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Quiero comprarle un piso a un banco y no tienen ni las llaves
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A. M. Bajo

El Ojo Clínico de la Inversión Inmobiliaria

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Quiero comprarle un piso a un banco y no tienen ni las llaves

La casuística con la que se están encontrando los bancos a la hora de gestionar sus carteras inmobiliarias es absolutamente increíble. No debemos olvidar que el

La casuística con la que se están encontrando los bancos a la hora de gestionar sus carteras inmobiliarias es absolutamente increíble. No debemos olvidar que el modelo de negocio inmobiliario y el negocio financiero son completamente opuestos por la tangibilidad del primero frente a la intangibilidad del segundo.

 

El engordamiento masivo de sus carteras inmobiliarias está siendo llevado a cabo con métodos bancarios y personas que nunca se han manchado los zapatos para tener elementos de juicio fehacientes in situ (es decir los de la “escuela inmobiliaria”) a la hora de negociar el precio de cierre de una compra (realmente daciones en pago). Estos compradores de inmuebles, de lustrosos zapatos, utilizan informes de tasación para cerrar sus operaciones. Posteriormente, una vez que el banco es titular del activo, canalizan su gestión a través de las nuevas divisiones inmobiliarias creadas, de las que tanto venimos hablando en las últimas semanas en este Ojo Clínico.

 

La lección primera del Manual del Inmobiliario Sensato dice que lo primero que hay que hacer con cualquier activo (por ejemplo un pisito) es visitarlo. Es algo absolutamente evidente. Sin embargo, cuando a los banqueros de toda la vida se les explica las consecuencias a nivel de administración de tiempo, organización y proveedores que supone catalogar adecuadamente (es decir visitando, verificando, y recepcionando) miran extrañados y piensan que vaya negocio tan primario que no se puede dirigir desde un patio de operaciones.

 

Esta confrontación de conceptos es la que se están encontrando las inmobiliarias de los bancos, junto a una fortísima presión comercial para aligerar el volumen de las carteras. De momento parece que respecto a la presión comercial se pueden ir obteniendo las primeras conclusiones si computamos el inicio de la actividad de dichas unidades desde el cuarto trimestre de 2009, ya que por número de unidades se están cerrando operaciones. Está quedando clarísimo que a los clientes se les atrae por el precio, con descuentos del rango que explicábamos en el anterior Ojo Clínico, pero las operaciones se cierran gracias a las condiciones financieras. Con la aludida rebaja de precio, el banco financia el cien por cien, quedando las mensualidades reducidas a la cuantía de un alquiler.

 

Pero la casuística que se está produciendo en esas ventas es hasta divertida. Las unidades inmobiliarias intentan vender viviendas que llevan terminadas meses, sin haber comprobado absolutamente ninguno de los puntos básicos de la logística residencial: llaves, estado, documentación, comunidad de vecinos, etc…

 

Llegados a este punto, no sería la primera vez que un comercial del banco va a enseñar una vivienda y las llaves no coinciden o sufre un amotinamiento de los vecinos que ya viven en la promoción porque nadie les hace caso para reparar.

 

Por eso estoy convencido de que estas incipientes organizaciones inmobiliarias bancarias que ahora nacen con una tutela y reporte directo a consejeros delegados se desarrollarán durante los próximos seis a doce meses en el seno de sus bancos, pero a medio plazo están condenadas a escindirse como sociedades participadas pero autónomas en su gestión. La historia se repite.

 

La casuística con la que se están encontrando los bancos a la hora de gestionar sus carteras inmobiliarias es absolutamente increíble. No debemos olvidar que el modelo de negocio inmobiliario y el negocio financiero son completamente opuestos por la tangibilidad del primero frente a la intangibilidad del segundo.