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Los ocho elementos que definen el valor de todo objetivo vital
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Mario Alonso Puig

Empecemos por los principios

Por
Mario Alonso Puig

Los ocho elementos que definen el valor de todo objetivo vital

Muchos de nosotros vamos a tener que afrontar retos en la vida cuya envergadura todavía desconocemos y por ello necesitamos confianza

Muchos de nosotros vamos a tener que afrontar retos en la vida cuya envergadura todavía desconocemos y por eso hemos de sentirnos confiados para afrontar lo nuevo. Quien confía en sí mismo nunca es pequeño ante el reto. La voluntad y el deseo de superación pueden ser más poderosos que la propia genética. Por eso cada día hemos de entrenarnos para hacer las cosas pequeñas de una manera grande. Si nuestro trabajo es colocar piedras, de qué manera tan distinta se colocan si nos vemos construyendo un simple muro o si nos vemos construyendo una catedral. La ilusión en los momentos críticos es la que decide.

Cree en tus posibilidades

Toda meta nos pone a prueba y nos hace ver si estamos a la altura requerida. Cuando nos encontramos ante la dificultad y sentimos la tendencia a abandonar, hemos de mantenernos firmes, ya que es la única manera de hacer que nuestra mente busque en una solución en lugar de encontrar una salida fácil. Esa solución emerge al ponerse en movimiento algunos de nuestros talentos más ocultos e insospechados. El éxito se construye paso a paso y no de la noche a la mañana, por más que algunas “mentes preclaras” intenten convencernos de ello.

En esta vida ninguno de nosotros tenemos que ser perfectos, de hecho la perfección, como solemos entenderla, es el estándar más bajo del mundo porque sencillamente es inalcanzable. Lo importante no es que seamos perfectos, sino que intentemos superarnos día a día poniendo todo lo que somos en todo lo que hacemos. Se trata de ser todo lo que uno es capaz de ser, sabiendo que nuestro destino está en nuestra mente y en nuestra alma. Es así como poco a poco vamos reduciendo la distancia entre lo que nos proponemos y lo que logramos. Hay que estar atento y preparado para aprovechar cualquier oportunidad que nos acerque a aquellas metas que fortalecen dimensiones enteras de nuestras vidas.

Recordemos que toda meta está definida por ocho elementos:

1-Específica

2-Escrita

3-Medible

4-Delimitada en el tiempo

5-Desafiante

6-Inspiradora

7-Visualizable

8- Congruente con los propios valores

Me niego a poner en la lista la palabra realista, porque con frecuencia confundimos lo imposible con lo improbable. Todos sabemos de demasiadas personas que han logrado lo aparentemente imposible como para considerar que lo que nos parece razonable también es lo realista. Lo realista no lo determina nuestra razón, sino la realidad. Que las cosas no nos salgan bien de entradano quiere decir que no puedan acabar saliendo mejor de lo que nos imaginamos. En nuestro transitar, sin duda va a haber momentos en los que tengamos la sensación de que la meta que nos hemos planteado es inalcanzable y es en esos momentosen los que tenemos que hacernos una pregunta: ¿Qué es lo que puedo seguir haciendo con lo que ahora tengo?

Estar a la altura

Tal vez al final no logremos alcanzar nuestra soñada meta, pero sí tendremos muy claro que al menos hemos agotado todas las posibilidades que hemos sido capaces de vislumbrar. El éxito no sólo consiste en llegar al final del camino, sino también en recorrerlo con ilusión, determinación, persistencia y paciencia. Por eso, no bajemos nuestras metas a la altura de nuestras aparentes capacidades, sino dejemos que sean nuestras capacidades las que poco a poco se vayan estirando a la altura de nuestras metas.

Muchos de nosotros vamos a tener que afrontar retos en la vida cuya envergadura todavía desconocemos y por eso hemos de sentirnos confiados para afrontar lo nuevo. Quien confía en sí mismo nunca es pequeño ante el reto. La voluntad y el deseo de superación pueden ser más poderosos que la propia genética. Por eso cada día hemos de entrenarnos para hacer las cosas pequeñas de una manera grande. Si nuestro trabajo es colocar piedras, de qué manera tan distinta se colocan si nos vemos construyendo un simple muro o si nos vemos construyendo una catedral. La ilusión en los momentos críticos es la que decide.