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Fernando del Paso, Premio Cervantes, grita Socorro durante la ceremonia
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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Fernando del Paso, Premio Cervantes, grita Socorro durante la ceremonia

"Hasta en camilla me hubiera venido", dijo el galardonado bromeando con su situación de mexicano postrado en silla de ruedas en pleno Paraninfo de la Universidad de Alcalá

Foto: El Rey Felipe concede el Premio Cervantes a Del Paso. (Reuters)
El Rey Felipe concede el Premio Cervantes a Del Paso. (Reuters)

Fernando del Paso recibió esta mañana el premio Cervantes, colgado en forma de medalla sobre su pecho mexicano por las manos blancas del Rey Felipe. Del Paso soporta desde hoy la distinción más institucional y más pesada de España y de la lengua española, oro en transferencia galeótica, por una trayectoria literaria que lo tiene postrado en una silla de ruedas. El escritor Manuel Vilas andaba por el Paraninfo del brazo de Chus Visor y me dijo que estos premios son una demostración del sadismo que las instituciones muestran hacia la la cultura. Se refería el poeta a que se lo podían haber dado a él.

Pero Del Paso, desde la silla, demostraba que su cabeza sigue haciendo las piruetas de 'Palinuro de México'. Lo primero que hizo fue dar las gracias a unos cuantos amigos y escritores muertos, Cervantes entre ellos, pero a continuación nombró a su mujer Socorro y pareció que suplicase que lo sacasen de este Cristo.

En realidad estaba encantado de la vida, y la prueba es que ha viajado. "Hasta en camilla me hubiera venido", dijo, y más sarcástico que vanidoso relató su currículum médico, casi más largo que el literario, que nos leyó el Rey. Supimos así que Del Paso ha sufrido operaciones a cielo abierto y enfermedades a infierno cerrado, pero que cuando sonó el teléfono y supo que España lo quería honrar rejuveneció de repente. También nos enteramos de que su inspiración no es musa ni trabajo, sino la camisa del poeta José Carlos Becerra, muerto en carretera. Hasta hace poco, todavía se la ponía para escribir.

Imagine también a un fox terrier que tuerce la cabeza cuando alguien toca una flauta. Así miraba Rajoy al premiado desde el estrado

Ante un público reducido (la gloria del Paraninfo de Alcalá es inversamente proporcional a su tamaño) del Paso sacó rebeldía del honor y criticó la ley Atenco, que castigará manifestaciones en México. A él le recordaba el totalitarismo pero a nosotros nos recuerda la ley Mordaza. Rajoy, a su aire, no se dio por aludido, y aunque es cierto que del Paso articulaba débilmente, no es menos verdad que la fuerza de su discurso residía en el contenido.

A la diestra del Rey, nuestro presidente en funciones ponía una cara que sólo puedo describir con una pequeña historia: tuve una exnovia que hablaba en 'spanglish', yo la entendía porque estaba muy buena, pero la llevé a conocer a mi abuela murciana. Imagine usted la expresión de mi abuela cuando esa chica le hablaba en su jerga. Imagine también a un fox terrier que tuerce la cabeza cuando alguien toca una flauta. Así miraba Rajoy al Premio Cervantes desde el estrado. Creo que no entendió una palabra. Suerte que estaba por allí Lasalle, al que no se le escapa una.

Aparte de las autoridades, había una cuota de horteras para asegurar el estándar de mal gusto en el Paraninfo. Mientras hablaba el Rey se levantaron varios a hacerle fotos con el móvil, y el más hortera de todos, el Premio Cervantes de la Horterada, levantaba un iPad con las dos manos y grababa un vídeo. Se podía identificar a quien no toca un libro en todo el año por estos pequeños gestos. A del Paso, como iba en silla de ruedas, no lo grabó más que la cámara de Radio Televisión Española.

Felipe VI dijo que Del Paso honra nuestro idioma, cosa que nunca sale barata. Se lo iba a recordar Paula Izquierdo al ministro de Cultura Méndez de Vigo durante el piscolabis de después de. Se encaró y le recriminó su decisión de obligar a los escritores a dejar de escribir para cobrar una jubilación. Pero allí las críticas venían embozadas en la sonrisa.

Cuando condujeron a Del Paso y a su familia hacia la siguiente casilla de la gloria literaria, el resto de los escritores invitados nos recluimos en grupos para despotricar un poco y lamernos las heridas. Fernando San Basilio se cachondeaba del tic cínico que nos entra en presencia de las autoridades y que sólo se nos quita cuando nos dan el premio a nosotros, pero Pilar Adón me confesaba que se le había escapado una lágrima cuando Fernando del Paso dio las gracias a su mujer.

Fernando del Paso recibió esta mañana el premio Cervantes, colgado en forma de medalla sobre su pecho mexicano por las manos blancas del Rey Felipe. Del Paso soporta desde hoy la distinción más institucional y más pesada de España y de la lengua española, oro en transferencia galeótica, por una trayectoria literaria que lo tiene postrado en una silla de ruedas. El escritor Manuel Vilas andaba por el Paraninfo del brazo de Chus Visor y me dijo que estos premios son una demostración del sadismo que las instituciones muestran hacia la la cultura. Se refería el poeta a que se lo podían haber dado a él.

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