda pareja, esta vez de dos hombres. Y un día después, en la cercana ciudad de Turín, Chiara Appendino, del Movimiento Cinco Estrellas (M5E), hizo lo mismo: ofició la unión civil de una pareja homosexual de ancianos que llevaban 50 años juntos.

La mecha del debate no ha tardado en encenderse, pero de un modo inesperado. “Si el matrimonio gay es un derecho civil, la poligamia también lo es”, ha sido la provocación de Hamza Roberto Piccardo (Imperia, 1952), italiano, fundador de la Unión de las Comunidades Islámicas de Italia y uno de los más influyentes pensadores islámicos en este país. “Los musulmanes no estamos de acuerdo con las uniones homosexuales y no podemos aceptar un ordenamiento jurídico que las ha consentido”, ha añadido, torciendo el debate hacia lo religioso, en concreto, por el versículo 4:3 del Corán que autoriza [según una interpretación muy debatida] la poliginia [la unión de un hombre con varias mujeres] en ciertos casos.

“No entiendo por qué una relación entre adultos pueda ser prohibida y, aún más, aborrecida”, concluyó Piccardo, suscitando la indignación de varios políticos italianos y de los musulmanes más progresistas. “Estas palabras son para nosotros una tragedia. Con el miedo que se está difundiendo contra el Islam, este señor difunde una imagen de nuestra religión retrógrada e ideológica”, llegó a decir la somalí Maryam Ismail, colaboradora sobre temas de inmigrante en el ministerio de Interior de Italia.

No obstante, lo inesperado para Piccardo fue que el tiro le ha salido por la culata. Los sectores más libertinos y laicos de Italia le han dado la razón, pero retorciendo su argumentación. “¿Por qué una mujer no puede tener cuatro maridos?”, ha dicho el intelectual Vittorio Sgarbi en una nota publicada en una conocida red social, introducendo en la discusión la posibilidad de legalizar no sólo la poliginia, sino también la poliandria [la unión de una mujer con varios o varias]. “De inmediato se ha interpretado lo dicho por Piccardo como una propuesta que cancela la igualdad entre el hombre y la mujer. ¿Quién lo ha dicho? ¿Por qué solo los hombres pueden ser polígamos?”, arremetió el siempre polémico comentarista, conocido en Italia por sus propuestas fuera de lo convencional. “Poligamia significa uniones múltiples, por tanto polígamo puede ser tanto el hombre como la mujer”, concluyó Sgarbi.

La poligamia crece en Europa

Se ha abierto así la puerta a las miles de opiniones que hay sobre el asunto. Un debate sobre el cual se preguntan cada vez más juristas y legisladores en el mundo occidental, donde el laicismo predomina.

El hecho es que la poligamia que, aun en los países donde no está autorizada —es legal en casi sesenta estados en el mundo, en África, Oriente Medio y Asia—, existe y, en algunos países europeos, va incluso en aumento. No hay datos oficiales, pero en el país transalpino se calcula que existen hoy unas 15.000 uniones polígamas o bígamas, la mayoría de ciudadanos de religión musulmana. En Francia, de acuerdo con los datos de una pregunta parlamentaria presentada en 2010 ante el Senado, se ha pasado de 90.000 a 200.000 polígamos entre 1992 y 2006. Y, en Alemania, se estiman alrededor de 95.000 casos de polígamos, a la vez que en el estado de Utah, Estados Unidos, se han contado más de 30.000 practicantes, muchos de ellos mormones. Las uniones polígamas musulmanas son posibles gracias al llamado matrimonio “orfi”, que es una unión religiosa que no tiene que ser registrada ante las autoridades, razón por la que, incluso si viven en países donde la poligamia está prohibida, como todos los europeos, no hay castigo.

Pero, claro, hoy día, en el mundo occidental, no todos los polígamos lo son por motivos religiosos. Por ejemplo, el año pasado en Brasil se celebró la unión civil de un trío de mujeres ante un tribunal de Río de Janeiro, con un documento en el que se especificaron los derechos y deberes de cada una. Esto después de que otras tres personas —un hombre y dos mujeres— registraran su unión en 2012 en una notaria de Tupã, en el Estado de Sao Paulo.

Además, también en Europa se han dado excepciones. En Andalucía, España, un tribunal admitió recientemente la validez de un matrimonio polígamo para que una viuda cobrara la pensión de su marido. En Finlandia, se admite bajo circunstancias especiales, orientadas a proteger el bienestar de los hijos y si el vínculo ha sido establecido en el extranjero. Y algo similar también ocurre en Noruega, mientras que en Italia ya en 1987 un tribunal aceptó la reunificación familiar de la segunda esposa de Lehsen Bouzid, un obrero de una empresa de Anzola Emilia, en el norte del país.

