Es noticia
Juli y el 'vellosino' de oro
  1. Sociedad
  2. Feria de San Isidro
Juan José Cercadillo

Feria de San Isidro

Por

Juli y el 'vellosino' de oro

Julián López, 'el Juli', recibió la única ovación de una tediosa tarde de bueyes en Las Ventas después de una actuación en la que dividió y enfrentó a los tendidos

Foto: El Juli da un pase con la muleta a su primer toro. (EFE)
El Juli da un pase con la muleta a su primer toro. (EFE)

Plaza de toros de Las Ventas

25 de mayo de 2016

20ª de Feria. Lleno hasta la bandera en tarde agradable y con algo de viento.

Seis toros de El Vellosino que sustituían a los anunciados de Jandilla, rechazados en el reconocimiento, de 517 a 638 kilos; cuatro de ellos superaron los 600 kilos. Sexto, sobrero de Domingo Hernández, de 591 kilos, bien presentado aunque sobrado de kilos. Los de El Vellosino, altísimos, grandísimos, ofensivos por delante, pero descastados en general aunque sin peligro y buen fondo, apagado en tan grandes cuerpos. El cuarto fue de menos a más y permitió con su juego en la muleta grandes momentos de El Juli.

Julián López, 'el Juli', de corinto y oro. Ovación y silencio.

Miguel Ángel Perera, de azul añil y oro. Silencio y silencio.

López Simón, de verde manzana y oro. Palmas tras aviso y silencio.

Hace miles de años que Jasón y el vellocino de oro representan en la mitología clásica el reto de conseguir algo imposible para recuperar algo justo, que te pertenece. Por las tierras de Pesalia reinaba de forma ilegítima Pelias, rey después de robarle al padre de Jasón el trono. Imposible de resumir la retorcida historia: el mito describe la aceptación de la entrega de dicho trono a su heredero legítimo a cambio de que le consiguiera y entregara el vellocino de oro: la piel del becerro que tenía sus lanas de hilo de oro. Objeto de deseo de los poderosos más por su extravagancia y su fama que por su valor real o uso… misión imposible, por supuesto. Aceptó Jasón cuando nadie se lo esperaba y aunque ya no recuerdo si al final lo conseguía, sí recuerdo que hacía verdaderas diabluras por distintas ciudades e islas de Grecia para conseguirlo. Viajó, enredó, conquistó y destrozó con sus famosos compinches Argonautas, dejando varias familias sin cabeza, varias amantes despechadas, varios ejércitos abandonados y muchos amigos y enemigos desterrados, traicionados, agasajados o cabreados…

Y me viene a la memoria la intrahistoria de esas novelas ancestrales, de esos 'Sálvame' primitivos, viendo al Juli lidiando ese cuarto toro de El Vellosino. Julián recorriendo los tercios sin ayudas de ningún tipo para sacar lo mejor del toro, desafiando los tendidos sin hacer daño a nadie con su entrega, demostrando su condición de rey legítimo y consiguiendo que el de El Vellosino tomara su muleta con cierta intención, intensidad e interés… con cierta épica. Un toro con fondo en la embestida, pero demasiado superficial en las salidas.

Me encantó el héroe griego que representó este miércoles el Juli. El héroe contra ese poder sólidamente establecido en esta plaza a quien se oye cuando todos los respetuosos callan. La entrega, la técnica, el temple y la estocada contra esas intrigas palaciegas, egoístas e interesadas, que promueven desde algunos sectores de la plaza y que provocan ese desagradable ambiente a la contra que consigue que te sientas ridículo si dices un ole cuando te sale, y, claro, te callas, que tú no quieres parecer ridículo... Y el ole no suena y suena el que silba. Y en un círculo vicioso de silencios y pitidos, solo un pedazo de torero como el Juli consigue reponerse a esta vil traición a la esencia de la fiesta, solo él podría aceptar la búsqueda de lo imposible y conseguir además que finalmente la mayoría reconozca su derecho al trono del actual toreo.

Podrán gustarte o no sus formas, que a mí me encantan. Podrás valorar o no su técnica, que a mí no deja de sorprenderme. Podrás apreciar o no su peso en la historia del toreo, que yo creo que algún día se le hará justicia… pero para protestar la faena de el Juli hay que ser muy hijo de Tesalia, muy sobrino de Zeus y muy nieto del famoso vellocino, o sea, del carnero.

Centrado y a gusto con el toro, toreó despacio, largo y profundo. En especial con la izquierda, sacó lo que el toro, aunque lo tenía, no quería en ningún momento enseñar. Un pinchazo previo a la estocada me deja con la duda de cuál hubiera sido el premio por tan sublime actuación. Una oreja me hubiera seguido reconciliando con esta plaza, que abandoné durante un tiempo, después de la entrega que se le vio este martes al triunfo de David Mora. Soberbio el Juli, héroe griego, parte ya de mi mitología taurina

Miguel Ángel Perera, sin suerte en esta feria. Lidió dos toros más altos y más pesados, y por supuesto más parados, que las torres de Hércules, y aun así mostró su valor, su firmeza y su gusto por las cercanías a las dagas de sus oponentes. Imposible el triunfo contra semejantes compañeros de aventura, que no fue ni pelea. Tendríamos que desenterrar a Homero para hacer de la de este miércoles una historia interesante que contar a nuestros nietos, no veo otra forma.

López Simón tuvo su propia Odisea. Entendió el primero y creo que se entendió menos con el complicadísimo segundo, un toro bastante mentiroso en su embestida... Me pasó a mí con la Ilíada y la susodicha Odisea. Difícil de comprender este tipo de toros, desde luego. Un toro que repetía sin parar, como la Odisea, que se te venía encima si no le dabas sitio entre capítulo y capítulo, como la Odisea, y que dejó a algunos un final de sabor agridulce… como la Odisea. Homero, dicen, también estuvo mejor en su primero. Pues igual que el heleno que nadie discute, López Simón sigue siendo un gran torero, al que no le restan ni un ápice de crédito algunos pitos injustos. Un torero que demostrará su gran futuro y relevante sitio en esa difícil empresa de querer ser figura del toreo en cualquiera de las dos próximas tardes que le quedan de la feria... entre ellas, la corrida de la Beneficencia… así sea.

Plaza de toros de Las Ventas