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La falta de tiempo, un mal con efectos muy nocivos
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Rocío Mayoral

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La falta de tiempo, un mal con efectos muy nocivos

Es curioso. Cada vez tenemos menos hijos, más comodidades, más aparatos y electrodomésticos destinados a hacer nuestra vida más fácil. Esta semana incluso hemos sabido de

Es curioso. Cada vez tenemos menos hijos, más comodidades, más aparatos y electrodomésticos destinados a hacer nuestra vida más fácil. Esta semana incluso hemos sabido de un vasco que ha inventado una cama que se hace sola. Otro héroe para mi lista.

Pero a pesar de estos avances, algo hacemos mal. Son muchos los que viven sin tiempo para nada: salen tarde de la oficina, son continuamente reclamados por el móvil, responder 30 mails diarios, reuniones... Y al llegar a casa, deberes, hijos, cena. Tras acostar a los pequeños todavía habrá cosas que hacer. Muchísimas. Esto no es vida.

Desgraciadamente, escenas como estas no son exageradas. Así es la vida cotidiana de muchos hombres y mujeres. Personas que viven estresadas. A veces crispadas o enfadadas.

Cada vez hay más evidencias de que una vida apresurada es altamente nociva para la saludSegún la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 2,3 millones de personas en nuestro país (un 5,9% de la población) padece trastornos relacionados con la ansiedad y el estrés. Otras fuentes establecen que este afecta a 1 de cada 3 personas en Europa. ¿Por qué importa este dato? Porque hoy sabemos que uno de los mayores generadores de estrés de la sociedad actual es precisamente la sensación de falta de tiempo.

Pero es que además se ha demostrado que el estrés influye en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, digestivas, del sistema inmune (infecciones, cáncer…) o en el dolor crónico. Así que los perjuicios del ritmo de vida tan acelerado que llevamos son muchísimos. Cada vez hay más evidencias de que una vida apresurada es altamente nociva para la salud. Pero también para la gestión de las emociones, pensamientos y para la calidad de vida.

Hoy buscamos placeres rápidos, inmediatos. No hay tiempo para más. Y no solo el ocio, también la convivencia se ha visto afectada. Las relaciones son cada vez más superficiales y se dedica menos tiempo a las personas, la familia, la resolución de conflictos: “Esto es lo que hay”, ”no puedo perder tiempo”, “me encantaría quedar pero estoy muy ocupado”…

¿Conocemos los riesgos?. Las amistades, las relaciones, se forjan sobre todo con la convivencia. Y eso requiere tiempo. También los vínculos con los hijos. Estos no surgen por impronta, sino con las experiencias compartidas. Cuantas más mejor.

¿Quien tiene la culpa?

A pesar de todo, en nuestros días, casi todos compartimos un deseo: disponer de más tiempo. Pero, ¿sabemos gestionarlo? ¿Organizamos prioridades? ¿Qué hacer para conseguirlo?

Hoy contamos con aportaciones muy valiosas realizadas desde muchos ámbitos: la psicología positiva, la psicoterapia breve, el coaching... Todas coinciden en algunos puntos.

En primer lugar, es necesario bajar el ritmo y reducir el listado de tareas diarias. Necesitamos decidir qué es obligatorio, de qué podemos prescindir o delegar. Necesitamos distinguir entre lo urgente y lo importante y organizar nuestra actividad diaria. ¿Tenemos claro cómo hacerlo? Todos los modelos coinciden: es altamente beneficioso dedicar 5 o 10 minutos a organizarse al comienzo del día.

  1. Algunas tareas son importantes y urgentes: estas deben ir al principio de la lista. Hacerlas sin demora. Otras son importantes pero no urgentes: realizarlas a lo largo del día. Otras son urgentes pero no importantes: delegarlas. Y habrá otras que no sean ni importantes ni urgentes: ¿merece la pena invertir tiempo en ellas? Hay que hacerlas sólo si apetece y si hay tiempo.
  2. Pero hay más causas por las que el tiempo no cunde. Son muchos los que tienen problemas de concentración, se despistan, realizan muchas interrupciones, cambian de actividad sin acabar la anterior, etc. Deben entrenar habilidades atencionales, técnicas de concentración…
  3. A veces nos faltan “habilidades para decir que no”.  Con frecuencia nos interrumpen, nos piden “favores”, vienen a contarnos un cotilleo... Es necesario practicar “el no” con sonrisa y gesto amable.  
  4. Existen otras muchas causas arraigadas en la cultura organizacional que nos hacen perder mucho tiempo: reuniones improductivas, la mala gestión de llamadas, del correo electrónico, de Internet... Las organizaciones están invirtiendo grandes esfuerzos en mejorar. Pero aún queda bastante por hacer.
  5. Pero no todo es trabajo. Para evitar el malestar por la falta de tiempo, hay una regla de oro. Es imprescindible que en el día al menos una actividad esté destinada al placer personal. Esto tendrá un efecto altamente beneficioso sobre las cogniciones y emociones de la persona.
  6. También aquí hay que reducir la lista. Es importante no llenar ese rato con demasiadas aspiraciones: leer el periódico, revisar Facebook, el correo personal, hacer deporte, ver  el telediario…. Hacer todo es imposible. Y si no se llega podría activarse la cadena del malestar. Cuidado.
  7. A lo que nunca se debe renunciar es a actividades con familia o amigos. Son prioritarias. Todos los estudios han demostrado el gran bienestar que se obtiene a través de las relaciones.
  8. Y cuando no podamos hacer nada por ganar tiempo al tiempo, debemos trabajar para que la ansiedad no nos invada. Picos de trabajo tenemos todos. Es necesario planificarlos antes.

No hay que negarse a pedir orientación y ayuda si el estrés nos provoca un verdadero problemaHoy contamos con herramientas muy eficaces. Ante los primeros síntomas respirar hondo, pasear, dedicar cinco minutos a actividades como la meditación (conozco a alguien que lo hace en el baño de su oficina), practicar técnicas para parar el pensamiento, practicar mindfulness, técnicas de atención plena, meditación… Sería imposible recoger en estas líneas todas las herramientas de las que hoy disponemos. Pedir ayuda y orientación si llega el caso.

Pero en el fondo, a pesar de conocer los efectos del estrés producido por la falta de tiempo y de disponer de herramientas eficaces para luchar contra eso, parece que nos cuesta mejorar. Quizás sea hoy un día perfecto para reorganizar nuestras prioridades. La vida no dura eternamente.

En el fondo, hay personas a las que disfrutar de la vida a pesar del trabajo, parece que no les cuesta. Hay un personaje al que aparentemente el tiempo le cundió bastante: J. F. Kennedy. Probablemente morir joven no estaba entre sus objetivos, pero en 46 años tuvo tiempo de ser un héroe de guerra, el segundo presidente más joven de su país, se casó, tuvo 4 hijos, hizo campaña, viajó, atendió compromisos de estado, disfrutó de la familia y además, según parece tuvo tiempo para contentar a un montón de amantes. Una verdadera máquina y eso que según parece siempre estuvo enfermo.

Aunque yo me quede con el vasco, JFK fue un héroe para muchos. Y sin entrar a valorar su persona, algo nos dejó claro. En la voluntad y la actitud está la clave. Después, en la práctica.

Es curioso. Cada vez tenemos menos hijos, más comodidades, más aparatos y electrodomésticos destinados a hacer nuestra vida más fácil. Esta semana incluso hemos sabido de un vasco que ha inventado una cama que se hace sola. Otro héroe para mi lista.