Pero la respuesta mayoritaria—a la defensiva— en Italia ha sido un “no” rotundo a permitir la poligamia, una negativa que remite al miedo de que el fenómeno implique rebajar las conquistas sociales duramente ganadas en materia de derechos humanos. “El de Piccardo es un craso error. La poligamia, por su contenido moral y estructura del vínculo, no es un derecho civil, pues se basa en una condición de desigualdad [del cónyuge que comparte con otros el mismo marido o la misma esposa]”, afirma el sociólogo Luigi Manconi. “La igualdad de los géneros y la tutela de la dignidad de cada persona son derechos inalienables que ni sus titulares pueden limitar, ceder o modificar”, continúa, rechazando toda forma de poligamia, tanto la poliginia como la poliandria.

"Un tabú como antes el del matrimonio homosexual"

Manconi amplía así lo ya dicho por la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU en un documento del año 2000, según el cual la poliginia “viola la dignidad de la mujer” y “es una discriminación inaceptable”. Algo sobre lo cual ya no hay un consenso unánime, como señalaba un artículo que circulaba en Italia en estos días. En el texto, titulado “Ha llegado la hora de la legalización de la poligamia” y publicado en 2015 por el lingüista Frederik Deboer, se sostiene que, por el contrario, “la poligamia es hoy un tabú como lo eran hace décadas las uniones entre personas del mismo sexo”.

Así y todo, el otro gran problema es que estos debates terminan siendo instrumentalizados por los partidos de extrema derecha para sus propósitos electorales. “La propuesta de Piccardo es… ¡una locura! ¡Qué se vayan todos a sus casas!”, clamó Matteo Salvini, el secretario del partido antiinmigrantes y secesionista de la Liga Norte (LN). “Esto es lo que quiere el Islam. Tenemos que oponernos con todas nuestras fuerzas”, opinó la diputada derechista Daniela Santanché, en tanto otros acusaron al gobierno de Matteo Renzi, promotor de la Ley sobre las uniones homosexuales, de ser “un siervo del Islam”.

También se ha debatido sobre la poligamia en la Biblia, puesto que personajes significativos —Lamec, Abraham, Esaú, Samuel, Jacob, David e incluso Salomon, quien tuvo 700 esposas, según el Antiguo Testamento— aparecen como polígamos. Sin embargo, la Biblia también sugiere que Dios prefiere la monogamia —“cada uno tenga su propia mujer y cada una tenga su propio marido”, reza el capítulo 7 de la Primera Epístola del Apóstol San Pablo a los Corintios—. Esta es, en efecto, la tradición judeocristiana que ha llegado hasta nuestros días y se mantiene. Aunque, según ha asegurado el propio Piccardo, la cuestión aquí no acaba y “se volverá a hablar de ello…”.

Pero en el grupo de sus detractores también estará otro gremio que está ganando terreno en muchos lares, incluso en la conservadora Italia: los seguidores del poliamor, una práctica que consiste en amar a varias personas a la vez, pero sin poner énfasis en el matrimonio como eje de la relación, una visión que se opone a todo absolutismo de los valores, que rechaza los celos y los conceptos integralistas propuestos por las interpretaciones más cerradas.

Quien insinuó el tema fue una mujer, la periodista italiana Elisabetta Ambrosi. “Habría espacio para reconocer el poliamor. Es una visión opuesta a la del matrimonio burgués tradicional, del cual subraya los límites y las hipocresías, y que pide abandonar toda manifestación de apropiación [del otro]”, afirmó Ambrosi en respuesta a la propuesta de Piccardo. “Lo que desconozco es si hay una propuesta sobre el tema en el Parlamento. Probablemente no, pues somos un país retrógrado (…) pero no estaría mal tener el coraje de defender el relativismo en el que se fundan todas las democracias, actualizando nuestros valores y acercándonos a lo que de verdad somos”. La batalla de ideas promete ser encarnizada.

El pasado viernes 5 de agosto, Elena Donzellini y Cristina Cassinelli, de 47 y 49 años, se despertaron cubiertas de sudor. No fue por el calor, que asfixia a Italia en verano, sino por la emoción: después de 20 años juntas, ese día finalmente Elena y Cristina se convirtieron en la primera pareja de lesbianas en unirse en una boda civil en Milán. El acto, celebrado con sencillez, se realizó en el Palacio Real y lo ofició el mismo alcalde de la capital milanesa, Giuseppe Sala, del centro-izquierdista Partido Democrático (PD). “Me emocioné”, dijo él. Sala aplicaba así la Ley nº 76 del 20 de mayo de 2016, que entró en vigor el pasado 5 de junio tras un recorrido accidentado, sobre todo por el hostigamiento de los sectores más conservadores de la población y de la Iglesia Católica. La polémica, no obstante, estaba anunciada, igual que los 'coup de théatre'.

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