Es noticia
"No hay nada en la vida comparable al gol de Zidane en la novena"
  1. Alma, Corazón, Vida
  2. Diván Digital
Rocío Mayoral

Diván Digital

Por

"No hay nada en la vida comparable al gol de Zidane en la novena"

7am: Termino de arreglarme. Voy a la oficina 9:00: videoconferencia con Londres; 10:00: Junta de accionistas…. 20:30: Salgo de la oficina. Subo al coche, conduzco deprisa,

Foto: "No hay nada en la vida comparable al gol de Zidane en la novena"
"No hay nada en la vida comparable al gol de Zidane en la novena"

7am: Termino de arreglarme. Voy a la oficina 9:00: videoconferencia con Londres; 10:00: Junta de accionistas…. 20:30: Salgo de la oficina. Subo al coche, conduzco deprisa, me pongo una camiseta. 21:00: Aparco. Entro y subo corriendo. Me siento. Elevo mis brazos  hacia el cielo y una voz profunda sale de mi cuerpo: “oe,oe oe oe….” ¿Quién soy? … Un miembro de una de las especies más extendidas de la tierra: ‘El forofo’. Pero, ¿cómo ha surgido esa especie?

¿Por qué nos convertimos en forofos? Por una cuestión básica. Porque satisface muchas de necesidades esenciales del ser humano. De hombres y mujeres. Así. Tal cual.

El deporte lleva a los aficionados a sentir emociones muy intensas y positivas en un mundo con escasas ocasiones de vivir cosas similares, al menos de forma tan potente, tan intensa y tan continuada. La ciencia ha comprobado que cualquier vivencia relacionada con el propio equipo activa los mecanismos del placer del cerebro, produciendo grandes dosis de dopamina, responsables de una sensación de bienestar desbordante. Al mismo tiempo la excitación que se produce puede afectar e incluso bloquear la activación de otro tipo de pensamientos.

Así el deporte se convierte en una herramienta eficaz para la evasión. “Nada se compara en esta vida a la visión de Zidane metiendo el gol de la novena con el Nessun Dorma de Pavarotti como fondo. Voy a verlo otra vez. Solo lo he visto 10 millones de veces. O quizás mejor vea a Messi quitándole a Maradona el privilegio de haber metido el mejor gol de la historia…”. Pero, de verdad, ¿tiene precio tanta felicidad?

Sin embargo, el fútbol no sólo ofrece horas de placer absoluto sino que además satisface la necesidad del ser humano de vinculación y le otorga una identidad social. En este mundo tan difícil para las relaciones, dota al aficionado de unión inmediata, férrea y muy emocional con otros seguidores. “Mis compañeros forofos, sufrirán conmigo en la cercanía o en la distancia, se alegrarán cuando yo me alegre, sentirán el enfado de perder en el último minuto…”  (¿Quién puede decir eso de su pareja?)

Pero no sólo eso. Hay otros beneficios. El forofo siempre tendrá un tema del que hablar con cualquiera. (Bueno, puede que con la suegra no). Y horas infinitas de distracción ¿No resulta increíble que se pueda ver un partido de futbol, la repetición de los goles en todas las cadenas, el canal 24 horas, escuchar después El Larguero, el lunes ver el canal Cuatro y leer el As y el Marca?. Conozco a muchos que lo hacen. Cuánta felicidad. Qué fácil es tener contento a un forofo.

Pasión versus autocontrol

Así que, después de todo, las pasiones que mueve el deporte no son tan malas. Satisfacen muchas necesidades básicas del ser humano. Por supuesto que hay otras formas de conseguirlo pero ¿habíamos valorado suficientemente su importancia?

¿Así que es todo bueno? Entonces, ¿por qué a veces me descontrolo? Claro que siempre que hablamos de emociones existen riesgos. Las que provoca el fútbol no son necesariamente malas si se saben canalizar. ¿Cómo se podría vivir el fútbol sin pasión? A quienes no la sienten, no les gusta el futbol.

Insisto, ¿por qué nos descontrolamos? Pues porque un deporte que se vive con tanto apasionamiento produce gran estrés emocional y genera tanta adrenalina que se pueden provocar síntomas que sin control pueden llegar a desbordarse.

