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“Sí, he donado 100 millones de libras, pero todavía me quedan 10. Puedo vivir con ellos”
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Miguel Ayuso

Empecemos por los principios

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Miguel Ayuso

“Sí, he donado 100 millones de libras, pero todavía me quedan 10. Puedo vivir con ellos”

David Kirch era uno de los empresarios más ricos de Reino Unido. Labró su fortuna en el mercado inmobiliario y, como la mayoría de magnates, tenía

Foto: “Sí, he donado 100 millones de libras, pero todavía me quedan 10. Puedo vivir con ellos”
“Sí, he donado 100 millones de libras, pero todavía me quedan 10. Puedo vivir con ellos”

David Kirch era uno de los empresarios más ricos de Reino Unido. Labró su fortuna en el mercado inmobiliario y, como la mayoría de magnates, tenía mansiones, un Rolls Royce y una fortuna valorada en 110 millones de libras. Pero al cumplir 70 años, en 2006, decidió que había estado demasiado tiempo acumulando dinero. Había llegado el momento de repartirlo. Para celebrar su cumpleaños repartió entre todas las personas mayores de 70 de la isla de Jersey (donde vive desde los años setenta) un vale de 100 libras para comprar productos en una conocida cadena de supermercados. Desde entonces, ha repartido en torno a un millón de libras, todos los años, entre todos los ancianos de la isla.

Desde 2006 Kirch se ha deshecho progresivamente de su fortuna. Ha vendido casi todas sus propiedades, la mayor parte de su colección de memorabilia de dirigibles y billetes (unas de las más grandes del mundo) y se ha mudado a una casa más pequeña.

Tras la donación, Kirch salió de la lista de los más ricos de Reino Unido para engrosar en la de los mayores filántroposEl año pasado dio un paso más allá. Decidió donar 100 millones de libras a su propia fundación, la David Kirch Charitable Trust, con la que espera ayudar a los ancianos todo el tiempo que pueda. “Tenía entonces 110 millones de libras”, ha explicado en The Times, “pensé que si daba 100 todavía me seguirían quedando 10”. Tras la donación Kirch salió de la lista de los más ricos de Reino Unido para engrosar en la de los mayores filántropos. Desde entonces, sus rutinas diarias han cambiado por completo. Otrora aficionado al juego, ahora se dedica a hacer ejercicio en su piscina y dirigir su fundación, con la que espera seguir haciendo dinero al mismo ritmo que se dona.

Dádivas en el paraíso fiscal

Preguntado por la razón de su gigantesca donación, Kirch es claro: “No tengo a nadie a quién dejarle el dinero. Mi pariente más cercano es mi cuñada, y no le va mal. Me preocupa la gente mayor porque yo mismo soy mayor. Me gusta ver sonrisas en sus caras. Así que pensé que estaría bien pensar en los ancianos”.

Kirch reconoce que siempre quiso tener hijos y siente no haberlo conseguido. Su compañero, Serge Cuhat, murió en un accidente de globo en los Alpes en 2009, y ahora vive solo. Con su edad, no obstante, no cabía pensar que un homosexual criara descendencia: “Me habría encantado haber podido tener hijos. En mi vida he visto a gente ir a la cárcel por ser gay y ahora están adoptando niños”.

A mucha gente le ha extrañado que Kirch donara su dinero entre la gente de Jersey, un conocido paraíso fiscal con poco más de 80.000 habitantes, que no es famoso por sus penurias. Pero Kirch tiene razones para ser generoso con sus vecinos: “Jersey me ha ahorrado muchos impuestos y he pensado en devolvérselos, multiplicados por diez. Me ha encantado vivir aquí”. Además, el filántropo no cree que en Jersey viva todo el mundo tan bien. En su opinión, en Jersey hay sorprendentes focos de pobreza y los bajos tipos de interés han afectado a los ahorradores mayores. 

David Kirch era uno de los empresarios más ricos de Reino Unido. Labró su fortuna en el mercado inmobiliario y, como la mayoría de magnates, tenía mansiones, un Rolls Royce y una fortuna valorada en 110 millones de libras. Pero al cumplir 70 años, en 2006, decidió que había estado demasiado tiempo acumulando dinero. Había llegado el momento de repartirlo. Para celebrar su cumpleaños repartió entre todas las personas mayores de 70 de la isla de Jersey (donde vive desde los años setenta) un vale de 100 libras para comprar productos en una conocida cadena de supermercados. Desde entonces, ha repartido en torno a un millón de libras, todos los años, entre todos los ancianos de la isla.