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Rocío Mayoral

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¿Es España un país de cotillas?

Explota una bombona de butano en un piso. Un matrimonio sale volando por los aires. Una vecina le dice a otra: Anda, Mari, en 20 años

Explota una bombona de butano en un piso. Un matrimonio sale volando por los aires. Una vecina le dice a otra: Anda, Mari, en 20 años es la primera vez que les veo salir juntos a la calle. Este chiste sirve para plasmar en pocas palabras la esencia del cotilleo: alguien probablemente no muy contento con su vida, que aprovecha cualquier situación para hablar con malicia de otros. ¿Con qué frecuencia escuchas la frase: “Oye, te has enterado de...?”  

Ahora bien, ¿de verdad somos tan cotillas? Según Robin Dunbar, psicólogo de la Universidad de Oxford, el cotilleo forma parte de la esencia del ser humano y habla de una base en la personalidad que lo favorece. En sus estudios comprobó cómo se tiende a excluir de sus conversaciones a aquellos que consideran rivales. Concluyó que el ser humano necesita hablar y analizar los actos de las personas más sobresalientes del grupo, pero nunca en su presencia.

Lo más importante del estudio es que este modo de actuar se produce de manera espontánea y desde edades tempranas, cuando la acción de la cultura y la educación todavía no ha configurado al  individuo. Así que esta orientación natural a hablar de otros y a desprestigiar a los que se considera rivales podría estar en el origen de la naturaleza cotilla de nuestra imperfecta especie. 

Pero, ¿es malo el cotilleo? Recuerdo el bulo que aseguraba que Tom Cruise y Sra. se comieron la placenta de su bebé. Divertido. También está el de Ricky Martin en ‘Sorpresa Sorpresa’. Le escondieron en un armario para sorprender a una fan. Dijeron que durante la publicidad la adolescente (que no sabía que había cámaras) se puso mermelada en sus partes e incitó a su perro a darse un festín a lametazos. Medio país juró haber visto la escena. El bulo se descontroló tanto que la propia Antena 3 tuvo que desmentirlo. Increíble, ¿no? Es verdad que hay rumores disparatados que hacen pasar un buen rato. Pero en todos los casos, arrastran a personas y eso les da un tinte moral muy complicado: ¿Hemos pensado en si la protagonista de la sorpresa (a la que vio media España) superaría los efectos del rumor?

Un vicio altamente peligroso

Investigadores como Dunbar (1993) o Rosnow (2005) consideran que hablar de otros es inevitable, necesario y contribuye a establecer lazos. Sin embargo, perspectivas como estas no tienen en cuenta los efectos psicológicos, sociales y morales de la rumorología. Porque seamos sinceros, cuando hablamos de otras personas, acabamos hablando mal ¿o no? Eso es cotilleo en el más puro sentido del término.

En contra de estas visiones, múltiples estudios de psicología social han concluido que la rumorología es altamente peligrosa. Muchos son los motivos:

1: Tiene poder para dañar de manera grave a personas objeto de la crítica: indefensas, vilipendiadas, sin la oportunidad de defenderse (hasta Belén Esteban ante la critica dijo: "Ni que fuera yo Bin Laden”)

2: El cotilleo deteriora a los que critican, que evidencian lagunas en su estructura de personalidad. Con frecuencia esconden escasa satisfacción, falta de autoestima y seguridad.  Tienen dificultades para dejar de estar pendientes de los demás, centrarse en su vida y disfrutar de ella.

3: Pero además numerosísimos estudios demuestran que el rumor es sumamente eficaz a la hora de desunir y destruir vínculos y organizaciones, con graves consecuencias. ¿No debiéramos reflexionar?

Entonces ¿por qué se critica?  Según Dunbar el cotilleo surge por instinto de supervivencia. En general, hablamos mal y a la espalda de personas que nos producen inseguridad y nos hacen sentir mal. Por ser guapos, ricos, inteligentes, porque la vida les va bien… Así que nos sentimos mejor imaginando una parte oscura. ¿A quién le suena?: “Es guapa pero se nota que está operada”, “Es muy joven para el  ascenso. A quién se habrá tirado (vale también lamido el…)” o  ”A ver si iba a estar con ese pibón si no estuviese forrado”…Por eso hay tantos chistes de rubias. Inadmisible que además sean inteligentes. ¿Envidia?… no. ¡Supervivencia! Así de simple. Tita, Briattore, Cerezuela,… No sufráis.

¿Eres chica? Hagamos un test. ¿Te gusta Sara Carbonero? ¿Sí? Parece que tu autoestima es buena y te permite ver lo obvio. Su belleza es evidente y objetiva. Hay otras bellezas dignas de debate y que no sirven para este test. Test para hombres: ¿Te gustaría ser Briattore unos días? No es tan concluyente como el de Carbonero pero si no lo deseas, debieras hacértelo mirar.

¿Cómo podemos luchar contra nosotros mismos? ¿No somos un país de cotillas? Tal vez no nos distingamos de otros países y, como dice Dunbar, exista una tendencia natural a hablar de los demás. Pero en los últimos tiempos parece que nos estamos introduciendo en un modelo cultural algo peligroso, en el que cada vez está más presente la esencia de un cotilleo agresivo y dañino del que no es tan fácil escapar.

¿Tú también eres víctima? Hagamos otro test: ¿Sabes quién es Nacho Polo? ¿Fran Álvarez? ¿Aída Nízar? Conoces a los tres. Probablemente seas culto e inteligente, así que el test confirma un nivel de deterioro social grave en nuestro entorno.

Y no es ninguna tontería. Los modelos determinan y a cotillear, a inventar, a enredar y a emitir bulos se aprende. Puede que la genética hispana tenga más arraigada la tendencia a hablar y saber de otros. Puede que tengamos más gracia o lo hagamos mejor pero el cotilleo deteriora.

Dejo un dato para la reflexión: en Junio de 2008 el ‘Observatorio de Internet Francesc Canals’ publicó un informe que concluía que España se había consolidado como uno de los principales países desde donde salen aproximadamente el 70% de los rumores que circulan por Internet.

Me encanta que la investigación nos dé la oportunidad de ver con la fuerza de los datos hacia dónde vamos… pero sólo son válidos si somos capaces interiorizarlos y buscar estrategias para cambiar de rumbo. Reflexionemos. No estamos predeterminados. Podemos reconducirnos.

Explota una bombona de butano en un piso. Un matrimonio sale volando por los aires. Una vecina le dice a otra: Anda, Mari, en 20 años es la primera vez que les veo salir juntos a la calle. Este chiste sirve para plasmar en pocas palabras la esencia del cotilleo: alguien probablemente no muy contento con su vida, que aprovecha cualquier situación para hablar con malicia de otros. ¿Con qué frecuencia escuchas la frase: “Oye, te has enterado de...?”