Y muchos llegan incluso al descontrol físico: En 2008 un estudio de la Clínica Universitaria de Munich Grosshadern reveló que la agitación de un partido de fútbol aumenta la posibilidad de infarto.

Pero también se puede llegar al descontrol conductual. En 2010, un hincha argentino de la ciudad de Rosario se suicidó después de que su equipo perdiera un partido y descendiese. Otros seguidores también se desataron y cometieron robos y destrozos en el estadio y en la ciudad. ¿Por qué se llega a esto? ¿Por qué se grita, se insulta y algunos hasta agreden? Numerosos estudios explican que emociones muy intensas pueden bloquear completamente el pensamiento racional de un sujeto y que además los excesos de adrenalina interfieren gravemente en el control emocional y comportamental.

También se ha demostrado cómo este tipo de emociones poseen una increíble capacidad de contagio. Hoy conocemos los mecanismos cerebrales por los cuales el sentir individual se asimila a las emociones colectivas y más si estas son pasionales o arrolladoras, como sucedió en el nazismo o, en positivo, con el triunfo de la Selección Española.

Pero no solamente se contagian las emociones. También se contagian las percepciones. Las neurociencias confirman la existencia de una estrecha interconexión entre el sistema perceptivo y emocional. Así que vemos, sentimos, actuamos y recordamos con las emociones. Por eso no vemos fútbol con los ojos, sino con los afectos. Hoy la ciencia habla del ‘principio de desatención ciega’, esa característica del sistema emocional humano según la cual la percepción visual se realiza a partir de los esquemas mentales que se poseen. Es decir, vemos lo que queremos ver o lo que esperamos ver. Lo que no encaja con nuestro esquema, se borra. Acabamos por comprender lo que le pasa a Mou. Tiene razón. A veces hay injusticias. Pero por culpa del principio de desatención ciega  a veces se le pasa alguna ayuda que también recibe su equipo. A pesar de todo mantiene su esquema y por eso sigue preguntándose ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?...

Hay que entender que cuando se está completamente seguro de lo visto y cuando en el campo miles de personas coinciden contigo y además el árbitro es el único que no lo ve, surgen emociones negativas muy intensas, que a su vez son retroalimentadas por un importante efecto contagio y en estos casos… ¿Cómo parar ese estado emocional colectivo?

Pues trabajando el autocontrol. Pero no por ello olvidemos que las sociedades deportivas poseen gran responsabilidad. La investigación establece que ante tanta pasión el ejemplo de las personas que sirven de referentes es fundamental. La ciencia confirma que emociones y actitudes se contagian, también las positivas. Fomentémoslas.

El deporte se puede utilizar para enfrentar, pero también para unir. Los líderes son determinantes para guiar las emociones del grupo. Mandela no era psicólogo pero supo ejercer como gran sabio cuando con el rugby ‘unificó’ bajo una sola bandera a un país dividido. Las emociones unieron lo que la racionalidad no había podido. El fútbol ganó la batalla que antes había perdido la política y transformó fácilmente las mentes de muchas personas que hasta ese momento se creían diferentes. ¿No podemos tomar ejemplo?

De forma que después de todo y aunque hay muchas más cosas en la vida, la investigación reciente establece que el deporte (vivido como espectador) no es tan malo e incluso puede llegar a cumplir con propósitos importantes, siempre que lleguemos a superar la asignatura pendiente: el autocontrol. Así que aunque seas un poco aburrido… Gracias Guardiola.

7am: Termino de arreglarme. Voy a la oficina 9:00: videoconferencia con Londres; 10:00: Junta de accionistas…. 20:30: Salgo de la oficina. Subo al coche, conduzco deprisa, me pongo una camiseta. 21:00: Aparco. Entro y subo corriendo. Me siento. Elevo mis brazos  hacia el cielo y una voz profunda sale de mi cuerpo: “oe,oe oe oe….” ¿Quién soy? … Un miembro de una de las especies más extendidas de la tierra: ‘El forofo’. Pero, ¿cómo ha surgido esa especie?

Zinédine Zidane