Es noticia
¿Existe un colegio para niños con dificultades de aprendizaje?
  1. Alma, Corazón, Vida
  2. Diván Digital
Rocío Mayoral

Diván Digital

Por

¿Existe un colegio para niños con dificultades de aprendizaje?

Diego es un niño alegre, de 13 años. En Educación Infantil la tutora ya dijo a sus padres que era inquieto y un poco trasto. No

Diego es un niño alegre, de 13 años. En Educación Infantil la tutora ya dijo a sus padres que era inquieto y un poco trasto. No le dieron importancia ¿Qué niño inteligente no lo es? Pero llegó la Primaria. Y con ella las malas notas, el suplicio de los deberes, referencias a su mal comportamiento. Muchas quejas; ninguna solución. Así empezó un calvario lleno de dudas, frustración, malestar y sobre todo, presiones y gritos al pequeño, “hasta que nos hablaron de un centro especializado y allí nos dieron un diagnóstico. Su hijo es hiperactivo”.

Y después del diagnóstico ¿qué?

“Al principio creímos haber encontrado al fin una solución y que a partir de ese momento todo sería diferente. Pero desgraciadamente, no fue así”. Supieron que lo que Diego tenía era considerado como una “Dificultad de Aprendizaje: DA”. Se medicó, hizo tratamiento, pero sirvió de poco. Nunca acababa sus deberes antes de las 10 o las 11 de la noche, siguió suspendiendo y al final, repitió curso.

El apoyo que más necesitan se encuentra en la escuela Lo cierto es que historias como la de Diego son muy frecuentes. Hablan de niños incomprendidos, condenados a un trabajo muy duro en años cruciales en su vida. “No puedo salir. Tengo que estudiar”. Muchos tendrán grabadas frases similares. Y es un drama porque quizás el resultado no haya merecido la pena. Para muchos es una infancia malgastada.

Pero, ¿cuál es el problema? ¿Incapacitan tanto este tipo de dificultades? Ni mucho menos. Estos niños son inteligentes, algunos más que la media. Pero sus cerebros procesan la información de forma diferente y eso afecta a algunas capacidades y competencias como la lectura, ortografía, el habla, la atención... Pero el resto de capacidades funcionan, y a veces muy bien. Sucede que se les exige que trabajen como los demás. Y claro, no pueden.

Ayudarles es posible

Lo cierto es que estos niños necesitan comprensión y ayuda. Y a veces parece que nos hemos olvidado de ellos, al menos en cuestiones prácticas. El apoyo que más necesitan se encuentra en la escuela ya que allí deben enfrentarse diariamente a sus dificultades. Allí les evalúan, miden sus esfuerzos, les ponen deberes y deciden si necesita refuerzos adicionales. ”Entiéndalo. Su hijo está muy flojo. Es por su bien. Si no, el curso que viene lo tendrá muy difícil”. Así empieza una cadena que difícilmente tendrá fin.

Y es que tal vez el refuerzo quizás sea buena solución para un niño con falta de base o que no estudia. Pero no suele ser una medida efectiva ante dificultades de aprendizaje. Las fichas no curan la dislexia, ni la discalculia, ni los déficits de atención o la hiperactividad.

La investigación ha dejado claro lo que estos niños necesitan. Y no son refuerzos. Requieren de atención personalizada; actividades para mejorar los procesos en los que fallan; recuerdo continuado de las estrategias válidas; oportunidades para ponerlas en práctica y sobre todo una adaptación de las exigencias escolares a sus dificultades. Eso va desde los deberes hasta la forma de evaluar o regañar cuando hacen algo inadecuado.

En el fondo, lo tenemos claro. Pero a pesar de todo todavía estamos lejos de que ese tipo de atención sea una realidad en la escuela ¿Cuál es el motivo?

1/Las razones son diversas. Una de las más frecuentes es el desconocimiento de la verdadera situación del niño. Desgraciadamente estas dificultades no son tan evidentes por fuera como otros trastornos. Es una desgracia. Una ceguera no puede esconderse. Un déficit de atención a veces requiere de años hasta el diagnóstico, que a veces llega demasiado tarde. Además, las D.A. con frecuencia se confunden con inteligencia escasa, mala actitud, poco estudio, vaguería...

2/ Pero algunos niños tienen suerte. El diagnóstico es temprano y la escuela se muestra colaboradora. Pero aun así no resulta fácil porque el día a día de un profesor es muy complicado. La mayoría están preparados y son voluntariosos. Pero con esto no basta.

