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Por qué llamé tirano a Cebrián en su propia casa
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Juan Soto Ivars

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Por qué llamé tirano a Cebrián en su propia casa

Hace ya años que Cebrián, que dicen que fue periodista, parece más acostumbrado a la opacidad de las altas esferas que a la transparencia y la información

Foto: Juan Luis Cebrián. (Ilustración: Raúl Arias)
Juan Luis Cebrián. (Ilustración: Raúl Arias)

Hace un mes, Juan Luis Cebrián amenazó con denunciar a los medios que informaban de su papel en el escándalo de Panamá. Antes había pasado algo extraño: cuando contábamos que aparecían Pilar de Borbón, Messi y Almodóvar, 'El País' se limitó a señalar a Putin, y aunque eludió mencionar la fuente, sí que metió veces la palabra Venezuela, que nunca está de más.

Ni el más ingenioso de los conspiranoicos hubiera podido deducir de este extraño ángulo informativo que cierto directivo podía tener en ese momento los cojones de corbata. Cuando días más tarde la palabra Cebrián apareció en El Confidencialy La Sexta, y cuando 'eldiario.es'acudió raudo a difundir la información, las palabras 'acciones legales'lo hicieron en 'El País'. Nos arriesgábamos a soportar un juicio más patético que el del plagio de Flo a Chiquito de la Calzada, pero, por lo visto, los abogados de Prisa desaconsejaron al empresario la vía judicial.

Ese mismo día, en lo que parecía una pataleta estilo búnker asediado por los rusos, el subordinado del presidente ejecutivo de Prisa prohibió a los periodistas de su grupo que asistieran a programas de La Sexta o que participaran con colaboraciones en El Confidencial y 'eldiario.es'. Era Cronos devorando a su descendencia.

Hace años que trabajo en este mundillo y jamás he oído a un solo profesional que defienda a Cebrián, pero en cambio es rarísimo leer una crítica por escrito

¿Qué habían hecho estos medios? Informar. Hace ya años que Cebrián, que dicen que fue periodista, parece más acostumbrado a la opacidad de las altas esferas que a la transparencia y la información. Irritado por la salida de tono del presidente, escribí en Twitter que cualquier empresa hubiera decapitado ya a un directivo que la encamina a la ruina por activa y por pasiva, y recibí una llamada de mi jefe del 'Tentaciones' para advertirme de que en esta vida hay que ser coherente.

Mi padre siempre me ha dicho que la actitud más coherente no es siempre la más lucrativa, y en pos de la coherencia decidí decirle a Cebrián lo que pienso de él en su propia casa. Deslicé un mensaje cifrado en la que iba a ser mi última colaboración en 'Tentaciones' ese mismo día, envié el artículo y tres semanas después llegaba a los quioscos. Redondeando la primera letra de cada frase de ese texto podía leerse "Cebrián es un tirano como Calígula".

Esta no es una idea original mía, esto debo admitirlo. Esa frase la he copiado, se repite en 'petit comité' entre muchos de los trabajadores de su empresa. Pasa lo mismo fuera: hace muchos años que trabajo en este mundillo y jamás he oído a un solo profesional que defienda a Cebrián, pero en cambio es rarísimo leer una crítica por escrito. Cebrián no impone respeto, sino miedo.

El sábado, con el 'Tentaciones' en los quioscos, escribí al director de la revista para confesarle lo que había hecho y para que la explosión no le pillase desprevenido. En el mismo 'mail'dimitía de mi colaboración, por seguir con la coherencia, y por no darle el gusto a quien tiene el poder para despedir a quien le dé la gana de allí.

El terror que impone el poder libra a los poderosos de muchos dardos de poetas y sátiros, pero alguno se les clava de vez en cuando a traición. En los tiempos de Calígula, aparecían pintadas en las paredes de Roma que lo retrataban follándose a su hermana, porque cada época tiene sus códigos de subversión.

¿Por qué lo he hecho? Porque llevo años viendo cómo convierten un periódico lleno de profesionales excelentes en un cortijo al servicio de su acreedor

Dado que los periodistas están acojonados por los despidos, los recortes de sueldo y las amenazas políticas y financieras que se ciernen sobre la prensa, tuve que hacer yo la astracanada, porque tengo la suerte de recibir la mayor parte de mi sueldo de un medio verdaderamente independiente. Había decidido enviar un mensaje sincero a Cebrián por un canal que sabía que llegaría directamente a él antes de saber lo que iba a escribir.

¿Por qué lo he hecho? Porque yo me he criado leyendo 'El País', me he formado leyendo 'El País' y he conocido España leyendo 'El País'; porque llevo años viendo cómo convierten un periódico lleno de profesionales excelentes en un cortijo al servicio de su acreedor. No quiero que lo que he hecho se entienda como un ataque al periódico, porque es una defensa. Tengo muchas ganas de que 'El País' vuelva a ser lo que fue.

Hace un mes, Juan Luis Cebrián amenazó con denunciar a los medios que informaban de su papel en el escándalo de Panamá. Antes había pasado algo extraño: cuando contábamos que aparecían Pilar de Borbón, Messi y Almodóvar, 'El País' se limitó a señalar a Putin, y aunque eludió mencionar la fuente, sí que metió veces la palabra Venezuela, que nunca está de más.

Juan Luis Cebrián El País