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Tintín, de nuevo, en el ojo del huracán: ¿Hergé al lado del 'Mi lucha' de Hitler?
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Héctor G. Barnés

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Héctor G. Barnés

Tintín, de nuevo, en el ojo del huracán: ¿Hergé al lado del 'Mi lucha' de Hitler?

Todos aquellos que conozcan, aunque sea de manera somera, la obra de Hergé y la trayectoria histórica de su principal personaje, Tintín, saben que las aventuras

Foto: Tintín, de nuevo, en el ojo del huracán: ¿Hergé al lado del 'Mi lucha' de Hitler?
Tintín, de nuevo, en el ojo del huracán: ¿Hergé al lado del 'Mi lucha' de Hitler?

Todos aquellos que conozcan, aunque sea de manera somera, la obra de Hergé y la trayectoria histórica de su principal personaje, Tintín, saben que las aventuras del joven periodista han sido objeto recurrente de polémica, especialmente durante la última década. En especial, por álbumes como Tintín en el Congo que, publicado en 1930, ha sido criticado por ofrecer representaciones racistas y “anticuadas” de los habitantes del país africano, lo que ha conducido que en repetidas ocasiones el álbum haya estado a punto de ser censurado.

Ninguna de estas campañas de descrédito que el belga Georges Remi (nombre real de Hergé) ha sufrido ha llegado tan lejos como la que ha terminado con la prohibición expresa del álbum en varias bibliotecas públicas suecas. Todo comenzó el pasado 24 de septiembre cuando el director de un centro cultural del país escandinavo anunció a uno de los principales rotativos del país, el Dagens Nyheter, su intención de retirar todas las obras del celebrado autor de sus estanterías con el objetivo de “abrir un debate sobre la cuestión de la discriminación”. Una declaración que no fue precisamente bien recibida por la sociedad francesa: según una encuesta realizada por Libération, el 85% de sus participantes rechazaba la prohibición del polémico álbum.

Hergé redibujó una página del tebeo con motivo de su publicación en EscandinaviaLo cual no ha impedido que otras bibliotecas hayan seguido el ejemplo, durante el último mes, del director de aquel centro cultural. Uno de los responsables de la biblioteca Torsby Stöllet señalaba que ni habían tenido nunca en sus estanterías Tintín en el Congo, ni lo iban a tener jamás, y otros, que habían limitado su acceso a adultos que sólo pueden disponer de él por razones académicas. Otro cómic que ha tenido problemas en estos países ha sido Tintín en el país de los soviets, que ya en 1929 ofrecía una nada benévola visión de la URSS durante los primeros años después de la revolución comunista, y que en ocasiones ha sido considerado como “un panfleto antibolchevique”, al ser elaborado a partir de la información proporcionada por una única fuente, Sans voiles Moscú, del embajador francés Joseph Douillet.

¿Qué ocurre con Tintín en África?

Pero ¿cuál es el contenido de dicho álbum para que tantas ampollas haya levantado? Sus detractores han aducido que la imagen que se ofrece de los congoleños es altamente condescendiente, cuando no denigrante: si hasta los elefantes africanos hablan francés en una de las viñetas, la lengua de los nativos es completamente inentendible. Otra de las críticas al tebeo es la visión que se ofrece de la caza, especialmente salvaje para lo que se considera debe ser un cómic de Hergé, y en la que por ejemplo, se acaba con un rinoceronte con un cartucho de dinamita, lo que obligó al autor belga a redibujar la escena con motivo de la publicación del cómic en su versión escandinava.

Una biblioteca de Brooklyn alineó la obra junto al 'Mein Kampf' de Adolf Hitler. El propio Hergé tuvo ofrecer explicaciones en repetidas ocasiones. “Me alimentaba de los prejuicios del país en que vivía”, señalaba a propósito tanto de Tintín en el Congo como Tintín en el país de los soviets. “Lo único que sabía de ese país es lo que la gente contaba en aquella época, como ‘los negros son como niños, los tenemos que ayudar’, y lo que hice fue dibujar a esos africanos siguiendo esos criterios, a partir del espíritu paternalista que era el que se sentía en África”. A pesar de las explicaciones, organismos como una biblioteca municipal de Brooklyn alinearon la obra junto a otras obras “ofensivas” como el Mein Kampf de Adolf Hitler.

Entre la inconsciencia y el prejuicio

Una comparación un tanto desproporcionada, seguramente, en cuanto que confunde la ignorancia con la mala intención, algo reconocido por el propio autor que consideró sus obras como “pecados de juventud” y señaló que nunca los habría escrito de esa forma de haber dispuesto de más información. La mayor parte de defensores de la obra –que son bastante numerosos, aunque menos ruidosos, que estos detractores que de tanto en cuanto saltan a las páginas de los periódicos– indican que no se puede medir con el mismo rasero una obra como el texto programático del dictador nacionalsocialista con otra imbuida por ideas equivocadas de otras razas que, además, se encontraban especialmente extendidas en la sociedad de la época, tal y como dictaminó un tribunal belga después de que un congoleño, Mbuto Mondondo, interpusiese una demanda con el objetivo de prohibir el álbum. Tanto más cuando otras obras de cómic contemporáneo también hacen gala de determinado afán políticamente incorrecto y, precisamente por su carácter posmoderno, se mantienen al margen de la crítica, mientras que la revisión histórica de textos realizados en otro contexto muy diferente al actual se han analizado siguiendo criterios más duros que los que se emplearían con obras contemporáneas.

En esa línea se manifestaban los autores de Los personajes de la historia de Tintín (IPM), que señalaban con motivo de la publicación del libro que “consciente o inconscientemente, ningún artista trabaja fuera de su tiempo, y con Hergé ocurre lo mismo”. Lo cual no quiere decir que el autor belga estuviese acertado con su visión de los países que habían sido colonizados por Bélgica, sino más bien, que debemos tener plena conciencia de nuestros prejuicios actuales con el objetivo de que en el futuro no nos pase lo que al natural de Etterbeek: que después de nuestra muerte nos acusen de algo que ya aclaramos mientras estábamos vivos.

Todos aquellos que conozcan, aunque sea de manera somera, la obra de Hergé y la trayectoria histórica de su principal personaje, Tintín, saben que las aventuras del joven periodista han sido objeto recurrente de polémica, especialmente durante la última década. En especial, por álbumes como Tintín en el Congo que, publicado en 1930, ha sido criticado por ofrecer representaciones racistas y “anticuadas” de los habitantes del país africano, lo que ha conducido que en repetidas ocasiones el álbum haya estado a punto de ser censurado.