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Edwyn Collins, un ejemplar y estimulante caso de superación
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Héctor G. Barnés

Empecemos por los principios

Por
Héctor G. Barnés
Esteban Hernández

Edwyn Collins, un ejemplar y estimulante caso de superación

Hay que verle en escena. Con medio cuerpo paralizado, con dificultades para vocalizar, acompañado de un bastón con el que se mueve torpemente y con un

Foto: Edwyn Collins, un ejemplar y estimulante caso de superación
Edwyn Collins, un ejemplar y estimulante caso de superación

Hay que verle en escena. Con medio cuerpo paralizado, con dificultades para vocalizar, acompañado de un bastón con el que se mueve torpemente y con un atril donde deposita un montón de folios con las letras de sus canciones, porque no logra acordarse de ellas. Y a pesar de ello, consigue que el concierto sea memorable. Algo por lo que muy pocos hubieran apostado: cuando Edwyn Collins (Edimburgo, 1959) sufrió un grave ictus el 20 de febrero de 2005 que lo dejó temporalmente en coma, nadie creyó  que retomaría no sólo su carrera musical, sino también las exigentes actuaciones en directo que lo obligan a viajar por todo el mundo. Y así ha sido: Collins se encuentra esta semana por nuestro país, donde está protagonizando una exitosa gira donde no sólo se reconoce su talento musical, sino también la fuerza de voluntad y valentía que le han llevado a superar una enfermedad que podría haberlo incapacitado para siempre.

El proceso no ha sido sencillo, ni ha estado exento de complicados escollos y momentos de frustración. Los dos ataques cerebrales le llevaron a pasar por cirugía para detener con urgencia el sangrado y el lado derecho de su cuerpo ha quedado paralizado, por lo que le cuesta hablar correctamente y alimentarse por sí mismo. Además, la infección bacteriana que sufrió durante su estancia en el hospital le llevó a pasar seis meses en dicho centro. La familia aplaudió la rápida intervención de los médicos británicos, pero se quejó de la atención que él y otros enfermos crónicos recibieron durante su ingreso.

Collins ha gozado del apoyo de su mujer y manager, Grace Maxwell, así como de su hijo, William, para lograr salir adelante. Fueron ellos los que le volvieron a enseñar a hablar, a comunicarse y a moverse. También, a recordar las canciones que él mismo había compuesto y que le han permitido volver a dedicarse a la música, en un largo proceso que duró casi tres años de continuos pasos adelante y luchas diarias, hasta que reapareció ante sus seguidores en el festival de Glastonbury de 2008.

Además de volver a pisar las tablas, Collins ha grabado dos notables discos, Losing Sleep y Understated (Home Again fue registrado antes del ataque, aunque publicado después de este), donde ha sido arropado por unas cuantas de las jóvenes estrellas del panorama musical británico, de componentes de Franz Ferdinand o The Drums hasta Johnny Marr de los Smiths o Roddy Frame de Aztec Camera. Todo el proceso de recuperación se encuentra documentado en Falling & Laughing. The Restoration of Edwyn Collins (Ebury), el libro en el que, en primera persona, Grace cuenta cómo fue el arduo camino recorrido por su marido. No fue nada fácil: las primeras palabras que pronunció tras el ataque fueron “daño cerebral, ¿así que ahora soy un idiota?” Collins ha demostrado que no.

Hay que verle en escena. Con medio cuerpo paralizado, con dificultades para vocalizar, acompañado de un bastón con el que se mueve torpemente y con un atril donde deposita un montón de folios con las letras de sus canciones, porque no logra acordarse de ellas. Y a pesar de ello, consigue que el concierto sea memorable. Algo por lo que muy pocos hubieran apostado: cuando Edwyn Collins (Edimburgo, 1959) sufrió un grave ictus el 20 de febrero de 2005 que lo dejó temporalmente en coma, nadie creyó  que retomaría no sólo su carrera musical, sino también las exigentes actuaciones en directo que lo obligan a viajar por todo el mundo. Y así ha sido: Collins se encuentra esta semana por nuestro país, donde está protagonizando una exitosa gira donde no sólo se reconoce su talento musical, sino también la fuerza de voluntad y valentía que le han llevado a superar una enfermedad que podría haberlo incapacitado para siempre.