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¿Cómo pudo llegar a eso? Lope de Aguirre y los sueños irracionales de nuestra historia
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Álvaro Van den Brule

Empecemos por los principios

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Álvaro Van den Brule

¿Cómo pudo llegar a eso? Lope de Aguirre y los sueños irracionales de nuestra historia

En un mundo de forajidos el que camina en sentido contrario parece que huye. –T.S. Elliot

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¿Cómo pudo llegar a eso? Lope de Aguirre y los sueños irracionales de nuestra historia

En un mundo de forajidos el que camina en sentido contrario parece que huye. –T.S. Elliot

En torno a la  inmortal -y probablemente mítica ficción- sobre la ubicua localización de El Dorado, se construyeron un sinnúmero de expediciones fallidas en cuanto a la consecución del propósito inicial, pero exitosas en cuanto a los logros sobrevenidos; ya fuera por el enriquecimiento puramente mercantil o por la trascendental aportación etnológica, cartográfica y cultural; todos ellos auténticos elementos dinamizadores del Descubrimiento.

España nunca podrá renegar de un hecho histórico nacido de la accidentalidad de la apuesta de un marino visionario y de la afortunada intervención de una reina con una mirada de largo alcance en el marco de las, a veces, temerarias exploraciones que surgieron en las fronteras de los siglos XIV y XV, en las que estuvieron embarcados los chinos en los espacios orientales y nuestros emprendedores hermanos portugueses con el rey Enrique “el navegante” a la cabeza. Otra cosa bien distinta es auscultar las zonas erróneas en las que hemos instalado algunos acontecimientos acaecidos en aquel entonces, con el fin de no recordar algunos episodios ocultos en una reconfortante amnesia que nos aleja de una realidad mas enriquecedora, por lo que tiene de positivo para nuestra construcción como nación, pues solo en el solar de una memoria saneada se puede construir un edificio sin mentiras. Reconocerlas es el primer paso.

Los agravios surgidos en el reparto de privilegios, títulos, encomiendas y honores crearon en el temprano orden colonial en general y en los primeros balbuceos del virreinato de Perú virulentos odios que se tornaron en enfrentamientos, ya fuera estos en forma de guerras civiles producidas en las fronteras extremas del imperio o de rebeliones esporádicas de la tropa u oficialidad o de ambas solapadas a la vez. No fue fácil y hay hechos que deben ser rescatados de los sumideros de la historia mal que nos pese.

¿Traidor o rebelde con motivos?

Es evidente que la gestión de los territorios conquistados pudo realizarse de una manera más apropiada, pero no podemos restar méritos a aquellos que por su patria y rey, emprendieron la que posiblemente fuera, junto con la conquista de la Luna, la más gigantesca aventura emprendida por la condición humana.

De transitar por la gris rutina de las lluvias y brumas casi continuas de la verde orografía vascongada; nacido en Oñate, un pueblo de la diminuta Guipúzcoa –pequeña en sus limites geográficos- y enorme -por la grandeza de sus gentes-, pasa a ser periclitado a un protagonismo casi estelar el que fue tildado por algunos como uno de los mayores traidores de nuestra historia y por otros, como un rebelde con motivos sobrados. Con Lope de Aguirre ni sus biógrafos se ponen de acuerdo. Esencialmente era un hombre letrado y con un linaje de largo recorrido. Su periplo americano nos desvela las luchas fratricidas en el virreinato de Perú en la fase temprana de la colonización.

La conquista de América fue, junto al viaje a la Luna, la más gigantesca aventura emprendida por la condición humanaUn enorme excedente de mano de obra ociosa sin más futuro que la contemplación del paso del tiempo, la peste negra y su voracidad ilimitada, el hambre extrema del campesinado, una demografía explosiva y la alternativa natural que ofrecían las campañas militares de la que sería durante tres siglos la primera potencia mundial, eran un motivo más que sugerente para que los indicadores de la fortuna se orientaran hacia el oeste.

Cuando Aguirre llega a Cartagena de Indias en su viaje iniciático, se encuentra que aquello no era el lugar edénico esperado. A las órdenes de Pedro de Heredia –el gobernador de aquellos pagos– asiste a una primera ceremonia del horror ante lo que ya se había convertido en carta de naturaleza, tal que era el saqueo de las tumbas y la profanación de los cadáveres de los indígenas para su posterior expolio y alivio de joyas y otros haberes personales de los finados. Pronto abandonó Lope a su mentor, cansado de las trapacerías sin cuento.

