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Las 12 tácticas para manipular a los demás
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Rocío Mayoral

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Las 12 tácticas para manipular a los demás

Hitler, Mussolini, Madoff… Desgraciadamente, los grandes manipuladores siempre han existido a lo largo de la historia. Pero también ahora. Son muchos y están en todas partes:

Hitler, Mussolini, Madoff… Desgraciadamente, los grandes manipuladores siempre han existido a lo largo de la historia. Pero también ahora. Son muchos y están en todas partes: en la familia, entre nuestros amigos, en el trabajo, en los medios de comunicación o en la política. No debemos olvidar que este tipo de personas son muy peligrosas. Carecen de escrúpulos y no dudan en usar a los demás en beneficio propio.

Los manipuladores son agresores encubiertos que usan su influencia sobre otros para enriquecerse, ascender, disfrutar de beneficios o para evitar un trabajo. Todos ellos tienen algo en común: son expertos del camuflaje, de la seducción y el engaño. Eso les convierte en seres muy dañinos y altamente tóxicos. Es por eso que varios estudios se han centrado en conocer mejor cómo actúan este tipo de personas y qué estrategias utilizan para embaucar a los demás. Gracias a ellos, hoy sabemos que suelen emplear un patrón de comportamiento similar. Conocerlo es sin duda, necesario:

  • En general, todos los grandes manipuladores se han hecho expertos en el arte de seducir. Han aprendido que una forma rápida y eficaz para lograr poder sobre los demás es simular interés por sus necesidades y deseos. Así que eso es lo que hacen. Entre sus tácticas más empleadas está la alabanza sin medida y apoyo a aquellos a los que se pretende embaucar. Así ganarán su confianza y la aceptación incondicional de sus peticiones.
  • Algo que sin duda caracteriza a estas personas es su gran capacidad de oratoria. Los expertos en embaucar desarrollan al máximo estas capacidades. Y culminan su arte al lograr que sus víctimas cedan a sus deseos convenciéndoles de las poderosas razones que justifican sus actos, y que no desean aprovecharse de ellos, aunque salgan perjudicados. En su técnica siempre se suele aludir a razones solidarias, al bien común o a la necesidad de justicia, pero suelen omitir que así son ellos los que salen beneficiados.
  • Manejan a la perfección el papel de víctima. Saben que es una herramienta muy eficaz para que los otros cedan. En el discurso del embaucador son frecuentes las alusiones destinadas a dar pena como: “No deseo hacer esto”, “lo estoy pasando muy mal al pedírtelo” o “sufro por todos los que lo pasan mal”.
  • Es frecuente que se ofrezcan para representar los intereses del grupo. Así, tras la apariencia de trabajar por el bien de otros, muchos encubren fines egoístas y deseo de poder. Suelen pedir apoyo para un cargo o se ofrecen para hablar en nuestro nombre con los jefes. Cuidado con quienes se ofrecen a salvarnos. Puede que sus fines no sean tan nobles. Casi siempre piden algo a cambio: votos, dinero, algo de trabajo. Dictadores, políticos, líderes de sectas, telepredicadores, visionarios. Todos emplean tácticas similares; pero no aprendemos.
  • Sin duda, otra de las cualidades que más desarrollan los manipuladores profesionales es su extraordinaria capacidad para hacer sentir culpables a los demás. Saben que la culpa provoca sumisión. Sobre todo en aquellos con más conciencia y sensibilidad hacia los otros. Por eso suelen elegirlos como víctimas; son más vulnerables. Para embaucarles bastará con sugerir que son necesarios para evitar un daño y dirán cosas como: “Si no acabo el trabajo me echarán”. Rápidamente, se sentirán mal y se ofrecerán a ayudar. Al culpar a sus víctimas encubrirán sus verdaderas intenciones: conseguir un beneficio propio. Así que han aprendido a dar argumentos muy convincentes para hacer sentir culpable a quien sospecha de ellos. Suelen decir frases como: "¿Quién? ¿Yo?"; “No sé cómo piensas eso, después de lo que he hecho por ti”. “Mis intenciones son honradas. Reto a que demuestren lo contrario”. Saben que es difícil. Es una táctica muy eficaz.
  • Emplean tácticas de intimidación encubierta. Se ha comprobado que el lenguaje de estas personas suele estar plagado de  amenazas indirectas, implícitas o sutiles. Dicen cosas como: “Entiendo que no hagas nada, pero esto acabará con nosotros”, “si no inviertes, perderás todo tu dinero” o “si no intervenimos nos arriesgamos a una guerra atómica”. Causar temor es una de las argucias más empleadas por estos agresores encubiertos.
  • Otras veces emplean el sarcasmo sutil para generar duda. Provocar falta de seguridad es un modo eficaz de conseguir  dominar a otros.  “¿Quién nos salvará, ellos? Debemos hacer algo”.
  • Es frecuente desarmar a la víctima convenciéndole de ser menospreciado por otros. Hace que se sienta indefenso. Así será fácil convencerle para que delegue todo en el embaucador: “Sé que es injusto. Si quieres puedo hablar en tu nombre”.
  • Culpar a otros también es una de las técnicas más usadas por este tipo de agresores encubiertos. Son expertos en encontrar cabezas de turco. A veces lo hacen de forma sutil. Otras veces a las claras. La política nos ofrece cada día una nueva lección de cómo emplear eficazmente esta herramienta.
  • A veces se sospecha de ellos o se recriminan sus actos. Entonces  es frecuente que se "hagan los tontos" para justificar el no hacer atendido las necesidades y sentimientos de otros. Suelen decir cosas como: “Lo siento, no me di cuenta de que esto te podía afectar”.
  • Si se les incrimina abiertamente, demostrarán que son expertos en cambiar de tema y esquivar preguntas comprometidas. Para detectar a un embaucador debemos tener esto muy presente.
  • Finalmente, como era de esperar, se ha demostrado que son personas muy propensas a mentir y casi siempre por omisión. No suelen inventar historias pero deforman aspectos cruciales de la verdad o simplemente los olvidan. Se les reconoce porque suelen dar muchas vueltas al responder y emplean el lenguaje no verbal de quienes ocultan algo, sobre todo, ante preguntas directas.

De paso, podemos seguir maravillándonos con la inexplicable influencia que ejercen algunas personas sobre otras. Generalmente gozan de una técnica de seducción elaborada y sutil, pero no siempre. Baste con recordar a Chávez cuando afirmó que el terremoto de Haití fue causado por pruebas armamentísticas de Estados Unidos en ese país o cuando acusó al imperialismo de haber acabado con la civilización de Marte. Sin embargo, nada de eso ha impedido una nueva reelección, es cierto. La influencia que ejercen algunas personas puede llegar a anular, incluso, la capacidad para pensar, al menos de forma crítica.

Hitler, Mussolini, Madoff… Desgraciadamente, los grandes manipuladores siempre han existido a lo largo de la historia. Pero también ahora. Son muchos y están en todas partes: en la familia, entre nuestros amigos, en el trabajo, en los medios de comunicación o en la política. No debemos olvidar que este tipo de personas son muy peligrosas. Carecen de escrúpulos y no dudan en usar a los demás en beneficio propio.