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OTAN contra Rusia: la línea que España no debe cruzar en la nueva Guerra Fría
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Alberto Priego

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OTAN contra Rusia: la línea que España no debe cruzar en la nueva Guerra Fría

Hay una nueva Guerra Fría en marcha. España debe buscar la cooperación antes que la confrontación, pero existen líneas que no se deben cruzar

Foto: El presidente ruso, Vladimir Putin, habla con militares durante unas maniobras de entrenamiento en Orenburg, Rusia. (Reuters)
El presidente ruso, Vladimir Putin, habla con militares durante unas maniobras de entrenamiento en Orenburg, Rusia. (Reuters)

En un momento de la historia en el que parece que el pasado es revisable, conviene recordar que la OTAN fue el principal artífice de la victoria del bloque occidental sobre la Unión Soviética en la Guerra Fría. Gracias al esfuerzo de los miembros que entonces componían la alianza, hoy, estados como Chequia, Hungría, Bulgaria o Lituania pueden gozar de un régimen de libertades inimaginable hace 30 años, y aunque la sociedad española no lo sea, las sociedades de estos estados sí lo son.

A pesar de que los conceptos estratégicos de Roma (1992), Washington (1999) y Lisboa (2010) establecen claramente que la Alianza Atlántica no considera a ningún Estado como su enemigo, desde que en el año 2007 Vladimir Putin pronunciara el famoso discurso de Múnich, la realidad parece ser muy diferente. Desde entonces, hemos vivido una guerra contra Georgia que propició dilatar 'sine die' la incorporación del país caucásico a la OTAN, ataques cibernéticos contra estados miembros, anexiones toleradas como la de Crimea y un número incontable de violaciones del espacio aéreo de la Alianza. Todos estos hechos nos hacen pensar que estamos viviendo una Segunda Guerra Fría o bien una continuación de la primera. Por ello, la Alianza Atlántica se ha visto obligada a reconfigurar su estrategia, fortaleciendo la defensa de su Flanco Este y por tanto manteniendo vivo un art. 5 que para algunos era ya algo propio del pasado.

En este contexto es el que resulta incomprensible el frustrado atraque de la flota rusa en Ceuta, ciudad que en todo caso queda fuera del espacio protegido por la Alianza. Aunque parece que finalmente el portaviones 'Kutnesov' no repostará en suelo español, este hecho se viene a sumarse a otros que se engloban dentro de una desconcertante relación especial entre los gobiernos de Madrid y Moscú. La relación, que desde 2011 tiene carácter de estratégico, y que ha tenido a un embajador en misión especial y que ha celebrado un Año Dual España-Rusia, no entiende de color político. En este sentido, los dos últimos presidentes del gobierno españoles han impulsado vivamente las relaciones con Moscú y, a tenor del “incidente” de la flota rusa, parece que el gobierno que se nombrará el próximo domingo va a mantener la misma línea.

De estas líneas no debe entenderse que Rusia y España deban tener una relación tendente al conflicto, más bien al contrario. Desde luego los estados, y España y Rusia no son una excepción, deben tender al fomento de las relaciones de amistad y de cooperación entre ellos. Sin embargo la pertenencia a una alianza militar como es la OTAN, debe conformar y probablemente condicionar tu política exterior y de seguridad ya que los miembros de la misma forman parte de una Comunidad de Seguridad donde se comparten valores, percepciones de amenazas y sobre visiones comunes de futuro. En el contexto actual de tensión entre Occidente y Rusia donde el Kremlin desafía continuamente a la alianza con provocaciones tales como la ocurrida en las costas de Vizcaya hace pocas semanas, resulta cuanto menos chocante que un estado miembro de la OTAN se plantee siquiera permitir atracar una flota que se dirige a Siria a participar en operaciones de combate con las características con las que se están desarrollando en Alepo.

En este sentido, es perfectamente comprensible el malestar que ha causado entre los miembros de la Alianza Atlántica la idea de que una flota rusa pudiera hacer una parada técnica en un lugar tan estratégico como España. De hecho, esta circunstancia no es nueva, ya que desde 2011 las escalas técnicas de buques rusos han sido algo habitual en la ciudad de Ceuta, lo que no solo ha levantado críticas en la OTAN: también en el seno de la propia Unión Europea ha habido voces críticas con la posición de España respecto de Moscú.

En todo caso para continuar con la revisión histórica con la que comencé este artículo se hace necesario recordar aquel proverbio que tan majestuosamente explicaba por qué y sobre para qué se creó la OTAN. La Alianza Atlántica se gestó para que los americanos estuvieran 'in', los alemanes 'down' y sobre todo los rusos 'out'.

*Alberto Priego es profesor de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas. Ha trabajado en varias universidades y 'think tanks' como la East West, la UCM o la University of London (SOAS).

En un momento de la historia en el que parece que el pasado es revisable, conviene recordar que la OTAN fue el principal artífice de la victoria del bloque occidental sobre la Unión Soviética en la Guerra Fría. Gracias al esfuerzo de los miembros que entonces componían la alianza, hoy, estados como Chequia, Hungría, Bulgaria o Lituania pueden gozar de un régimen de libertades inimaginable hace 30 años, y aunque la sociedad española no lo sea, las sociedades de estos estados sí lo son.

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