Una disidencia de calado

Después de luchar en varias batallas, defendiendo siempre el pabellón real en las encarnizadas guerras civiles que se dirimieron en el virreinato, encadenó veinticuatro años, uno detrás de otro, al servicio de su rey. Tullido y con una docena de heridas de alcance considerable, rondaba ya los cincuenta años y las compensaciones recibidas tras esa larga carrera habían sido decepcionantes. Consideraba que el grado de capitán no era una satisfacción adecuada para una entrega tan comprometida.

El fermento de una disidencia de más calado va cobrando cuerpo de a poco ante la multitud de agravios no resueltos y ahí probablemente comenzara la leyenda de los Marañones, un grupo resuelto de unos tres centenares de hombres entre oficiales, suboficiales y tropa que se rebelan contra el monarca español Felipe II, pero no desde las privilegiadas y casi aristocráticas reivindicaciones de los Pizarro, sino integrando y liberando indios y negros, creando lo que podría ser el germen del primer protonacionalismo criollo. En definitiva, se trataba de dejar atrás una vastísima demarcación del imperio y un lugar donde se prolijaban la devoción y el maltrato a los conquistados.

Cuesta asumir este apartado de nuestra historia, pero esto ocurría aún a pesar del excelente primer tratado de derechos humanos implementado por Bartolomé de las Casas y todo el cuerpo de leyes que posteriormente emanaron de esta idea.

Cerca de un centenar de soldados y oficiales perecieron a manos de aquel desdichadoEn 1560 el Amazonas esperaba con toda su grandeza expectante las alucinatorias fantasías del iluminado explorador que se maridarían a la perfección en este escenario creando una comunión perfecta. Por este río casi onírico que sumergía a los buscadores de quimeras en un hipnótico mundo paralelo, Aguirre y su cohorte de sublevados iban combatiendo la hostilidad de los indios motilones y brasiles hastiados de sufrir las consecuencias de la alteración del idílico orden natural establecido.

Entretanto Lope de Aguirre, que ya arrastraba un aura de pendenciero incorregible, se estaba empleando a fondo en una depuración de la tropa disidente o levantisca que empezaba a atisbar los delirios de su líder mientras discurrían en su singladura río abajo. Las deserciones y ejecuciones aumentaron a un ritmo vertiginoso en aquel lugar de silencio pavoroso. Cerca de un centenar de soldados y oficiales perecieron a manos de aquel desdichado mientras la tupida jungla asistía impasible a aquella ceremonia de horror.

Pero la ira del autoerigido “príncipe” no obtenía satisfacción suficiente. Llegando a la Isla Margarita arrasó y arrampló con todo lo que se le puso por delante mientras los isleños asistían aterrorizados al capricho de la horda. Es difícil saber qué empujó a este hombre a transgredir fronteras elementales. ¿Quizás el “todo vale”; carta blanca y tradicional compañera secular del hecho bélico? ¿Quizás el odio larvado contra un rey indiferente ante un soldado cansado y agraviado? ¿Quizás la erosión moral terminal y constante ante el trágico ejercicio de la muerte? ¿Tal vez los delirios de grandeza de un Dios menor condenado a muerte?

Su postrer carta al rey comenzaba así: "Yo, por no poder sufrir mas las crueldades de tu obediencia…"

En la ciudad de Barquisimeto al oeste de Venezuela las fuerzas reales le estaban esperando. Tras ser traicionado repetidas veces en su acercamiento a la ciudad donde daría el postrer combate, el parpadeo de la eternidad comenzó a hacerse mas evidente y el inabarcable eco del mutismo del creador de la belleza y de la locura le daría ese abrazo ultimo del que tan difícil resulta zafarse.

En el año del Señor de 1561, rodeado y después de acabar con la vida de su hija Elvira para evitar su captura, uno de los sueños mas irracionales de la historia desaparecía entre los pliegues de otra oscuridad diferente a la del río que alumbró la puesta en escena de su imperecedera fama.

En un mundo de forajidos el que camina en sentido contrario parece que huye. –T.S. Elliot