Hay pocos colegios especializados y además son carosLos programas de contenidos a veces son muy amplios para estos los niños y la dedicación de un tutor no es tan sencilla como parece. Es muy fácil que en una clase haya varios niños que se relacionan mal, muchos que se despistan, algún hiperactivo, otro con dislexia o disortografía, otros que no llegan y muchos con falta de límites…. Eso dice la estadística. Entonces, ¿qué hacer? ¿Debemos renunciar a que un niño con DA tenga los apoyos que necesita dentro del colegio? No debiéramos. Encontrar un centro escolar adaptado sus necesidades será determinante en su calidad de vida. También en la de sus familias. Sin embargo, no es tarea fácil. Al menos eso se desprende de foros y congresos donde los padres tienen la oportunidad de tomar la palabra.

¿Y cuál es el mejor colegio?

Existen dos aspectos esenciales a analizar si su hijo tiene D.A.: Recursos de los que dispone el centro y el tipo de metodología que se emplea en el mismo. El número de alumnos por clase también importa, pero mucho menos si los elementos anteriores son adecuados.

Y ¿es esto tan difícil de conseguir? Sobre el papel no. Las últimas leyes han supuesto un gran avance en la atención a las Necesidades Educativas Especiales. Entonces ¿cuál es el problema? Pues el de siempre. Son indispensables los recursos humanos y estos son caros. Y más en tiempos de crisis. Así que “los hemos hecho prescindibles”

Lo cierto es que todavía muchas consejerías de educación, Madrid entre ellas, siguen sin considerar a los niños con Dificultades de Aprendizaje como alumnos con Necesidades Educativas Especiales. Y ¿por qué importa? Pues ni más ni menos porque la administración pública no asigna profesores especialistas a los colegios si los niños no llevan esta etiqueta.

Y sin estos especialistas los niños con D.A. tendrán que seguir el ritmo de clase como un niño más. Y no lo son. ¿Pediríamos a alguien sin mano que escribiese? ¿Y exigimos atención a un niño al que su TDAH no le permite focalizar ésta más de unos minutos? Pues sí. Lo hacemos. Y si no, se le castiga o se manda el trabajo sin hacer para casa. La etiqueta si que importa.

Spielberg es disléxicoBueno. Siempre podremos recurrir a colegios especializados pero tampoco es fácil. Hay pocos. Casi ninguno y además son caros. Así que la mayoría opta por centros públicos o concertados. Se resignan con los apoyos que se ofrecen y rezan para que el tutor sea comprensivo… Y quien puede, paga tratamientos y acude a colegios privados no especializados. Muchos no tienen orientadores pero sí pocos niños por clase. A veces con eso basta.

A pesar de todo, no sólo hay malas noticias. Muchos planes de ayuda empiezan a impulsarse desde las Comunidades Autónomas. Además, existen maestros extraordinarios que suplen cualquier carencia. Es cierto; hemos avanzado mucho en la atención a alumnos con Necesidades Educativas Especiales, aunque, ”según parece”, estos niños no lo son; al menos para ciertos organismos. Así que tenemos muchas cuentas pendientes con ellos. No debemos olvidarnos.

Y mientras las cosas cambian, ¿qué pasa con los pequeños? ¿Y con sus familias? En estos días una madre me comentaba: “Al fin nos hemos relajado y todo va mejor en casa. Empieza a no importarme que mi hijo estudie. De fontanero seguro que gana más… Aunque es muy creativo; así que yo creo que va a ser como Spielberg. ¿Te has enterado? es disléxico y tampoco le fue bien en el cole. Eso va a ser mi niño: un Spielberg. Estoy segura”. Eso es una madre positiva. ¿O tal vez resignada? Afortunadamente, estos niños siempre tendrán a sus padres.

Diego es un niño alegre, de 13 años. En Educación Infantil la tutora ya dijo a sus padres que era inquieto y un poco trasto. No le dieron importancia ¿Qué niño inteligente no lo es? Pero llegó la Primaria. Y con ella las malas notas, el suplicio de los deberes, referencias a su mal comportamiento. Muchas quejas; ninguna solución. Así empezó un calvario lleno de dudas, frustración, malestar y sobre todo, presiones y gritos al pequeño, “hasta que nos hablaron de un centro especializado y allí nos dieron un diagnóstico. Su hijo es hiperactivo”.

Y después del diagnóstico ¿qué?