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¿Por qué somos tan morbosos? ¿Somos unos enfermos?
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Rocío Mayoral

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¿Por qué somos tan morbosos? ¿Somos unos enfermos?

Nos fascina lo prohibido, nos seduce lo grotesco, lo malo, lo reprobable. Sólo así podemos explicar la audiencia de tantas series o secciones de crónica negra,

Nos fascina lo prohibido, nos seduce lo grotesco, lo malo, lo reprobable. Sólo así podemos explicar la audiencia de tantas series o secciones de crónica negra, o el éxito de programas como Sálvame o Gran Hermano. También puede que sea por eso por lo que a veces nos atrapan imágenes en las que previamente se advirtió que podrían herir gravemente la sensibilidad.

En todos estos casos, puede que haya interés por el argumento o por saber de la actualidad, pero hay algo más. Algo que atrae poderosamente: cuentan con grandes dosis de morbo.

Pero, ¿qué misteriosa fuerza hace que nos seduzca tanto lo malo, lo prohibido, el dolor o las miserias ajenas? ¿Es que tenemos “un lado oscuro” que disfruta con el mal de otros?  

No es así, podemos estar tranquilos. Pero todavía tenemos mucho que aprender del mundo de los instintos y las pasiones. No lo controlamos tan bien como quisiéramos. Y es por ahí por donde morbo y sensacionalismo en ocasiones se dan la mano para manejarnos a sus anchas.

¿Podemos escapar del morbo y el sensacionalismo?

Puede resultar difícil, pero no imposible. Lo cierto es que activan pasiones muy primarias, en la base de la propia naturaleza humana. Por eso nos cuesta tanto huir de su influjo.

Y es que el ser humano se mueve por su necesidad de sentir emociones. Las bajezas humanas tienen mucho de transgresión, crítica, humor o liberación. Son vivencias muy potentes. Eso explica la facilidad con la que tantas veces nos arrastran.

Saber de los otros genera placerEl morbo también nos seduce de otras maneras. Algunas detestables como escudriñar la vida de las personas. ¿Y por qué caemos? Porque el interés por los otros está inscrito en los genes. Desde que nacemos, nos guía una fuerza que nos hace fijarnos en las personas. Gracias a ella aprendemos; aunque pronto nos enseñan a reprimir ese impulso a favor de la privacidad y respeto a la intimidad.  Sin embargo, el instinto permanece. Saber de los otros genera placer. Dedicamos la vida a controlarnos y muchos lo logran. Pero el sensacionalismo sabe de formas maquiavélicas para desatarlo. Afortunadamente, no siempre lo consigue.

 Pero el morbo también se nutre de la enigmática atracción del ser humano por el miedo, lo dañino, lo desagradable, lo malvado. Freud habló de cómo en lo más profundo de nuestro ser existe una potente pulsión que une estrechamente al miedo con el placer.

Y no debía estar equivocado. Cómo podríamos explicar si no la irrefrenable atracción por personajes tan siniestros como Drácula o Bin Laden; o la gran audiencia de películas de sangre y vísceras; o el enganche a noticias con imágenes explicitas del sufrimiento humano.

La adrenalina y la dopamina

La ciencia también ha encontrado respuestas. El cerebro responde automáticamente a imágenes o noticias de impacto disparando grandes dosis de adrenalina. Los músculos se tensan, la respiración se acelera, aumenta el ritmo cardiaco, se dispara la alerta… Hasta que el córtex cerebral logra toma el control y advierte: “Esto no supone peligro”. Entonces llega el alivio. Los músculos se relajan y la respiración se normaliza.

Y con el alivio, se dispara gran cantidad de dopamina, neurotransmisor asociado al placer y bienestar. Ese estado de activación y posterior relajación, produce un efecto muy estimulante y casi adictivo. Muchos se enganchan a los efectos del susto y gustan de su repetición.

El morbo genera reacciones simultáneas de rechazo y atracciónSí, realmente el ser humano es complejo y a veces contradictorio. Pasamos la vida luchando por ser dueños de nuestros instintos y reacciones. Duro trabajo. Pero lo cierto es que muchas veces nos dejamos arrastrar a un mundo más oscuro, morboso, a veces placentero, pero donde nos cuesta reconocemos. En esas ocasiones llegamos a vivir reacciones simultáneas de rechazo y atracción, el deseo de alejarse unido a la incapacidad de hacerlo. ¿No nos suena?: “¿Quién? ¿Yo? Nunca he visto ese programa. Sólo veo la 2”  

Lo más importante es que sí. Podemos escapar de ese tipo de morbo. En la educación y sobre todo en el ejemplo, está la clave. Pero no cabe duda: es un filón para quien lo sabe utilizar. 

Medios de comunicación y sensacionalismo

Y los medios de comunicación hace mucho que aprendieron a manejarlo. Con el tiempo, algunos extremaron su uso. Hoy vivimos una espiral en algunos casos, preocupante. Estamos inundados de sangre, violencia, exhibicionismo, peleas y falta de pudor. A veces se disfraza, pero algunos medios  hace tiempo que dejaron de preocuparse por hacerlo. Porque sin lugar a dudas, este modelo es altamente lucrativo. Muy triste.

Sin embargo, no debemos demonizar a la prensa. El morbo y el sensacionalismo están en todas partes. En la publicidad, el trabajo, entre los amigos; cada vez que se habla de la vida de otros, cuando nos enganchamos a imágenes de sufrimiento y muerte,…

En el fondo todo esto nos recuerda que somos humanos. Un poco de morbo quizás no sea tan malo. Sin embargo, nuestra sociedad vive marcada por el exceso y abusar de él tiene muchos riesgos. Sólo debemos recordar que una de sus definiciones lo asocia a enfermedad.

Nuestra sociedad vive marcada por el exceso¿Pasaremos de largo? Imágenes extremas, violencia, peleas, verdades a medias. ¿Es compatible sensacionalismo y ética? Y a nuestros hijos, ¿qué tipo de moralidad les estamos inculcando? ¿No nos da pena que acaben viendo normal un pie en la calle tras un atentado, un asesinato en directo o una discusión entre personajes de prensa rosa?

Quizás debiéramos empezar por reconocer al pequeño sensacionalista que la mayoría llevamos dentro. Hace meses, cuando Gadafi fue asesinado, Oliver Harvey, redactor del diario The Sun, se fotografió junto a su cuerpo e hizo un reportaje titulado Perro Loco. Muchos se indignaron y le acusaron de amoral. Sin embargo miles de personas, entre ellas bastantes de los que reprobaron su actitud, movidas por el morbo y la curiosidad, no dudaron en buscar la foto en internet. Muchos más vieron las imágenes con los últimos instantes de vida del dictador.

En el fondo, eso somos los humanos. Seres llenos de contradicciones.

Nos fascina lo prohibido, nos seduce lo grotesco, lo malo, lo reprobable. Sólo así podemos explicar la audiencia de tantas series o secciones de crónica negra, o el éxito de programas como Sálvame o Gran Hermano. También puede que sea por eso por lo que a veces nos atrapan imágenes en las que previamente se advirtió que podrían herir gravemente la sensibilidad.

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